El beso que es el si de ser novios.

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El forcejeo sigue.

—Cristian, me lastimas... Sueltame —le suplico entre llorosos...

—No llores Eleanor, no te haré daño... Estás ebria, solo quiero llevarte segura a casa.

Cierro los ojos, todas mis fuerzas se han ido, estoy a punto de ceder e irme con él, pero siento como alguien hace que Cristian suelte su agarre de mi brazo.

Escucho la voz de mi maestro.

—¡¡Dijo que la sueltes!! —Dice con furia, su voz es grave y dura que cualquiera que lo escuchara lo haría intimidar del miedo.

Abro los ojos, confirmo que es mi profesor, me coloca detrás de él interponiéndose entre Cristian y yo. Su aura transmite frialdad pura, tanta que te cala hasta los huesos.

—Otra vez usted maldito profesor —le dice Cristian enojado.

Calep ríe con ironía, se acerca a él y lo toma de los costados de su chaqueta, lo sujeta con fuerza.

—¿Quieres que te enseñe a respetar maldito puberto? —La respiracion de Calep está agitada de la irá, su cara está roja y tiene el ceño fruncido.

—Yo solo quiero llevarla segura a casa —Cristian intenta defenderse de Calep.

Calep no lo suelta, al contrario aprieta más su agarre.

—Dudo mucho que esté segura contigo... Mírate como estás de ebrio, no permitiré que te la lleves.

—¡¡Suelteme!! —Le dice sumamente enojado Cristian.

—Te soltaré cuando yo quiera estupido niño. —De repente Calep suelta su agarre de él pero al soltarlo su empuje hace que Cristian caiga en la tierra ensuciandose— ¡¡Largo!!

Le grita furioso Calep.

Cristian solo se levanta, antes de irse le dedica una mirada de odio.

Yo sigo detrás de mi profesor, se gira a verme.

—¿Estás bien? ¿Te ha lastimado? —Me pregunta, su voz es tenue, parece preocupado.

Niego con la cabeza, no espero a que él diga algo más y solo me lanzó a su cuerpo abrazándolo, me acurrucó en su regazo, él me corresponde rodeandome con sus firmes brazos. Me limito a disfrutar de su cálido toque, respiro su aroma que me da paz.

Me retiro de él para verlo a los ojos, necesito ver esos ojos grises.

—Gracias. —Mantengo mis manos a los costados de su abdomen.

—Te has puesto en peligro, has sido muy imprudente de tu parte venir...

No espero a que termine de regañarme cuando me paro de puntillas rodeando su cuello con mis brazos y manos, le estampó un beso en los labios, vaya que se sorprendió porque mantiene sus ojos muy abiertos, yo cierro los míos, pero este beso es diferente, en pocas palabras muy torpe de mi parte ¿Cómo rayos se besa? Me preguntó. Siento que él comienza a corresponder a mi beso, gira un poco su rostro hacia un lado y sutilmente introduce la punta de su lengua en mis labios entreabiertos, saborea cada parte dentro de mí boca, su lengua la siento tan suave, húmeda y caliente, se mueve con agilidad.

 Siento que él comienza a corresponder a mi beso, gira un poco su rostro hacia un lado y sutilmente introduce la punta de su lengua en mis labios entreabiertos, saborea cada parte dentro de mí boca, su lengua la siento tan suave, húmeda y caliente...

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Una magnífica escena en frente del circo, un lindo fondo.

Todo mi cuerpo vibra, no me canso de besarlo pero mis pulmones si lo hacen, necesito respirar, lo golpeó en el pecho para que me deje de besar, me suelta.

Tomo una gran bocanada de aire.

—Casi me matas, me estabas ahogando.

—Exageras, fue un leve beso... ¿Eleanor recuerdas lo que te dije?

—¿Que cosa?

—Has aceptado tu propio infierno —oir esto me hace tener como una especie de dejá vu—. Eres mi novia ahora.

—Ahhhh —rio, rasco mi cabeza—, es verdad.

—No hay vuelta atrás. —Fija sus ojos en los míos y dice con seriedad.

Él toma mi mano con delicadeza.

—Debes de descansar, vamos a casa.

Caminamos unos pasos pero mis ojos se sienten tan pesados.

Tiro del saco de él.

—Profesor.

—Si.

—Tengo mucho sueño.

En un rápido movimiento me sube a su espalda, me carga.

—¿Por qué hizo eso? —Lo cuestionó, mi voz cada vez suena más apagada.

—Estas muy ebria, mejor duérmete.

Obedezco a sus palabras, recargo mi rostro en su hombro y se siente tan cómodo. El alcohol sigue tan latente en mi cuerpo que ya no lo soporta más, caigo desmayada.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora