Los últimos fragmentos de mí

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Eleanor

Ha pasado una semana desde que ocurrió esa tragedia, mejor dicho ese cruel asesinato donde me arrebataron a una persona que quería con todo mi corazón, nunca imaginé que ese día sería la última vez que nos veríamos. De haberlo sabido tal vez le hubiera dicho que extrañaría pasar todos esos momentos a su lado y también que la vida nunca sería la misma sin su presencia en este mundo. Desde ese día nunca he vuelto a sonreír igual.

Ese día fueron los últimos fragmentos de mí, de esa antigua Eleanor.

Era una mañana común, recién despertaba. Había tenido un pésimo insomnio que se notaba alrededor de mis marcados ojos ojerosos. Estaba triste pues el día anterior había discutido con Caleb, mantener distancia con él me enfermaba de dolor.

Me aliste para ir rumbo a la universidad, había quedado con Fátima que nos iríamos juntas, ella pasaría por mí.

Estaba justamente en frente del espejo cuando escuché un toque en la puerta, indique que pasará. Me imaginaba quien era.

Al abrir la puerta la cara de quién me miraba era de horror.

—¡¡Señora Imelda!! ¡¡Venga por favor!! —Grito Fátima escandalizada, llamaba a mi madre..

Mi madre llegó enseguida por el tremendo grito que pego Fátima. Mi madre me miro espantada.

—¿Que hiciste Eleanor? Arruinaste tu cabello. —Dijo mi madre.

Oh, en mi deseo de salir renovada con una nueva imagen queriendo mejorar mi pésimo estado de ánimo arruine mi fleco, creí que podía cortarlo por mi misma, grave error.

—Ya no me hagan sentir peor y mejor ayúdeme a arreglarlo.

Minutos más con ayuda de mi madre y Fátima pude enderezar un poco mi fleco pero aún me sentía rara, al ver el resultado final de inmediato me arrepentí. Mi única opción era usar un gorro negro para que no se notará mi desastroso cambio.

¡¡Ah!! Fátima no se paraba de reír de mi desgracia durante todo el camino hacia la universidad.

—Que tonta eres... ¿Cómo pudiste arruinar tu cabello de esa manera? En serio ya se atrofio tu cerebro.

—Recuerdame en qué momento te di la libertad de llamarme tonta, recuérdamelo por favor porque en serio no lo recuerdo —bufé enojada.

—Ya, ya, ya no te enojes... Te ves linda.

—Aja, no trates de arreglar lo que ya dijiste Fátima. No se puede cambiar lo que ya se dijo.

—Ok, entonces perdón.

Permanecimos en silencio por un breve tiempo hasta que sonó el timbre de mi celular, era un mensaje entrante. Enseguida revise y era de un número desconocido. Decía lo siguiente:

"Hola Eleanor, tú no sabes quién soy, pero yo sé perfectamente quién eres tu. Se que estás buscando pruebas del asesino que ha estado acechando la ciudad, mismo que es el culpable de la muerte de Melanie. Si te interesa obtener pruebas te miro en dos horas en el parque que está cerca de tu casa. No te preocupes por encontrarme, yo te encontraré a ti. También quiero ayudar en esta lucha de justicia".

Entre más leía mi corazón más se aceleraba, me preguntaba "¿Quién es está persona?" "¿Realmente tendrá pruebas?" "¿O se tratara de una broma?" Me había quedado estática por tal conmoción.

—¿Que te pasa? ¿Por qué te has quedado parada? —me pregunto Fátima.

Debió notar mi cara de horror por lo que me arrebato mi celular y lo reviso.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora