Locos en el supermercado (Parte II).

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Eleanor

Entramos al auto, está a punto de ponerse en marcha, pero en ese instante veo que mi profesor se gira hacia mí estirando su brazo, por instinto cierro los ojos, siento que su brazo me ha rodeado, tiemblo del miedo, yo solo espero mi muerte, me imagino que me drogara con alguna sustancia y caere dormida y despertare en su sótano torturada, pero el ruido de mi cinturón abrochandose hace que abra los ojos, el maestro me a rodeado con su brazo para alcanzar el cinturón y abrocharlo.

Ahh estoy pasmada, me he quedado atónita.

—¿Por qué tiemblas? —Me pregunta.

Él se posiciona de nuevo en su lugar y se pone en marcha.

—Eh mmm, es solo que me ha dado frío. —No le dejaré ver qué me dio temor, no me permitiré verme debil.

—Oh es eso.

Él aprovecha que el semáforo se ha puesto en rojo para alcanzar algo que está detrás ¿Me preguntó que busca? ¿Tal vez un cuchillo? El temor que sentía se evapora cuando él extiende más su brazo y estira su cuello, la nuez de su cuello queda expuesta, está más que marcada ¡¡Dios que viralidad!! no puedo apartar la vista, lo estoy escaneando, comienzo a recordar esa vez que lo mire desnudo, trago saliva, mi intimidad está húmeda y caliente, siento unas ansias, ansias, de, de ¿Tocarlo? ¿Que tocarlo? No, no, no, pero en qué estás pensando Eleanor, niego con la cabeza y me autosapeo con la mano, necesito reiniciar mis neuronas.

Estabiliza esas hormonas Eleanor, me regaño a mi misma y me doy otro autosape.

Noto que él me mira con ojos muy abiertos, que vergüenza.

Me habla.

—Ten toma. —Me entrega una chaqueta, Ohh con que era eso lo que buscaba— ¿Que te ocurre?

—Nada. —Le contestó.

—Eres loca ¿Por qué te pegas?

Arrugó la nariz, sentí una gran rabia al escuchar que me llamaba loca.

—¿Y a usted no le parece bastante loco ir al súper a media noche? —Contra ataco, mi voz es dura.

—No... Para mí es temprano, suelo ir a las 2 de la madrugada.

¿Que? No esperaba esa contestación, si que está loco, bueno si yo pudiera ir a esa hora también iría, pero bien este hábito puede ser que sea parte de su psicopatia.

—¿Y por qué va tan tarde? ¿A caso va a matar a alguien? —Está vez fui demasiado directa, he metido la pata.

Él frunce el ceño.

—¿Y tú por qué vas tan tarde? ¿A caso no te da miedo a quien quiera matar seas tú? Puede que ahora seas mi víctima.

Estoy boquiabierta, mi corazón late con fuerza, él al fin lo ha confesado.

—Eres muy desagradable Eleanor... — Me dice entre dientes.

Silencio profundo.

Fija su mirada al frente y continúa hablando, yo lo miro y escucho con atención.

—Odio al mundo, detesto a las personas, evito todo contacto con el mundo exterior, solo me relaciono con las personas si es obligatorio como sucede en el trabajo, pero si puedo evitar el más mínimo contacto lo haré y eso incluye encontrarme a personas en el supermercado, es por eso que prefiero ir cuando no hay nadie.

Me ha dejado sin palabras, bajo la mirada y miro mis manos mientras rasgo una uña con otra.

—A mi me pasa lo contrario, en las noches es cuando más me siento sola, voy al supermercado para sentir la compañía de esas pocas personas que están presentes, siento que nos acompañamos en la soledad para sobrellevar el vacío que sentimos, siento que son como yo... Es tonto imaginarlo así, ¿verdad? —En una comisura de mis labios arqueo una leve sonrisa por la ironía de mis palabras.

Nosé porque me he atrevido hablarle de lo que siento.

Levanto la vista, y ahí está él viéndome con una mirada profunda y penetrante, demasiado fuerte que siento que me desnudan el alma.

—No, no es tonto Eleanor... Tiene bastante sentido. —Su voz es firme y segura.

Los dos tenemos las miradas conectadas, pero yo ya no puedo seguir sosteniendole la mirada, porque no puedo definir lo que estoy sintiendo, es mejor evadir mis sentimientos, tengo miedo de ellos. Giro mi vista hacia la ventana y noto que ya hemos llegado, es mi momento de huir, abro la puerta y salgo corriendo.

Le gritó.

—¡¡Gracias!!

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora