Han pasado ya 7 horas desde que _____ despareció, en las primeras 4 recorrí todos los lugares que se me ocurrieron, en mi departamento espere un tiempo considerable con la esperanza que ella llegará ahí, no lo hizo, atravesé el parque, fui las bibliotecas que usa de escondite, llamé a Keyttlin por alguna idea pero no conseguí más que preocuparla, fui a su casa y tampoco estaba allí, después de ese tiempo tuve que llamar a Jorge, el pobre solo se ha dedicado a doblar mi angustia.
- ¿Hace cuántas horas que salió de la escuela ya?
- Más de siete – le digo intentando parecer tranquilo pero el hecho es que estoy tan preocupado como él.
- Esto no está bien, esto no está bien – da vueltas de un lado al otro de la sala, la casa de _____ sin _____ no tiene la chispa que tanto me gusta.
- ¿Tiene alguna idea de algún lugar en especial donde _____ pudiera estar? – tal vez él sepa un sitio que yo no. Yo conozco a _____ desde agosto, él desde que nació.
Christian niega con la cabeza, a cada segundo que pasa se le nota más afligido y lo entiendo perfectamente.
- Ella no sale mucho de casa, la única persona que se me ocurre es su amiga Keyttlin, pero ella no está en la ciudad...- un golpe de dolor lo asalta - no conozco a mi hija, Ashton… soy un padre terrible.
Él se deja caer en el sofá y esconde su rostro en sus manos.
- Todo esto es mi culpa.
- No creo que usted tenga que ver con lo ocurrido aquí.
- No, si lo hago, yo soy su padre, mi deber es protegerla, es procurar su bien y desde siempre he sabido que _____ jamás terminó de aceptar lo que le ocurrió a su madre… no la quise presionar con ese asunto, porque, bueno, yo estaba peor que ella… la dejé sola a la deriva.
- Usted es un gran padre, _____ es una chica estupenda, a sus 17 años es más inteligente y madura que muchos a esa edad, es extraordinaria… - aclaro mi garganta, al parecer mi boca no sabe callar cuando hablar de ______ se refiere – una de mis mejores alumnas – añado recuperando postura.
Christian está tan mal que ni siquiera se percata al 100% de mis palabras.
- Gracias, hijo, creo que un joven como tú tendría mejores planes para un sábado en la tarde, quizá con alguna bella chica – la única bella chica con quien quiero estar es a quien estamos buscando, Jorge ríe con su comentario, yo también - pero admiro la vocación con la que realizas tu deber, eres un profesor como pocos.
- No podría volver a casa sabiendo que ____ sigue a la perdida por allí y que pudiendo ayudar no lo hice.
- Creo que deberían darte la estatuilla al profesor del año – bromea él, sin embargo yo sé muy bien, aunque me duela admitirlo, que no hago esto por ser un excelente profesor, sino porque estoy jodidamente enamorado de esa chica que también resulta ser mi alumna. En realidad ahora me siento como un profesor terrible. ____ se hubiera reído del comentario de su padre. Su sonrisa es tan bonita, incluso cuando ella piensa que sus dientes son feos, es tan testadura a veces. No me sorprende que llegase a esconderse a propósito, siempre queriendo sufrir por su cuenta.
- Gracias, pero no es un honor que sienta merecer, quizá no haría esto por cualquier otro estudiante.
- Ya estás haciendo mucho.
- Y sin embargo aún no sabemos nada de _____.
El timbre suena y en un segundo ambos salimos disparados a la puerta pero yo detengo el paso por dos razones: Es Jorge quien debe abrir la puerta; No creo que sea ____, ella jamás llama a los timbres, siempre de esos golpecitos intermitentes sobre la puerta.