Ashton.
La miro como intentando que me diga que es una broma y de mal gusto.
- ¿Dónde está ella? – pregunto y noto que mi voz suena algo tensa.
- No ha entrado hoy al colegio.
- ¿Se quedó en casa?
Keyttlin niega con la cabeza pero no emite sonido.
- ¿Entonces? – insisto.
- No puedo decirle, Sr. Irwin – se lamenta, me parece que _____ tiene que ver en su silencio.
Releo nuevamente la carta que tengo en manos, no dice mucho, pero si lo suficiente como para saber que _____ me quiere lejos de ella.
- ¿Por qué ha hecho esto? – intento no levantar la voz - ¿tú lo sabes Keyttlin?... porque si te soy sincero yo no creo ni media palabra de lo que dice aquí.
Veo ocurrir una lucha interna en ella a través de sus ojos. Sé que ella sabe algo que yo ignoro.
- ¿Es por lo que ocurrió con Wesley? – le digo mi suposición y una chispa de alarma salta en ella, no estoy tan equivocado o me acerco a la verdad. – si tú no me lo dices y ella no me da la cara entonces no me dejan otra opción.
Me incorporo de la silla tras el escritorio.
- ¿Qué va a hacer?
- Iré a hablar con él y obligarlo a decirme qué fue lo que le ha dicho a _____, porque ahora no me creo que solo le haya pedido dinero para guardar silencio.
Cómo no pude verlo antes, me trague esa historia que me contó ella, es tan obstinada, obviamente no iba a dejarme ayudarla. Maldita sea, ______, ¿por qué?
- Pero estamos en el colegio – chilla ella.
- Soy consciente de eso Keyttlin, pero no pienso perder a ______ solo porque un mal nacido nos cree tener en sus manos.
- Pero… Sr. Irwin, si va y le arma un lio a Wesley podría provocar uno mayor y perder su empleo… incluso a _____ si esto sale a la luz de tal manera.
- Entonces ayúdame tu, ¿dónde está ______, qué es lo que realmente ocurre?
Keyttlin toma una bocanada de aire, me mira a los ojos como disculpándose y niega con la cabeza.
Se ve acorralada, pero aún no lo suficiente y yo necesito respuestas que solo ella me puede dar.
- Bien – le digo – entonces así será.
Doy la vuelta y salgo por la puerta al pasillo pero antes de que pueda dar un paso me detiene tomándome de la camiseta.
- Vale, deténgase, hablaré – dice rendida.
- Gracias, Key – le digo muy sinceramente.
Ella pone los ojos en blanco – ¿en qué momento terminé entre dos locos? son tan igualmente necios y manipuladores… - se queja ella como una niña chiquita, pero agradezco que esté aquí pues de otra forma habría sido imposible obtener las respuestas que _____ se niega a darme.