Una tarde-noche ajetreada

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Eleanor

En un día cualquiera y común, pasando la tarde en la casa de Caleb mientras mamá no se encuentra en casa, aprovechamos el tiempo para estar juntos.

Caleb se está dando una ducha, yo lo espero en la cama de su habitación recostada boca abajo alzando mi cabeza y sosteniendo mi peso con mis codos mientras leo un poco alguna historia de mi app favorita. Lo malo de esta app, es que me desespera los anuncios. Pero ya que, se agradece que sea gratuito. Gracias a estas historias que me hacen volar la mente he podido en los momentos depres de mi vida sobrellevar un poco esas tristezas amargas. La lectura para mí muchas veces ha sido "Un salvavidas" Un escape de mi realidad dándome un pase a nuevos mundos y vivencias, me saca de esa oscuridad profunda donde me he visto sumergida. "Leer es como vivir", esto no lo digo yo, lo dice la ciencia. Las emociones que sentimos mientras leemos (angustia, traición, miedo, amor, ect) se procesan como emociones reales porque nuestro cerebro no puede captar la diferencia entre ficción y realidad. Así que, ¿quien dice que no he sido novia de un millonario y guapo CEO? ¡¡Ja!! claro que lo he vivido. No, esperen, si lo estoy viviendo, está vez puedo decir que soy muy afortunada.

Creo que leer puede expandir tu horizonte, pero también creo que puede ayudarte a entender a otras personas en la vida real, le das la oportunidad a tu corazón de entender nuevos mundos que tal vez te hagan sentir empatia, entre más leemos mejoramos nuestra capacidad de comprender a otros.

"Cada cabeza es un mundo, nadie puede saber que guerras se desatan en los interiores de cada uno, por eso nunca es bueno juzgar".

Después de ese breve viaje astral vuelvo a concentrar mi vista en la pantalla de mi celular para seguir con mi lectura. Literalmente puedo leerme una historia en menos de un día, soy una lectora loca. Pero otra vez...

—¡¡Ahhh!!! ¡¡Cómo te odió anuncio!! —Grito con furia y rabia, le pego a la pantalla de mi CEL que ya se trabo— Si yo tuviera la membresía VIP nunca te volvería a ver anuncio. ¡¡Te odió!! Por tu culpa este estupido celular de nuevo se trabo.

Por un momento que estoy discutiendo sola miro en frente los pies de Caleb. Ay no, ¿por qué? Cierro los ojos abatida. Que vergüenza que haya presenciado mis niñerías.

—¿Que ocurre? —me pregunta él.

—Nada importante.

—¿Por qué no me miras?

¿Que le digo? ¿Que por mi alta vergüenza no lo miro?

Abro los ojos y levanto la vista y miro su escultural cuerpo que está enredado a la mitad con una toalla exponiendo su firme abdomen y pectorales. Paso saliva. Que calor y más con ese manjar en frente.

—¿Así está bien? —lo miro fijamente, sino es que me lo estoy comiendo con la mirada.

—Si, mucho mejor... Ahora dime qué ocurre.

Exhaló.

—Solo estoy teniendo problemas con mi app de lectura, tiene demasiados anuncios. Descuida, nada importante. —Me pongo de pie para dirigirme al baño— ya vuelvo.

Necesito bajar mi tensión. Un poco de agua fresca en la cara me relajara.

Unos segundos más y vuelvo a la habitación, sorprendentemente encuentro a Caleb de pie con mi celular en manos ya vestido. ¿Que hace? Me quedo estática. Esto es muy extraño, esto no es de él ¿Revisa mi celular? Nooo, no creo.

—¿Alguien llamo? —supongo eso.

—No. —Se limita a contestar, me entrega mi celular.

Estoy confundida.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora