De incógnito.

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Eleanor

El corazón me late con tanta fuerza, he quedado con Caleb de verlo a unas calles de casa, no quiero que mamá se entere aún de mi relación con él, nosé cuál vaya a ser su reacción al enterarse, francamente me da miedo, puede que se enoje mucho por salir con alguien mayor que yo, aunque no tan mayor, él tiene 26 y yo 20, no son tantos años de diferencia ¿Verdad? O tal vez no lo tome tan mal, a ella siempre le ha agradado mi profesor, pero no deja de ser mi profesor, ¡¡Ah!! Que dilema.

Es de mañana, muy temprano... El ambiente es frío, tanto que hay un poco de neblina.

Estoy caminando por las calles en modo incógnito, me he vestido con una sudadera que me cubre el rostro, también me he puesto unos lentes.

Oh allí está, veo su auto en la esquina, corro hacia él.

Abre el auto y entro, maldita sea mis manos tiemblan, no sé si se deba a mi miedo de que alguien nos mire juntos o a mi emoción por verlo.

-Buenos días -me saluda él.

-Hola -contesto mientras observó al alrededor cómo una suricata.

-¿Sabes que llamamos más la atención vestidos de esta manera?

Le he pedido que también vista en modo incógnito al igual que yo.

-¿Que? ¿Enserio?

-Si, pero dejemos ese tema para después... Mejor hay que besarnos. -Me dice él.

Caleb extiende sus brazos para atraerme hacia él, coloca sus manos en mi nuca, suavemente coloca un beso en mis labios, el beso es lento, tierno, delicado... Con sus labios saborea los míos, me deleita, su cuerpo emana un calor insaciable que me transmite una especie de sensación extraña.

Se separa un poco de mí.

-¿A dónde quieres ir? -Me pregunta él.

-Lo dejo en sus manos, sorprendame -le dedico una sonrisa.

Él me dedica otra sonrisa, pero coqueta.

-¿Segura? Puede que te arrepientas.

Lo miro con ojos entrecerrados.

-¡¡Oyee!!

-Solo bromeaba...

Nos abrochamos nuestros cinturones de seguridad, se pone en marcha.

-Profesor, solo que sea un lugar lejano de aquí.

-Esta bien... Eleanor ¿Hasta cuándo seguirás diciéndome profesor? Ya soy tu novio... Y también ¿Hasta cuándo me seguirás tratando de usted? -Me cuestiona.

Ya se había tardado en reclamarme.

-Me gusta decirte profesor.

-Mmm -dice en un tono frío, creo que le molesta- ¿Y lo de el usted?

-Bueno eso lo puedo corregir, pero solo cuando estemos solos.

-¿Y lo de profesor? Estamos solos ahora, puedes llamarme por mi nombre.

-Ya te lo dije, me gusta decirte pro-fe-sor -le guiño un ojo.

Exhala, se da por vencido.

El tiempo transcurre, estamos pasando por una larga carretera, sinceramente no sé hacia donde vamos, solo se que mis ojos se sienten tan pesados, siento somnolencia. Ladeó mi cabeza, la recargó en la ventana.

Sin planearlo he caído en un profundo sueño.

Abro los ojos, cuando logro aclarar la vista, palidezco de la vergüenza.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora