Arrestado

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Eleanor

Ha llegado una nueva psicóloga pasante a la universidad a quien destesto con todo mi corazón porque se la pasa coqueteandole a Caleb, ¡¡arg!! La odio. Justo en este momento está llevando una actividad en el gimnasio donde obligara al grupo a tomarnos de las manos, que también incluye a nuestro tutor escolar, Caleb. La psicóloga nos indica que hagamos un círculo y nos tomemos de las manos. Cómo Alcon miro que la maestra se unirá y tomara lugar a lado de mí profesor. ¿Pero está arpía que se cree? Está claro que está actividad es solo un pretexto. A la velocidad de la luz me cambio de lugar y me abro paso entre la psicóloga y mi profesor. "Ay lo siento, es que no sabía en donde colocarme", me excuso diciéndole a la Psicóloga arqueando una sonrisa más falsa que los pasteles de exhibición de las pastelerías. Ella me mira con cara de... Dejémoslo en cara de enfado. Entrelazó mi mano con la del profesor, pero por nuestras diferentes medidas no encajan con perfección. "Ay profesor tiene las manos muy grandes", le hablo con voz coqueta y ladeó un poco la cabeza guiñandole un ojo, miro que su cara se tiñe de rojo, su corazón debió bombear igual como ese día en el supermercado, se perfecto que reacción causó en él con esas palabras. Por otra parte la psicóloga arde en cólera, no se porque extrañamente me parece que ya la he visto antes. Ah demonios, ya, ya, ya, es la cajera amargada. ¿Por qué tenía que hacer su pasantía aquí?

La actividad termina pero yo estoy furiosa, los celos me carcomen, no puedo lidiar con ellos. Necesito calmarlos. Espero afuera del gimnasio junto a la puerta a que salga Caleb. Cuando al fin lo hace pasando a un lado de mí, apenas le digo en un murmullo: "Te veo en nuestro lugar secreto, ya".

Me encuentro en el armario oscuro con las criaturas que tanto detesto y a qué Caleb me ha obligado a tratar de cerca para sobrellevar mi trauma. "Una debilidad que alguien puede usar en mi contra" Según sus palabras. Bueno creo que este es un buen tratamiento. Así como él se le queda mirando fijamente al fuego enfrentando su miedo, aunque no me la ha dicho se que le teme. Lo he notado cuando está enfrente a la chimenea, cocina o simplemente cuando tiene que interactuar con ello. Estoy segura que la explosión del laboratorio le causó un cierto repudio o temor al fuego. Caleb es demasiado vivaz, no deja que un miedo lo controle, en cambio usa sus temores a su beneficio. Lo hacen más fuerte.

Al fin llega ese monumento de hombre. Tiro de su corbata y lo obligó a tomar el asiento que ya tenía preparado para él. Antes de proseguir me aseguro de cerrar bien la puerta.

—¿Que sucede? ¿Por qué actúas así? —me mira sorprendido.

—Ahora no lo sabe profesor.

—Mm, debe de estar molestandote mucho algo, para que me llames profesor —dice indignado y cruzando los brazos.

—Asi es, no te has inmutado ante los coqueteos de la "seudopsicologa".

—Estaba esperando a que la pusieras en su lugar y lo hiciste perfecto. Aunque creo me expusiste cruelmente, sabes muy bien que reacción causaste con tus palabras. Tendré que recordarte la magia que hago con estas manos grandes de las que tanto te quejas cuando lleguemos a casa —alza sus manos agitando sus dedos.

Paso saliva al ver esos movimientos y su sonrisa maquiavélica. Pero rápido me recompongo, aún sigo furiosa.

—Nada de eso, no esperare llegar a casa.

—¿Estás segura de quererlo hacer aquí? ¿No te da miedo que haya ratas aquí? Aún no has superado tu fobia.

—Me siento segura a tu lado... Necesito sentirte mío ahora.

—¿Tan celosa estás?

—¿No debería? Se que últimamente no hemos hecho eso, en realidad no te culpo si te atrae otra mujer.

—No, ya te dije que tú eres la mujer de mis pesadillas. La única con quién deseo...

Acortó sus palabras colocando mi dedo índice en sus labios "Shh", lo silencio. Sin más me abro de piernas y me siento sobre él atrapando su boca. "Veo que ya estabas preparada traviesa" me dice mientras desliza sus manos por debajo de mi falda notando la ausencia de mis bragas, estruja mis glúteos dejando las huellas de sus dedos marcadas en mi piel. "Por favor no piense mal de mí profesor", expresó mientras saco de entre mis senos mis bragas. En este momento estoy poseyendo su cuello mordiéndolo y succionandolo en un cadente beso pasional, al mismo tiempo fricciono mi intimidad con su gran bulto que ya se sobre expone por encima de su pantalón. Él gruñe ante mi acto. "Te sigue excitando el llamarme profesor cuando estamos follando", dice con voz dura. "Claro, lo prohibido sabe mejor, el profesor le agrega ese plus. Así como a ti te encanta dejar tu cordialidad de lado", me justifico. Minutos más despojo su camisa para besar su tonificado torso. Me dejó de juegos, ya no puedo perder más tiempo, literal. Le quitó el cinturón y bajo su cremallera, él me ayuda un poco. Todo sucede rápido. Me acomodo en su erecto y endurecido miembro para que se hunda en mis entrañas. Me muevo con locura dando fuertes sentones. Ahogamos nuestros gemidos y gruñidos en un profundo beso. Antes de que llegue al clímax me quitó de encima de él y le entrego mis bragas para que pueda correrse en ellas. Sin embargo le sigo ayudando un poco frotando su viralidad con mi mano y prestandole mis labios que muerde con ferocidad para que pueda llegar a la gloria. Segundos más él da unas fuertes sacudidas expulsando su abundante semilla. Miro su cara enrojecida y sus pupilas dilatadas, está extasiado, es más que claro que le encantó. Su tórax sube y baja. "Me encanta estás facetas tuyas donde te vuelves toda una atrevida y salvaje canguro", finalmente me dice con la respiración entrecortada.

...

Es hora de ir a casa, solo falta que Caleb salga para irnos juntos. Sentada en uno de los maseteros de concreto del estacionamiento lo espero. En mis manos sostengo mi celular que por semanas no he querido encender ya que al hacerlo me traerá recuerdos nostálgicos. Es un celular donde ya no chateare más con mi amiga. Me da sentimiento cada vez que pienso en ella, es tan difícil seguir haciendo las mismas actividades de antes porque mi corazón aún no se acostumbra que ya no está, muy probablemente por las mañanas despertaría y lo primero que haría sería enviarle un mensaje a ella olvidando que ya no leerá, es tan duro cuando caigo en cuenta. Cada vez que la recuerdo es un puñal que se me clava. No deja de doler. Ya no puedo seguir evadiendo su partida, es momento de enfrentar y lidiar con ello.

Enciendo el celular y lo primero que miro es el fondo de pantalla, yo junto con mis amigos, Fátima y Esteban, abrazados en el centro comercial con las pulseras que les regale como símbolo de nuestra hermosa amistad. No puedo evitar que una lágrima caiga por mi rostro y que se fragile un poco mi corazón. Doy un suspiro. Reviso la barra de notificaciones y lo que veo me hace bombear los latidos con mucha fuerza. Sobre todo un nudo en el estómago. Tengo mensajes de Fátima de esa misma noche que murió.

"He encontrado al vendedor de drogas por accidente, descubrí en su mochila esas sustancias. Nunca lo creería de él. Lastima que hemos estado cegadas, confiabamos en él Eleanor, me siento decepcionada. Hablaré con él saliendo de la universidad... Oh no te llegan los mensajes, menos mal no quería interrumpirte... Ya habrá tiempo para hablar de esto".

Estoy conmocionada, tratando de entender el mensaje. Pero como siempre llega alguien interrumpiendo mis pensamientos.

—Eleanor que bueno que te encuentro, quiero darte mi pésame por lo de Fátima... Siento no haberlo hecho antes, es que realmente me afectó su muerte. Y más ese día porqué...

Yo no puedo entender las palabras de Cristian, estoy aturdida, no puedo pensar con claridad.

—¿Te sucede algo? ¿Por qué tienes esa mirada de odió? —Pregunta Cristian confundido.

Clavo mi mirada en él pero antes de que le diga algo de pronto llega la detective Julieth Campbell con otros detectives y policías.

—Señor Cristian Anderson.

—Si soy yo —contesta Cristian.

—Está detenido porque se le acusa de asesinato en primer grado y por la venta de sustancias ilícitas —procede la policia a esposarlo, estoy en shock—. Tiene derecho a permanecer en silencio. Cualquier cosa que diga podrá ser utilizada en su contra en un tribunal. Tiene a la asistencia de un abogado durante su interrogatorio. Si no puede pagarlo, se le asignará uno de oficio.

Miro que Cristian está en estado de shock al igual que yo, tiene los ojos agrandados y la cara pálida. No pone resistencia a su arresto.

—Ele te juro que yo no fui.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora