Uno solo.

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Eleanor

Los rayos afuera no dejan de cesar, ocasionando fuertes estruendos. Los relámpagos iluminan esta habitación oscura, las gotas de lluvia y el viento fuerte golpean con fuerza los cristales de las ventanas, creando un magnífico ambiente para este tétrico amor, ideal para nuestra primera unión, donde uniremos nuestros cuerpos en uno solo.

Caleb sigue besando mi cuello, poco a poco baja hasta entre medio de mis senos. Pasa sus manos por detrás de mi espalda para desabrochar mi brasier. Ante esto, un nerviosismo me ataca y lo detengo.

—Espera Caleb, por favor no me lo quites —digo nerviosa.

—Quiero contemplar tu cuerpo por completo... —su voz es ronca, su aliento fresco golpea mi piel esparciéndose como una onda por todo mi cuerpo, erizándome la piel.

Él sigue intentando quitarme mi brasier y yo sigo negándome.

—Caleb, saltemos este paso por favor —le suplico.

—¿Tienes miedo?

—No, solo que me da mucha pena.

La verdad es que no quiero reconocer que me avergüenza mi busto pequeño, creo que se decepcionará al verlo. Esa inseguridad sigue en mí.

—Te amo Ele, respetaré tus tiempos...

Él respeta mi petición, por lo que sigue su camino de besos bajando hasta mis costillas causando un cosquilleo en mi piel sensible, deposita suaves mordiscos, me estremezco. Sigue bajando hasta llegar a mis caderas, con sus tersas manos desliza mi braga poco a poco hacia abajo mientras sigue besando mi piel, yo le ayudo a quitar mi ropa interior. Continúa acercándose a mi intimidad con su boca, primeramente besando mi ingle, me retuerzo del placer y con mis manos agarro las sábanas con fuerza. Me estoy dejando llevar por él, cierro los ojos para sentir cada sensación que él me brinda, quiero que se quede grabada cada caricia en mis poros. Muerdo mis labios con desesperación de querer más. Él está besándome mis muslos. Veo que levanta su torso y abre un poco mis piernas. Con sus dedos acaricia mi zona prohibida, por último con su pulgar hace presión en mi botón, siento una descarga en mi cuerpo, como si expulsara algo (fluidos). Mi corazón late con fuerza. De repente, siento que hunde sus dedos dentro de mí, me arqueo ante tal acción, mueve sus dedos con delicadeza. Me pierdo en el desván de todas estas poderosas sensaciones, de un momento a otro dejo de sentir sus movimientos, por lo que abro los ojos molesta, miro que los retira con suavidad, veo que se lleva sus dedos a la boca. Abro los ojos como platos.
—No hagas eso... —Demasiado tarde lo dije.
Palidezco.
Siento el raspor de su cara recién afeitada en mi piel sensible, la punta de su lengua pasando por el medio de mi zurco y el toque de sus labios allí... Sentí que me hice agua.
—No me negarás el hecho de probar tu sabor...

Me muero de vergüenza.
Tapo mi cara con mis manos, no puedo sostenerle la mirada, al menos no verlo haciendo eso.
Él no esperó a que me recuperara de la inmensa vergüenza por la que estaba pasando cuando su lengua ya estaba atacando mi intimidad.
¡Dios! Qué bien se siente esto, siento que voy a morir de tanto placer.
Llega un momento en que se detiene y vuelve a subir a mi vientre dando sutiles besos una y otra vez. Entierro mis dedos entre su cabello sedoso.
Él termina por desvestirse, quedando completamente desnudo.
Me ultra ruborizo al ver semejante miembro. No puedo creer que eso entrara en mí.
Trago saliva.
Se recuesta sobre mí.
En mis muslos siento su semejante y húmeda caliente erección.
Tengo mi cara girada hacia un lado con los ojos cerrados, él con su mano toma mi rostro y me obliga a verlo a los ojos.
Conectamos nuestras miradas.
Está extasiado, lo siento, su pecho sube y baja y su piel arde. Sus pupilas están dilatadas.
Besa mi boca con intensidad, se aparta y me mira fijamente.
—Empezaré a hundirme en ti, ¿está bien?
Asiento temerosa.
—Puedes morderme todo lo que quieras.
No lo haré, no quiero lastimarlo.
Él acaricia su miembro con mi intimidad y lo posiciona en mi entrada.
Después entrelazamos nuestras manos con fuerza.

—Comenzaré ahora.
Mi corazón sigue latiendo tan fuerte que siento que se saldrá.
Poco a poco se va hundiendo en mí, siento un gran dolor y ardor insoportable que termino mordiendo su musculoso hombro con pequeñas pecas, con mucha fuerza.
Duele, duele, duele mucho.
Sin poder controlarlo, las lágrimas brotan de mis ojos.
Sigue hundiéndose en mí. ¿Demonios, cuánto falta?
Llega un momento donde siento que mi interior literal se está desgarrando.
Sin previo aviso, suelto un gran grito.
—¡¡Augh!! —Grito y gruño del gran dolor.
Rasgo su espalda con mis uñas, tal vez las encaje más de la cuenta.
—Falta poco, Ele...
¿Todavía falta? Me guardo esto para mí.
Termina por llegar hasta el fondo, casi sentí que me iba a atravesar todo el cuerpo.
El dolor no disminuye, sigue ardiendo mucho, no puedo evitar que mis lágrimas sigan derramándose. Se queda quieto ante mi dolor.
—Perdóname amor por ocasionarte tanto dolor. —Besa mis mejillas donde mis lágrimas cayeron.
Muerdo mis labios para soportar el dolor que estoy sintiendo.
Él espera a que me acostumbre a su tamaño, pero yo no puedo más, el dolor es muy intenso.
—Caleb, no voy a soportarlo, voy a morir.
Él se retira con delicadeza de mí y termina por acostarse a un lado de mí, me atrae hacia él, quedamos abrazados de cucharita, descansa sus brazos en mis caderas.
—Perdóname por ser tan cobarde. —Me lamento.
—Está bien, poco a poco. Le daremos tiempo a tu cuerpo para que me acepte... No te presiones, no hay prisa.
Su cara reposa en mi cuello.
Suspira.
—¿Sabes cuánto extrañé tu aroma? No he podido conciliar el sueño desde que me abandonaste. Mutilaste mi corazón, Ele, nunca había necesitado tanto a alguien como a ti. —Él me da un tierno beso en la nuca.
Me quedo muda ante sus palabras.
—Durmamos canguro.
Se queda acariciando con sus nudillos mi mejilla, logra relajarme por lo que caigo en un profundo sueño.
...
Los rayos de la luz del sol calan en mis ojos por lo que me obliga a despertar.
Ahora mismo tengo a Caleb abrazándome por detrás y atrapándome con sus fuertes brazos, imposible escapar de él. Me rindo ante su agarre y su aferrado cuerpo.

Ayer fui realmente una cobarde, pero es que nunca pensé que esto fuera a doler tanto. Nadie explica eso. Si bien es cierto que en secundaria dan breves clases sobre sexualidad, sin embargo en ningún libro te explica que sentirás como si te atravesaran hasta el alma. ¿Quién no reaccionaría como yo con semejante tamaño? Pues es que no lloré en vano. Mi pobre cuerpo sin ningún tipo de experiencia teniendo eso entre las piernas era inevitable que me acobardara. Sentí que moriría.

Lo que realmente me hizo morir fue el amor de Caleb, su tacto a la sensibilidad de mi dolor. Para él fue más importante mi bienestar que su propia satisfacción. No me obligó a seguir para saciar su deseo, no, para él era más importante mi estabilidad. Respetó mi proceso, no me apresuró ni obligó a que me acostumbrara a él. No, él se adaptó a mí... Nunca habrá ninguna mayor demostración de amor que esta.

En el momento que se lo pedí se detuvo, respetó mi petición. Él no se enojó, no se frustró, no minimizó mi dolor. En cambio, me comprendió y en todo momento me brindó seguridad, respeto a mis límites.

Está claro que nunca habrá un hombre tan magnífico como él en mi vida.

Continuará...

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora