Insaciable

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Eleanor

Esta clase se está poniendo muy tensa. Caleb no disimula en nada sus miradas lascivas hacia mí. Conozco el significado de esos gestos. Tensa la mandíbula y pasa saliva. Su nuez está más que expuesta. Sé cuáles son sus crueles intenciones: "Torturarme". Y más aún, ha vuelto hacia atrás sus mangas, lo que hace que las venas palpitantes de sus fuertes brazos sobresalten. ¡Dios, qué hombre! Desabotona los primeros botones de su camisa y su firme pecho queda expuesto a la vista de todos. ¿Por qué juega así conmigo? ¿Sabe lo que me provoca? Celos y rabia porque nadie debe de ver eso. Pero qué más da si él pasa tiempo con alguien más. Es en vano ponerme celosa. Además, me deleito con esa linda vista. Ya mínimo ya que no puedo tenerlo.
Es insaciable.
Doy un largo suspiro rendida, pero este ser sigue con su maldito juego de seducción mientras está sentado en su escritorio y todos están con la vista abajo concentrados en el ejercicio difícil que él ha puesto (es obvio que todo lo tenía fríamente calculado). Nosotros dos nos comemos con la mirada. Veo que desliza por sus labios la yema de su pulgar, esos labios tersos carnosos que yo también he acariciado con mis dedos. El recuerdo de esa dulce y placentera sensación de sentir sus labios, no solo en mis dedos sino también entre mis mismos labios. Todo esto hace que me estremezca y me dé un fuerte calor. Deseo probar de nuevo el fuego de su boca, sentir su suave lengua sobre la mía, esa sensación que se siente como un dulce deshaciéndose en el paladar. "Una explosión". "Quiero que su lengua me atraviese y termine por envenenarme hasta la garganta". Lo deseo.
Me desestabiliza todos mis sentidos y razonamiento alguno. Por consecuencia, no soy consciente de mis propios movimientos. Sin querer o controlarlo, saboreo mis propios labios. Mis pupilas están dilatadas y mi respiración es algo agitada. El corazón me palpita con rapidez. Estoy extasiada. Trato de controlarme tronando mis nudillos, pero esto lo empeora todo porque él sabe perfectamente leer mi lenguaje corporal. Sabe que esto significa que estoy perdiendo la cabeza por él.
¡Es un maldito perverso!

Muero por él.

De pronto timbra mi celular, lo reviso y es él molestándome de nuevo, frunzo el ceño.

Su mensaje:

"Te he dicho que puedes ocasionarte una lesión en las estructuras de los ligamentos, un desgaste articular... No estrujes tus dedos, no me gusta verte hacerlo".

Mi respuesta:

"Por eso lo hago, porque sé que lo odia".

Su mensaje:

"¿O no será que en tu intento por controlar tus hormonas lo haces, me deseas?"

Rechino los dientes, termino por escribir molesta, ¿pues qué se cree este, irresistible?

Mi respuesta:

"¿De qué habla, maestro? Alucina, mis hormonas están bien, pero su ego le hace creer lo contrario".

Su mensaje:

"¿Maestro? Puedes decirme por mi nombre, querida alumna... No trates de engañarte, no sabes mentir, tu cuerpo te delata. ¿Cómo explicas tus mejillas enrojecidas? ¿El saboreo de tus labios?"

Mi respuesta:

"Tengo calor y sed". No puedo admitir que tiene razón, no enalteceré más su ego.

Su mensaje:

"Eso es evidente, un calor ocasionado por mí, pero descuida, yo puedo saciar tu sed... Creo que no tengo que darte los detalles, sabes bien cómo lo hago".

Hay maldito, levanto mis vista y veo que arquea una sonrisa retorcida de satisfacción, sus ojos brillan, le encanta molestarme. ¿Qué le hará sentir mi enojo? No se inmuta en ocultar su entusiasmo.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora