Mi verdadera pasión.

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Eleanor

Estoy en clase con mi querido profesor, él después de tomar su café amargo, se marchó. Yo me aliste y salí de casa, habíamos quedado de vernos aquí en la universidad, claro de lejos.

Situada en una mesa del salón, Fátima está sentada a lado mío y por su parte Esteban hoy ha faltado (lo cual es extraño, ya que él nunca falta), coloco mi brazo sobre la mesa y sostengo mi cara con la mano, siento nublados mis pensamientos.

Caleb explica detalladamente un tema de la materia, lo veo fijamente analizando cada gesto que hace, estoy embelesada mirándolo, su forma tan clara y segura de hablar me cautiva por completo, camina un poco , ese porte al caminar ¡¡Dios!! Me vuelve loca, estoy orgullosa de tener un novio como él. Él se gira hacia el pizarrón para escribir algo, sus tonificados y carnosos glúteos quedan expuestos a mi vista, vaya que ese pantalón si que le acentúa tan bien, ahora literal estoy babeando.

Fátima sin previo aviso tumba mi brazo con el cual tenía recargada mi cara.

—¡¡Oye!! —Le digo molesta.

—Cierra la boca que se te cae la baba... Disimula, casi te lo comes con la mirada.

Frunzo el ceño extrañada ¿Ella sabrá de mi relación con Caleb?

—No me mires así Eleanor... Hablaremos luego.

Ella vuelve a concentrar su vista en sus apuntes.

—Despues te paso mis apuntes, es obvio que no has puesto atención... No les restes importancia.

...

Han pasado 15 minutos, ahora el maestro (Mi novio) realiza diferentes tipos de preguntas a los alumnos, participa quien lo desee, por mi parte mantendré mi boca cerrada ya que hablar en público me pone muy nerviosa y no quiero hacer el ridículo.

Fátima participa repetidamente, vaya esta chica si es inteligente. ¿Que se sentirá saberlo todo? ¿Que se sentirá tener una mente brillante? Es algo que nunca sabré porque claro es, que es algo que no poseo. Siempre he carecido de inteligencia, pero bueno me defiendo. A veces me gustaría ser como esos chicos super dotados que no tienen dificultades a la hora de participar en clase o al responder en el examen, no como yo que tardo tanto tiempo en contestar solo una pregunta, siempre agotó el tiempo límite en periodos de exámenes. Deseo no tener que estudiar y esforzarme tanto para comprender algo tan simple como les parece a Fátima y a Esteban, desearía ser un poco como ellos. Pero lastima Dios no me dio esos dones, por supuesto que le agradezco por el simple hecho de existir y respirar, "Dios por favor perdona por mis constantes quejas, ya no seré tan malagradecida" me digo mentalmente. Pues si, la mayoría del tiempo hablo conmigo misma o finjo que hay personas que me escuchan dentro de mi cabeza. Si estoy loca, medio friki, el arte de malviajarme que a veces me ayuda a reflexionar de mis penas y temores.

Termino con mi viaje astral una vez más, al escuchar que una tímida compañera se ha animado a participar.

Con voz temblorosa contesta la pregunta del maestro.

Fátima mira extrañada tal escena.

Cuando la compañera termina de responder, Caleb agradece con amabilidad por su participación.

Fátima se acerca a mí oído y me susurra algo.

—Es extraño, nuestra compañera se ha equivocado al responder pero el profesor no la ha corregido.

—¿En serio? —le pregunto, la verdad si no me lo dice yo ni siquiera me hubiera dado cuenta.

—De verdad, que extraño.

La clase pronto termina y todos los alumnos abandonan el aula.

Yo espero a que todos se retiren, claro para quedarme unos segundos con mi querido profesor.

Me dirijo a su escritorio, él que está concentrado borrando la pizarra, le llego por detrás y pincho unas de sus costillas.

Se exalta.

Le he dado un gran susto, río a carcajadas por su inesperada exaltación.

—El cazador resultó cazado —Le digo, lo miro coquetamente.

—Te has vuelto muy traviesa... ¿Esto fue una especie de venganza por lo de anoche?

—Se podría decir que si.

—No sabía que eras vengativa.

—Y yo no sabía que pudieras ser un maestro tan gentil.

Él comienza a tomar sus cosas del escritorio para guardarlas en su portafolio, mientras yo lo espero de pie.

—¿Por qué lo dices? —Me pregunta.

—Me dijo Fátima que nuestra compañera se ha equivocado al responder, tu no has dicho nada. ¿Por qué no la corregiste?

—¿Estás celosa? —Veo que arquea una sutil sonrisa en una de las comisuras de sus labios, le divierte.

—En realidad no. Ya cuéntame Caleb ¿Por qué no dijiste nada?

Él da un suspiro.

—No dije nada al respecto, porque esa chica no suele participar, hoy tomo la valentía de hacerlo... Es algo que admiro aún a pesar de que su respuesta fuera si o no correcta... Canguro, en realidad, pienso que de haberla corregido en frente de todos tus compañeros, hubiera cometido un grave error como maestro, ocasionando que ella en un futuro dejara toda intención de volver a participar.

—Entiendo...

—Ademas, creo que en general cuando corriges a alguien en público, en lugar de hacerle un bien resultara lo contrario, esa persona seguro se sentirá avergonzada, o como...

—Una tonta... —Termino por decir con voz apagada, bajo la mirada, me he identificado con esta situación.

—Equivocarse no está mal Eleanor, eso no nos hace tontos... Lo que si está mal es nunca intentarlo. Los errores son parte del crecimiento tanto en lo académico como en lo personal.

—Si lose... Sabes Caleb, muchas veces quisiera ser tan inteligente como Fátima o Esteban... Se que eso me hace una pésima amiga por envidiarlos.

Caleb clava su mirada en mí, su temple es como de esas veces que logro sacarlo de su órbita habitual.

Se queda pensativo.

Me analiza con su rostro Inexpresivo, que me confunde.

—No tienes nada que envidiarles, tu eres muy especial Eleanor, solo tienes que encontrar tu propia pasión... Todos tenemos diferentes habilidades y tipos de inteligencias.

—No creo tener ninguna.

Él sin pensarlo me toma entre sus brazos y recarga la punta de su barbilla en mi cabeza.

—La tienes Eleanor, solo tú no te has dado cuenta. —Su voz es tenue y serena, la cual me transmite seguridad y paz.

Duramos unos segundos así hasta que se escucha un carraspeo.

—Maestro Caleb. —Esa voz, al parecer es la del director.

Agrando los ojos y me quedo tiesa, nos ha descubierto infraganti.

"Es momento de improvisar Eleanor" me digo a mí misma.

Flaqueo un poco mis piernas, actuó como si tuviera un mareo, Caleb me atrapa y sostiene, no se esperaba está imprevista acción de mi parte.

Tuve que hacerlo ya que él no reacciono.

—¡¡Señorita!! —Grita el director preocupado, se acerca a nosotros—. ¿Esta bien?

Aflijo la voz.

—He tenido algunos mareos, el profesor solo me estaba ayudando, por favor no piense mal de él.

Caleb me mira con ojos entrecerrados.

—Debe ir a la enfermería... Profesor por favor acompañela, al terminar vaya a mi oficina. Lo estaré esperando.

Sin más él director se marcha.

Mi Maestro Es Mi VecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora