Desperté en una cama de hospital, lentamente me acostumbraba al resplandor de la luz solar. ¿Realmente paso eso? Quise levantarme enseguida, pensé que Caleb había muerto, pero mi madre me detuvo y me abrazo con fuerza. Sentí el alma desgarrada. Creí que ya no podría vivir. Así siguieron transcurriendo los días, a veces no quería despertar, solo seguir durmiendo para no ser consciente que ya no lo vería más, pero así mismo cuando llegaba la noche le temia, tenía miedo de quedarme en la cama a oscuras porque era certero que no dormiría enseguida, que al contrario tardaría mucho tiempo en conciliar el sueño, estaría sobre pensando todo el dolor, cada minuto se sentía como una eternidad.
Y cuando al fin conciliaba el sueño ya era de día, por primera vez odie el canto de los pájaros, para mí era el canto que me estaba destruyendo. Dormía hasta medio día desperdiciando mi vida.
"Me estoy matando poco a poco, el no dormir me está dejando sin vida, sin energía, sin ganas de nada. Solo quiero dormir pero eso es imposible, siento que la única solución para tener un sueño profundo es apagar esta vida".
Eso era lo que pensaba. El tiempo era agotador, interminable, al parecer. Deseaba salir huyendo a dónde sea porque sentía que ni siquiera cabía dentro de mi propio cuerpo, el dolor me abarcaba por completo. Quería que el alma se me dejara de desvanecer.
Ese dolor se apaciguó un poco cuando al fin comprobé que él no había muerto. Pero eso no duró mucho porque se intensificó al pensar que él estaba con su familia, esa familia con la que alguna vez yo creí que tendría con él.
Sin embargo tenía que seguir adelante, tenía que soltarlo. Soltar eso que jamás podría ser.
Dolía mucho, bastante...
Trate de continuar con mi vida cotidiana, pero cada rincón que miraba su recuerdo se me pasaba por la cabeza. Él me había enseñado todo, menos a como vivir sin él. Su ausencia pesaba tanto, mi alma no quería dejarlo ir, alrededor solo había dolor y desesperanza ¿Por donde empezaba de nuevo si todo había acabado?
Me estaban invadiendo esos días tristes, quería volverlo a ver, tanto que se estaba convirtiendo en una obsesión. Nunca imaginé lo que era verdaderamente estar sola, yo conocí la verdadera soledad después de él. Lo necesitaba para estar feliz.
La vida seguía pasando, el tiempo nos estaba dejando atrás, el tiempo no paraba. Pensar en ello dolía más ¿Lo nuestro solo sería el recuerdo de un amor de juventud?
Me preguntaba que sería de él, si pensaba en mí. Quería que alguien me contara de sus días, como estaba.
Hubo momentos que se me cruzó por la cabeza drogarme, beber alcohol hasta perder la consciencia para mantenerlo fuera de mi mente. Él se había ido y yo solo estaba tratando de olvidarlo, era muy injusto. Nunca me atreví a hacer tales cosas, pero eso no hacia falta para destruirme. Mi cuerpo se sentía cansado por el insomnio, enfermo. Cosas tan básicas se me complicaban, el como vestirme, cepillarme los dientes, comer, a mi me daban pereza. Por supuesto, no me rendí. Fui recuperandome poco a poco con esas mismas cosas básicas "Vivir un día para mí se convirtió en un logro". Al fin lo estaba soltando.
Al poco tiempo me enteré de la enfermedad de mi madre. Tuve que volverme fuerte por ella.
Entre tantos de esos días de vez en cuando recaía, mi cuerpo lo clamaba, quería colgarme de él, abrazarlo, que me cargará en sus brazos para poder sentir su respiración y temperatura. Fundirnos en uno solo. Me prometí que si alguna vez la vida me daba esa oportunidad de volverlo a tener nunca más lo soltaría y me aferraria a él.
Abro los ojos lentamente.
Caleb está caminando conmigo en sus brazos, con los mios yo rodeo su cuello.
—¿No es un sueño? ¿En verdad estás aquí?
—Si, y para siempre... —me aferró a él con fuerza.
Desde este ángulo sus ojos agrizulados brillan como las estrellas mismas. Alrededor está oscuro, estamos en la pista de aterrizaje.
—¿Ya estamos en Nueva York? —mi mente se logra aclarar.
—No.
—¿Por qué no estamos aún allí? Creí que te urgía regresar.
—Solo llegarás a esa ciudad como mi esposa, quiero que te cases conmigo Eleanor. —Suena con una firmeza inquebrantable, una seguridad que me contagia.
Siento el corazón desbocado, se me saldrá por la boca de la emoción que siento.
—Esta bien, pero primero cuando despierte quiero estar sobre una cama bien descansada para lucir perfecta, así que bye, cerraré los ojos. —Cierro los ojos y me acurrucó en su pecho. Me pierdo en el desván de su cuerpo que me contiene. Me siento fugaz, brillante.
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Mi Maestro Es Mi Vecino
Mistério / SuspenseEleanor se esfuerza en sus estudios, cursa su cuarto semestre en la universidad. Hace unas semanas ha llegado un nuevo maestro a impartir clases, quien le desconcierta, sus actitudes misteriosas han despertado su interés sobre él. Y por si fuera poc...