Acertijos

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Después de hablar Caleb, él estalla en lágrimas, es la primera vez que deja salir su dolor a flote, está vez deja sus defensas de lado y se permite ser vulnerable.

Ver sufrir a la persona que amas te destroza, te hace sentir impotente por no poder curar su dolor, saber que hagas lo que hagas esa persona seguirá teniendo esa cicatriz por siempre. Quisieras poder arrancar ese dolor desgarrador de su alma. Eleanor puede ver ese dolor oscuro en Caleb que lo tiene anclado en un infierno. En su voz quebradiza y ojos puede mirar ese dolor profundo que la hace tener un nudo en la garganta. Ella sabe que no puede ser su cura pero si un bálsamo que lo ayude a aprender a vivir con ello.

Caleb pierde la fuerza de sus piernas y cae de rodillas en el suelo abatido y cubriendo su rostro con sus manos. Para Eleanor verlo quebrarse de esa forma la rompe.

En un gesto sin pensarlo Eleanor se inca y abraza por detrás a Caleb.

—No puedo entender cómo existen personas con el alma tan negra para haber cometido todas esas atrocidades... Lamento que hayas tenido que pasar por todo este dolor tu solo. Por favor permíteme acompañarte...

Por un momento Caleb se queda totalmente en silencio. Suspira y se gira hacia Eleanor.

—No te veo ir corriendo a denunciarme, pensé que lo harías —dice con una media sonrisa aún con su rostro humedecido de lágrimas.

Eleanor pasa saliva para tratar de suavizar su garganta rasposa y absorbe su escurridiza nariz.

—Mmm bueno, cómo te lo digo, la cárcel no sería un castigo suficiente para un demonio como tú, en cambio tenerme a tu lado sería tu castigo perfecto, sere tu tortura.

—Tienes razón, hasta creo que ya he pagado más de la cuenta. Tu eres la mujer de mis pesadillas.

Eleanor le da un leve golpe en su hombro.

—Tonto, solo seguía tu sarcasmo.

Caleb resopla con gracia.

—Si soy consciente, pero nunca te miraría como un castigó.

—Lose, solo es un amor tóxico y tétrico... Estamos condenados a estar juntos.

De repente Caleb suspira y deja de sonreír.

—Ele gracias por aligerar este peso que hay en mí y por seguir aquí... Lo siento, siempre quise evitar que mi dolor se traspasara a ti... Temia que cuando supieras del monstruo en el que he llegado a convertir me tuvieras miedo, temia que tú forma de mirarme cambiará. Que me dejaras de amar. Sobre todo yo no quería envenenar tu alma.

—Eso jamás pasaría... Yo entiendo, y no hay razón que me haga cambiar mi percepción de ti... Se que tuviste que convertirte en otro monstruo para acabar con otros... Pero creo que eso al final no te hace ser una mala persona, solo alguien que quiere justicia ¿Danilo?

—Si, ese es mi verdadero nombre. ¿Un poco feo, no?

—Si me gusta más Caleb —Ele tuerce la boca y la vista hacia un lado, pero de reojo mira a Caleb serio—. No era en serio menso, me encanta, es lindo —vuelve a mirarlo con una sonrisa.

—Mmm ya no te creo.

Ele en un rápido movimiento deposita un beso en la punta de la nariz de Caleb a quien sorprende. Él conmocionado decide atraparla en sus brazos y sentarla en sus muslos.

—Sabes que siempre quere más. —Dice Caleb dándole un dulce beso en la mejilla.

Ella se acurruca entre sus brazos.

—Sabes, cuando mire el cabello en aquel joyero se me pasaron tantas cosas por la cabeza. Pero en realidad nunca tuve miedo de ti.

—Hubiera querido explicártelo entonces, pero seguía teniendo temor... Mamá tenía la costumbre de conservar el primer corte de cabello que nos hacía de bebés a mis hermanos y a mí, se que te debe parecer algo grotesco esa costumbre porque a mí siempre me pareció así.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora