Por última vez Marianne

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Eleanor

En un centro de rehabilitación, en una sala de visitas estamos Caleb y yo esperando para ver a Marianne.

Marianne ha estado recluida en este centro desde el incendio en la fábrica. Ella ayudó a Caleb a salir de su trance emocional cuando Esteban le hizo pensar que él era el asesino de Nathan. Ella volvió a buscarme por segunda vez, a pesar de que estaba herida. Pero fue a Caleb al que encontró, quien la buscaba a ella para salvarla. Afortunadamente, Caleb y Marianne encontraron una salida alterna y salieron ilesos.

Pero Marianne no está del todo bien. A los pocos días Caleb la interno aquí, porque ella ya no podia controlarse, un poco más y estaría muerta por una sobredosis. Aunque claro es, aunque haya dejado de consumir, lo cierto es que su destino ya está prescrito "La muerte". Pues una droga como esa una vez entra a tu cerebro, te condena. Esa droga a la primera dosis te vuelve altamente adicto porque actúa como una falsa felicidad, calma y tranquilidad, te da una falsa sensación de bienestar. Esa sustancia anula todo tu dolor tanto como físico y emocional. Pero no puede estar más lejos de la realidad, solo adormece tu dolor por unos instantes y solo te obsequia una felicidad efímera.

¿Que pasa después de consumirla? Tu cuerpo se acostumbra a ese falso bienestar, se vuelve frágil, intolerable a cualquier tipo de dolor, (un dolor que tú propio cuerpo es capaz de sanar) te hace pasar tus días siendo dependiente a una puta sustancia que si no la consumes te sientes peor de lo que ya estabas antes. Es una ilusión de estar bien "Lleno, completo". Después cuando pasa el efecto, te comienzas a sentir insuficiente, vacío, desesperado y además con efectos físicos; letargos, mareos, dolores intensos de cabeza. Y siempre quieres más y más hasta que un día tu cuerpo ya no puede más. Ahí todo acaba. Es como tirar lentamente del gatillo de una pistola que te apunta a tu cabeza, en automático te estás matando al consumir esa droga.

Puedo entender, puedo entender a todos aquellos que lo han hecho. En un desespero tratando de aliviar esa tensión, esas noches que casi prefieres arrancarte los ojos por el insomnio, que te sientes vacío y que también al mismo tiempo no cabes dentro de tu propio cuerpo. O esas personas que lo hicieron pensando que era divertido sin ser conscientes de las consecuencias.

El camino para sentirse bien con uno mismo, no es darle a tu cuerpo sustancias, y no solo hablo de esta droga, sino de las medicinas que funcionan como antidepresivos. Los antidepresivos no funcionan sino van acompañados de un trabajo emocional, se necesita de terapia psicológica, porque las sustancias solo adormecen a tu cerebro y no sanarán tus heridas. Las sustancias como esa son un escape que te ayuda a evadir por unos instantes lo que sientes. La clave es tratar ese dolor de raíz, enfrentarlo. Si, dolerá mucho. Y los resultados no serán al instante.

Miro de reojo a Caleb, él aún sigue molesto conmigo. Estamos un poco distanciados y eso duele, quisiera que me abrazara y desapareciera este vacío. Él me llena en todos los sentidos. Estando aquí con Marianne me traen tantos recuerdos de Fátima, aún duele su ausencia. La extraño.

Escucho que resopla.

Le pedí a Caleb que quería ver a Marianne, antes de que su tiempo expire.

Al fin, viene ella hacia nosotros, luce muy delgada casi hasta los huesos, está muy pálida, tiene puesto un pants gris y lleva el cabello suelto, el cual está muy maltratado. Paso saliva, no estaba preparada para verla en ese estado.

Se sienta en frente de nosotros.

—¿Qué? ¿Tan mal me veo? —pregunta sin emoción Marianne.

—¿Que? Claro que no...

—Eleanor eres malísima para fingir.

Caleb nos interrumpe y nos dice que nos dará espacio para hablar y se retira.

—Bueno, tienes razón, te miras fatal.

Ella resopla con gracia.

—Gracias...

—¿De qué? ¿Por ser sincera? —pregunto confundida.

—No, por venir y darme la oportunidad de disculparme contigo... Perdón por haberte tratado como lo hice. Y gracias por ser la única que se quedó conmigo cuando nadie más quiso.

Río levemente.

—Bueno yo también quiero pedirte perdón...

—¿Por qué? —Ahora ella pregunta confusa.

—Por decirte tus verdades en aquella fiesta.

Momento de tensión...

Después...

Las dos reímos a carcajadas.

—No, ya en serio, no hay nada que agradecer. Las dos nos ayudamos, tú también regresaste y ayudaste a Caleb. En verdad lo valoro.

—¿Tú y el profesor se casaron, cierto?

Sonrió con una amplia sonrisa.

—Si, él es mío.

—Maldita... No, felicidades. Tú y él siempre tuvieron esa química, están hechos el uno para el otro. Realmente deseo que sean felices. Háganlo. No le den el gusto a mi padre de verlos mal.

—¿Ya hablaste con él?

—No se si quiero.

Extiendo mi mano por la mesa y tomo la suya.

—Entiendo. Pero creo que deberías, para que no te vayas con todo ese dolor.

*****************************************

Marianne miro a su padre por última vez, ellos dos se vieron frente a frente. Ella tuvo la oportunidad de decirle a su padre todo lo que sentía. Benson a ver a su hija en ese estado tan deplorable lo tumbo, fue un dolor insoportable. Marianne por una droga que creo su padre, ella se estaba muriendo. Él estaba recibiendo su propio castigo de lo que hizo. Caleb no necesitó hacer más, la vida misma le estaba cobrando todo lo que hizo, lamentablemente con su hija. No existe peor dolor que ver a un hijo morir, eso no tiene nombre.

—Papá, muy tarde comprendí que nunca debí amarte, que nunca debí esperar tu amor.

—Hija yo solo traté de darte lo mejor, lo siento tanto, perdoname —con lágrimas en los ojos Benson le decía a su hija.

—No, no, digas que lo hiciste por mí ¡¡Fue por tu egoísmo!! ¡¡No por mí!! Por ser mejor que los demás y por tu envidia. Supongo que al final eso lo aprendí de ti ¿No?

—Nunca consideré que te causaría un daño por mis decisiones. Supuse que dándote lo mejor estarías bien con eso...

—Yo lo único que quería era tener a un padre... Yo pensaba que tenía al mejor padre del mundo, pero lo cierto es que únicamente me conformaba con las migajas de tu tiempo, porque nunca había tenido más, solo te tenía a ti papá. Trataste de compensarme con lujos. Nunca me amaste.

—No digas eso hija... Tú eres lo que más amo.

—Que bien que me ames, así sentirás el dolor de perder a un hijo por esas putas drogas que creaste. Ahora dime ¿Valió la pena todo lo que hiciste? —Los dos se miraron en silencio, Benson sintió un nudo en la garganta, no pudo pronunciar ni una sola palabra.

Finalmente Marianne le dijo:

—Vete, lárgate que ya nunca te quiero volver a ver. Prefiero morir sola.

A los días Marianne falleció, Eleanor estuvo allí en su lecho de muerte acompañándola. Marianne se fue en paz. Eleanor pensó que Marianne pudo haber tenido más, vivir una vida feliz. Que no fuera así la entristecía.

Afuera de la funeraria Eleanor estaba recargada en una pared.

Un hombre se paró a un lado de ella.

Los dos se giraron a ver.

Él abrió sus brazos.

—Ven aquí.

Ella se lanzó a sus brazos y comenzó a sollozar con el dolor acumulado que tenía. De nuevo estaba viviendo la experiencia de ver a un amigo partir.

Caleb la estrecho fuertemente queriendo disminuir un poco de todo su dolor.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora