Varadas en medio de la carretera

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En una bodega donde los rayos tenues del sol que anuncian que está apunto de terminar el atardecer, esa luz tenue entra e ilumina el lugar. Atados a unas sillas, cuatro hombres permanecen inmóviles con profundas heridas de torturas.

—Tenga piedad con nosotros por favor —apenas a ese hombre torturado le salia la voz.

—Eso debieron pensar antes de desobedecer mis órdenes.

—Creímos que hacíamos lo correcto, se trataba de su esposa.

—¿Por quien pague para que cuidarán? ¡¡Contesten!! —ordeno el hombre con irá.

Esa voz hizo que la piel de los hombres se erizara del miedo y sacudiera a sus cuerpos en un temblor.

—Por la señorita Eleanor... —apenas contesto uno en un susurró.

—Pero por supuesto se les olvidó cuando "mi esposa" puso un fajo de billetes frente a sus ojos. —El hombre saco su arma de la parte trasera de su pantalón donde la tenía escondida, la alzó en el aire y libero la corredora hacia atrás, cargando un cartucho. Los hombres al escuchar ese sonido pasaron saliva, Caleb ante esto dibujo una leve línea en las comisuras de sus labios hacia arriba sonriendo de forma siniestra— ¿Saben en el dilema que me han ocasionado con mi mujer? Nunca debieron vender su lealtad.

Sin más estiro su brazo apuntando a la frente del primer hombre y jalo el gatillo sin parpadear. Del agujero de la frente del hombre (ocasionado por el disparo) se le corrió la sangre y su cabeza cayó hacia un lado sin vida. Caleb así siguió con los demás hasta dejar a ninguno sin respirar. En cada disparo resonaba el eco de las detonaciones por todo ese lugar vacío. En ningún momento flaqueo. Aunque su rostro era sombrío y frío, sus ojos resaltaban su mirada que era como la misma lumbre del fuego que ardía en llamas, la mirada de un demonio.

De pronto se acerca otro hombre como si nada, sin temor alguno checando algo en su tablet como si lo que acababa de presenciar fuera algo de lo más normal.

—¿Regresaras con Eleanor verdad? —pregunto Edwin.

—Por supuesto, no puede estar sin protección y más si el asesino es Esteban. No puedo confiarle a nadie su seguridad —le dirige una mirada asesina a unos subordinados que están a unos metros—. Recuerden esto, es una prueba de que en mi naturaleza no está el perdonar.

...

La música retumba en los oídos de Eleanor, ya no soporta estar aquí, en esta asfixiante fiesta llena de estudiantes alcoholizados y drogados que están alrededor de una alberca, está fiesta se está llevando a cabo en una gran casa. El frío de la oscura noche cala en sus huesos.

Para mala suerte Eleanor Esteban no se ha aparecido en toda la noche. Por lo que solo se  concentra en su segundo objetivo, Marianne.

Eleanor mira desde la distancia a Marianne que está hundida en otro mundo.

Marianne resiente las miradas de Eleanor, se acerca a ella.

—¿QUE ME MIRAS PERRA? —Marianne le pregunta en un tono desafiante.

—La vista es libre, yo puedo mirar lo que se me de la gana —Eleanor responde en un tono frío.

—Tu no perteneces aquí ¡¡Lárgate put@!!

Ele sonríe, no le afectan sus palabras.

—Me iré cuando se me plazca.

—Bien, entonces tendrás que soportar tu humillación... ¡¡Escuchen todos!! —el volumen de la música disminuye considerablemente, y todos ponen atención en las dos chicas— Eleanor, está que se hace pasar por santa... Esta gran put@ de mierda se metía con nuestro profesor Caleb... Eres una cualquiera, una alumna con un profesor —Rie a carcajadas Marianne.

Todos observan a Eleanor de forma despectiva, como reprobando su acto.

—Querida te está saliendo sangre por un lado de tu boca —Marianne todavía se toca el rostro, Eleanor resopla con ironía— Pobre idiota ¿Entonces si tú lo haces está bien pero si yo lo hago está mal? Estúpida doble moral que te cargas. ¿Se te olvida que hace meses andabas de arrastrada detrás de él?... Querida esta claro que te mordiste la lengua...

En un momento de enojo Marianne se lanza hacia Eleanor intentando golpearla en la cara. Ella la esquiva y la toma por el brazo torciendoselo por la espalda.

—¡¡Ahh!! —grita Marianne de dolor.

—Ay la pobre perra no soporto... —retuerce más su brazo, se acerca a su oreja y le susurra—. Que no esté Fátima no significa que podrás llenar tu vacío sobajandome. No te vuelvas a meter conmigo o te irá peor, ya no soy la misma pendej@ que humillabas en secundaria... —Por último la empuja y está tropieza cayendo al suelo, todos comienzan a reírse de Marianne.

El que Ele no sea el objeto de burla no hace que esto le complazca y ría con ellos. Eleanor alza sus manos y para sus dos dedos medios mostrandoselos a todos.

—Esto es para ustedes pendej*s de mierda que disfrutan del dolor ajeno.

El tiempo siguió transcurriendo. Eleanor pensó que todos la odiarían pero no fue así, sin querer se ganó la admiración de todos por su valentía. Mientras tanto Marianne se siguió perdiendo en los efectos de la droga.

Cuando Ele estaba a punto de irse noto que el auto se quedó sin carga, se lamento por ser tan tonta al olvidar pasar a cargar el auto en la electrolinera. Un taxi o Uber no pasaría por ella a altas horas de la noche y menos en un lugar alejado de la ciudad. No le quedo opción más que pedirle a unos de sus compañeros que la llevará a casa.

Dentro de un auto con muchos alumnos ebrios Ele compartía esos momentos horribles. Sumándole que en el mismo auto estaba Marianne fuera de si. Ella comenzó a insultar a todos sus compañeros como lo hizo con Eleanor. "Los odio" "No puedo seguir al lado de ustedes perros traidores". Él conductor se arto de escuchar a Marianne y le dijo: "Ya cállate o te bajaré aquí en medio de la carretera". Respondió Marianne: "Hazlo imbécil". Él conductor trato de ignorar a Marianne pero ella siguió "¡¡DIJE QUE LO HICIERAS IMBECIL!!''. De repente el conductor dio un gran afrenon haciendo que por inercia todos cayeran hacia al frente. "Cómo quieras, entonces ¡¡Baja!!" Ordenó con irá el conductor. Marianne se preparo para salir del auto. Pero a Ele no le pareció esto. "Oigan esperen, no pueden dejar que baje" dijo preocupada. Interrumpió otra compañera, "Ya la escuchaste, es ella quien quiere bajar, está insoportable, no podemos seguir tolerando todos sus insultos" "Entiendo, pero ella está drogada no sabe lo que dice ¿Que no es su amiga? ¿Cómo pueden dejarla bajar en medio de la carretera en esta fría noche y más en ese estado? Es peligroso". Sus compañeros se quedaron en silencio y solo dejaron que Marianne bajara. "¿En serio no les importa", volvió a preguntar Eleanor, los miro decepcionada a su falta de respuestas. "Bien, yo no puedo ser como ustedes, no puedo abandonar a una persona indefensa a pesar de que la detesto, no soy tan inhumana" Eleanor se pone de pie y abre la puerta saliendo del auto. "¿Estás segura?" Le pregunta el conductor por la ventana. Ella no dice nada. "Enviaré a alguien de confianza por ustedes", le dice él conductor y después arranca el auto.

Marianne está sentada en una piedra a la orilla de la carretera, Eleanor se acerca a ella y saca su teléfono intentando tomar señal. Es en vano. Alrededor está vacío ni siquiera hay un alma en pena deambulando, solo están ellas dos varadas en medio de la carretera y de la nada.

—No debiste bajar, debiste irte con ellos —le dice Marianne con la mirada perdida.

—No pude, no me perdonaría si te pasara algo malo.

—Eres una tonta ¿Por qué te arriesgas por alguien que no vale la pena?

Ele se queda en silencio.

—Porque si yo hubiera estado en tu lugar hubiera querido que alguien me acompañará... Marianne tu eres mucho más de lo que muestras. Ya no te hagas daño.

Un leve viento recorre la espina dorsal de Eleanor, esto le causa un escalofrío y un mal augurio.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora