Te amo.

705 33 4
                                    

Eleanor

Después de ese viaje astral por los lugares más recónditos de la razón de mi tristeza, me dispongo a pagar la luz de mi habitación.

Pero justo en ese momento, mi celular timbra, es una llamada de Caleb.

Contesto pero me quedo en silencio.

—¿Sigue enojada mi niña mimada? —Me pregunta con ternura.

—No —Contesto serena.

La verdad a mí el enojo se me suele pasar rápido, así como me enciendo así me apago, en pocas palabras soy como un cerillo.

—Entonces ¿Por qué sigues despierta?

—¿Cómo lo supiste?

—La luz de tu habitación sigue encendida, te miro desde la ventana de mi habitación.

Me acerco a mi ventana para confirmar que en realidad este allí, y así es, allí está.

—Mmm te tengo tan cerca pero a la misma vez tan lejos. —Le digo melancólica.

—Eleanor ¿Por qué no te has dormido? —Vuelve a preguntarme él.

Doy un suspiro.

—No puedo dormir.

—Siendo así, platiquemos hasta quedarnos dormidos.

—De acuerdo.

Los dos nos quedamos de pie justo en nuestras ventanas charlando, nos observamos sin apartar la vista del uno del otro.

...

Ha pasado un largo instante desde que comenzó esta conversación.

Me estoy deleitando con la hermosa vista que él me brinda, desde este punto puedo ver sus ojos grises brillosos que hacen una perfecto contraste con la oscuridad de la noche.

—Me encanta que mi maestro sea mi vecino. —Le digo fascinada.

—Aqui no soy tu maestro, soy tu novio. —Dice el hombre ofendido.

—Entonces me encanta que mi novio sea mi vecino, así puedo verlo desde mi ventana.

—Eleanor tengo mucho sueño, me iré a recostar a la cama.

—Esta bien.

Él desaparece de mi vista, yo hago lo mismo y me acuesto en la cama.

—¿Sigues ahí? —Le pregunto.

—Si —Su voz suena apagada.

—Caleb colgaré para que descanses.

Ya no recibo contestación, supongo que se quedó dormido, decido colgar.

Pasan unos minutos, cierro los ojos pero un forcejeo en la puerta hace que los abra de nuevo, el miedo empieza a invadir mi cuerpo.

¿Quién será?

No, no, no, alguien ha entrado a la casa, escucho el ruido de unos zapatos dirigiéndose a mi habitación.

Tiemblo.

Logro disipar un poco de mi miedo, no lo pienso más y tomo la lámpara que está en mi buró.

Me paro justo en la puerta de mi habitación en guardia, cierro los ojos del miedo, escucho la perilla de la puerta girando, mi corazón late con fuerza.

Al escuchar que el rechinido de la puerta se detiene completamente, sin pensarlo me lanzó a dar golpes sin parar.

—¡¡Ahhh!! —Grito como loca.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora