Después de la tormenta

278 17 0
                                    

Eleanor

Mire a mi madre tirada en la cama de un hospital, nunca me imaginé verla de esa forma, no era la madre que conocía, la que siempre me miraba con una sonrisa, sana y fuerte. Ella había perdido los ánimos, estaba cediendo ante esa cruel enfermedad. Su suplicio por quererse recuperar, me... Acabo, "Ele ya no quiero estar así, no quiero estar enferma, quiero estar bien... Ya no quiero seguir vomitando, duele, duele que no pueda ni siquiera comer, este cuerpo ya no me funciona" Las lágrimas me amenazaban con salir a flote al escucharla, pero no, no quería llorar en frente de ella, tenía que ser fuerte. Ya era suficiente con lo que ella estaba pasando para que encima viera a su hija débil. Tocaba sus brazos tratando de consolarla pero eso aún mas me entristecía a mí, su piel estaba flácida, su carne se sentía como gelatina. Por cuánto dolor no estaba pasando. Demonios, mi madre se estaba muriendo lentamente. Deseaba que su dolor desapareciera, odie que en todos mis intentos para hacerla sentir mejor fallaran. ¿Que hacía? En serio no sabía más que hacer más que acompañarla. ¿Por qué tenía que pasar ella por algo así? ¿Por qué me tuve que enterar en el peor momento y después de tanto tiempo? Realmente me sentí culpable, miserable por no haber estado con ella antes. ¿Que tipo de hija era? Debí de haber indagado más y no conformarme con lo que ella me decía.

Me resultó extraño lo que dijo mi madre en unos de los tantos días que estuve con ella en el hospital "No lo culpes por no decírtelo, yo sé lo pedí. Él solo respeto mi desición, todo el tiempo que fingí mi enfermedad el estuvo en las noches acompañándome en el hospital, otras veces Fátima o Jorge... No los culpes" Al escucharla se me quebraron los ojos, Caleb lo sabía, esas noches que lo perturbaba con mis preguntas absurdas por querer saber dónde estaba en realidad además de estar investigando sus asuntos también estaba acompañando a mi madre en su enfermedad, lo extraño ahora más que nunca. Admito que por un momento sentí un leve resentimiento por omitirmelo, yo debía saberlo, pero pude recapacitar. Esa fue la desición de mi madre, los demás solo optaron por respetar su voluntad. Agradecí qué mi madre no haya tenido que pasar por todo sola durante mi ignorancia, en verdad valore que ellos la apoyaran, algo que llevaré en mi corazón y nunca olvidaré.

Después de unos duros días en el hospital acompañando a mi madre regresaba en el autobús hacia a casa con las energías desgastadas y con unas ojeras que delataban ese cansancio físico y emocional. Regresaba para darme un baño y dormir un poco. Al bajar del autobús por cosas del destino, me encontré de sorpresa a la señora Emma, verla, no sé, me alegro, me dio tanto gusto verla. Nos habíamos topado de frente, sin decirlo corrimos a abrazarnos. Ese abrazo me rehabilitalizo y me subió un poco los ánimos. Creo que fue un regalo del cielo, que sin saberlo en verdad necesitaba un abrazo. Esas pequeñas cosas son las que en verdad valen la pena en la vida, las sutiles señales que me hacen creer en Dios.

Seguia transcurriendo el tiempo...

Para mi mala suerte no era compatible con mi madre, no era opción poderle donar mi médula ósea. Pasaron tan solo otros dos días y milagrosamente apareció un donante, pensé que quería dinero a cambio, lo cual no tenía. Pero no, él solo quería ayudar. Ese gesto me volvió a tener un poco de fe en la humanidad.

Pasaron algunos meses para que mi madre pudiera recuperarse por completo. Agradecí a los cielos, a la vida, a Dios por no quitarme a mi madre. Por quién me mantenía de pie. Volver a verla sonreír le trajo un poco de felicidad a este frío corazón. El sol irradiaba ese día que salimos del hospital, sus rayos calientes calaban en mis mejillas, aunque fue un poco molesto, eso me hacía sentir viva de nuevo. Pues si después de una tormenta el sol siempre brilla y viene la calma. Todo se estaba acomodando poco a poco en mi vida.

Yo nunca deje la universidad, me esforcé en terminarla. Con ayuda del señor Jorge y del director Ritcmond que se turnaban junto conmigo en el cuidado de mi madre pude terminar este año de universidad, el último. Tampoco puedo negar que Cristian estuvo acompañándome en estos tiempos difíciles, su compañía me hacía sentir menos sola.

Afortunadamente Cristian pudo salir de la cárcel después de demostrarse que fue Esteban quien asesino a Fátima. Fue bastante difícil el juicio contra Esteban, no todas la pruebas fueron validadas, pero una que presente fue la que llevó a cabo su tumba. Aquella camioneta vieja, digo clásica, de un pobre anciano que se quejaba, él mantenía una cámara oculta que firmaba a dirección de aquel parque, donde se cometió un asesinato. Fue difícil reencontrarme con el anciano, él no vivía en el suburbio sino en la profundidad del bosque en una cabaña. Solo iba a la ciudad un par de veces al año, causa por lo que no se había enterado de aquel asesinato, de lo contrario hubiera otorgado la memoria de su cámara. Después de una exhaustiva búsqueda con Cristian pude encontrarlo, después de mi explicación sin problema me entrego la memoria. Y como lo pensé, si había grabado el asesinato de aquella chica, se miraba claramente como Esteban era quien la asesinaba. ¿Quién pensaría que una camioneta vieja albergaba una cámara oculta? Ni siquiera el asesino de California lo pensó, él que se aseguraba de siempre hackear toda cámara para no dejar rastro alguno (Razón por la que nunca tome como posibilidad de que Noel fuera el asesino de Fátima, él idiota esa vez que nos atacó a Fátima y a mí no le importo que hubiera cámaras firmandonos, además lo más seguro es que Caleb se había encargado de ese tipo).

Para rematar con esa prueba, un testigo que miro a Esteban, confirmo que efectivamente se trataba de él, "El hombre de negro", su misma complexión y estatura lo delató. Fue así como a ese imbécil le dieron pena de muerte, ahora más que nunca me odia. Sobre todo porque como lo abverti ha ido perdiendo la movilidad de sus piernas y extremidades. Dicha sentencia le trajo un poco de paz a las familias de las victimas como a la señora Emma y al señor Jorge, quienes estuvieron muy atentos al proceso penal, nunca se rindieron para hacerle justicia a sus hijas, los admiro.

...

Siempre he dejado las cosas claras con Cristian, hubo un tiempo que quise alejarlo de mí, no quería que fuera mi pañuelo de consuelo, no quería utilizarlo.

~Flashback~

—Lo siento, yo no quiero que tú seas mi pañuelo de lágrimas Cristian, yo no quiero utilizarte... No quiero hacerte falsas ilusiones, entre tú y yo nunca pasará nada y está es de las pocas veces que me atrevo a decir la palabra "Nunca"... Eres un buen chico, mereces a alguien que en verdad te ame, es con quién debes compartir tu tiempo, no desperdiciarlo conmigo.

—Que tonta eres. Nunca sería un desperdicio pasar tiempo contigo, piensas que yo te estoy ayudando, cuando en realidad es al contrario, eres tú quien en realidad me está ayudando... Verte es doloroso porque aún te amo, pero verte me sirve porque cada vez que te veo me recalcó que nunca me amarás, y eso es lo que necesito, hacerme a la idea que nunca habrá lugar para mí en tu corazón... Superarte Ele.

—Espero de corazón que en verdad que así sea... Y si existe un lugar en mi corazón para ti, como un amigo.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora