Si algún día no aparezco

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Colocando un pequeño cactus en el ventanal de su sala, al lado deja una nota escrita, Caleb.

"Cuando esté cactus florezca, ese día volveré"

Después de aquel crudo momento con sus subordinados Caleb se dispuso a volver a la ciudad. No es que a él le sastifaciera matar sin motivo alguno, solo lo que tiene claro es que personas así siempre serán peligrosas. Que en cualquier momento estarían dispuestos a traicionarlo, él no se puede darse el lujo de ser vulnerable. Demostraron que no estaban de su lado. Sino del que más le convenía, el dinero.

Toma su celular y llama a Ele pero no hay respuesta, por lo que decide ir a buscarla a su casa a pesar que ya es de madrugada. Toca la puerta y quién lo recibe es el padre de Fátima, el señor Jorge quien ya va de salida.

—¿Pasa algo? —pregunta Caleb preocupado al ver su rostro de angustia.

—Que oportuno Caleb, que bien que estás aquí... Imelda no se siente bien y no sabemos dónde está Eleanor, perdí su ubicación hace una hora.

—¿Cómo?

Eleanor había estado averiguando junto al señor Jorge todo esté tiempo. Para su propia seguridad siempre le enviaba su ubicación en tiempo real al señor Jorge. Un mecanismo de prevención. Eleanor siempre supo que tal vez ella sería la siguiente, que Esteban algún día iría por ella. Podría ocurrir en cualquier momento. "Si algun día no aparezco, no duden en buscarme... Yo nunca los preocuparía en vano", les decía Eleanor a su madre y al señor Jorge, a las únicas dos personas que ella creía que le quedaban.

Si bien el señor Jorge aún no sabía que Esteban era el asesino, porque Ele pensó que era mejor omitirlo. Hubiera sido una gran imprudencia, el señor Jorge lo más seguro que por él mismo al enterarse hubiera matado a Esteban. Para la ley nunca debes tomar la justicia con tus propias manos, Ele quería evitar que el señor Jorge terminará detrás de las rejas. Le prometió a Fátima que no lo dejaría solo y que lo cuidaría, ella cumplirá su promesa.

—¿Cuál fue su última ubicación? —pregunta de nuevo Caleb.

—En una fiesta de la universidad, en una casa a las afueras de la ciudad. Ella aviso que unos compañeros de clase la iban a traer a casa ya que su auto se quedó sin energía. Pero ya debió de haber llegado. No responde llamadas.

Caleb siente un hueco en su interior.

El señor Jorge le muestra la última ubicación de Eleanor a Caleb. De inmediato Caleb descarta la posibilidad de localizarla con el GPS del auto. Por lo que opta por llamar a esos compañeros de clase. Pudo conseguir los números telefónicos gracias al director Richmond, ya que la universidad tiene registrados esos datos en caso de emergencia. Después de varias llamadas al fin respondió el compañero que dejó varadas en medio de la carretera a Marianne y a Melanie.

—¿Dónde dices que las dejaste? —pregunta alterado Caleb.

Desde el sofá de su casa Imelda mira preocupada a Caleb, siente el alma en un hilo.

—Envie a alguien de confianza por ellas. —le responde apenas adormilado el susodicho.

Caleb frota a sus sienes.

—¿A quién? —se teme lo peor.

—A Esteban, a su amigo.

—Imbecil.

Cuelga.

—¿Sabe dónde está? —pregunta preocupada Imelda y el señor Jorge.

—Una compañera de clase bajo en medio de la carretera, Eleanor se quedó acompañándola. Esos bastardos las dejaron allí —aprieta los puños con fuerza— Enviaron a Esteban por ellas.

—Entonces están bien —exhala de alivio el señor Jorge.

Caleb tensa el rostro, palidece. ¿Cómo decirle que el mejor amigo asesino a su hija, a quien también veía como un hijo?

—¿Por qué pones esa cara? —Jorge en el fondo sabe la respuesta pero no puede lograr descifrarlo del todo.

—Apresuremonos, no hay tiempo que perder. Llame a la detective Julieth Campbell para que nos puedan ayudar a localizarlas. En estos casos nunca sobra ayuda.

Con eso Caleb le dijo todo al señor Jorge.

Caleb vuelve a su casa para tomar algunas herramientas que le servirán muy bien. Llama a Edwin para que movilice a sus hombres.

En un auto recorren la carretera Caleb y Jorge, tal vez Esteban no las haya llevado lejos de allí.

...

En una fábrica abandonada, húmeda con un olor putrefacto que proviene del drenaje inunda las fosas nasales de Eleanor y Marianne. Ellas se adentran al lugar amenazadas por Esteban que va detrás apuntándoles con el arma.

—Siempre supe que vendrías por mí Esteban, te he estado esperando —le dice Eleanor— eres realmente estupido ¿Realmente crees que está vez también saldrás ileso? Escogiste a tu peor víctima. Nunca debes escoger a una presa que esté más arriba de la cadena alimenticia que tú.

—Eres patética.

Avanzan unos pasos más en un espacio oscuro, Esteban está justo atrás de ellas. Eleanor estaba esperando el momento justo para hacer esto. En un rápido movimiento gira su cuerpo y levanta su pierna en un ángulo de 180° grados pateando la mano de Esteban dejándolo desarmado. Esteban se enfurece y sin pensarlo se lanza contra Eleanor tumbandola al piso. Era precisamente eso lo que ella planeaba, enreda sus piernas en el cuerpo de Esteban con fuerza, dejándolo inmóvil.

—¡¡Corre!! —grita Eleanor dirigiendose a Marianne.

Marianne por un momento se queda congelada tratando de reaccionar. Vuelve a gritarle Eleanor.

—¡¡Huye!!

Al fin Marianne reacciona y sale corriendo hacia la salida. Esteban trata de desatarse de Ele, pero el agarre de ella es fuerte.

Él comienza a extrangularla. Ella poco a poco pierde la fuerza de sus piernas. Él queda hincado con sus rodillas tocando el piso y encima de Ele

"No puedes luchar contra mi fuerza pero si puedes ser más inteligente... En una pelea, más que fuerza se necesita agilidad e inteligencia. Tu oponente puede que sea más fuerte pero a esos dos componentes no los supera... Con agilidad esquivaras sus golpes, y con inteligencia usarás tu fuerza para aplicarla en sus puntos débiles", Eleanor recuerda las enseñanzas de Caleb.

Eleanor impacta con sus manos los brazos de Esteban aflojando su agarre, libera su cuello. Ella con su pie derecho empuja la rodilla de Esteban que está tocando el piso, con su empuje hace que él pierda el equilibrio. En un rápido movimiento se rota quedando ahora ella encima de él. Sin duda se pone de pie e intenta correr para tomar el arma pero Esteban la toma del pie impidiendoselo. Lamentablemente él se levanta y la arrastra hasta la parte baja de la fábrica donde habitan una gran cantidad de ratas.

—Antes de que te maté, te haré sufrir. A ningúna de mis víctimas les he dado una muerte sin dolor. Si a Fátima aún con un arma no tuvo una muerte rápida, tu tampoco la tendrás.

—¡¡Eres un maldito bastardo!!

Sin más la lanza por unas escaleras que provoca que ella ruede por ellas, ocasionandole leves fracturas. Llega al suelo, y una ratas pasan por encima de ella. El corazón de Ele se agita.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora