—Veras nuestra estúpida amiga confío en mí, me acompaño a casa creyendo que le daría una explicación. Ahhh, se confío de mi frágil voz quebradiza llorando "Oh Fátima lo hice porque necesitaba el dinero, te juro que yo no he matado a nadie. Me conoces", como disfrute su muerte, lastima que no pude utilizar mis cuchillos afilados para desmembrarla viva. Pues tenia que vengarme de Cristian, ese estupido siempre rechazandome. Oh tenía que hacerlo pagar. Aunque no lo creas también tengo un corazón ¿Cómo podría matar a quien amo? —Ele lo mira con asco.
—Estas enfermo, eres un lunático.
—Siiii lo acepto, ¿Oye quieres saber cómo maté a Fátima? —Él arquea una gran sonrisa— Fue tan placentero, cuando corrió, levanté el arma apuntando a su espalda, se escucho tan lindo el disparo. Sin embargo aunque se detuvo en seco no cayó, tuve que disparar en las rodillas. Gritó tan fuerte que me excito. Ya sé que pude arrancarle la vida solo disparándole en la cabeza y terminar con su dolor pero eso hubiera sido demasiado aburrido.
El corazón de Ele siente una rabia inmensa al escucharlo.
Él prosigue.
—Me acerque a ella mientras se arrastraba como serpiente por el fango, sus gruñidos de dolor fueron lo mejor —él cierra los ojos recordando el momento y arquea una sonrisa de satisfacción—. Volví a disparar en una de sus rodillas y ella dio otro grito de dolor, me estaba divirtiendo. Ah lo mejor fue cuando le di directo en su coxis, solo así se dejó mover. No te preocupes que no resistió tanto, pronto murió. Lastima porque me hubiera encantado cortarle sus manos vivas.
Las lágrimas de Ele brotan por su rostro con espantosa descripción, le da impotencia todo el dolor que tuvo que sufrir Fátima. Respira hondo y trata de adaptarse al horrible ambiente.
—¿Es una clase de fetiche que tienes con las manos? ¿Las arrancas porque te da envidia que los demás poseen unas manos suaves? Algo de lo que careces por tu extraña enfermedad desde niño, esa enfermedad que sufres que hace que se rompa la piel de tus manos.
Él avanza unos escalones abajo. Eleanor esta tentando un tema sensible.
—¿Cuando te diste cuenta que yo era el asesino? ¿Fue cuando exploraste mis manos en la cafetería con el tonto pretexto de que te habías caído y tomaste una de ellas? ¿En serio creiste que no me daría cuenta?
—No, te equivocas. Mejor dicho fue cuando por accidente encontré la pulsera de Fátima en tu casa. ¿Que pasaría si la policía inspeccionara tu casa? Dime ¿Ya te deshiciste de ella?
El rostro de Esteban se oscurece, su sonrisa cae hacia abajo.
—Veo que no... —Termina por decir Eleanor.
—¿Si te mato quién me acusara? ¿Piensas que Marianne salió viva de aquí? —señala con sus dedos en forma de negación y chasqueando la lengua— No, no... No hay forma de salir sin la llave. Debe estar rondando por la fábrica, después de matarte me encargare de ella.
—De nuevo te equivocas... Eres tan inepto, siempre he dicho que entre asesinos hay categorías... Tu estás en un bajo nivel. Desde hace tiempo programo cada día un correo con toda la información de ti, lastima que me tienes aquí porque hoy no pude reprogramarlo. Ah, seguro todos nos están buscando. ¿Quién cayó en la trampa de quién? —Ele ahora le muestra una sonrisa.
—Eres una maldita perra —Él baja las escaleras corriendo.
Eleanor se pone de pie.
—Me estás dando mi mayor prueba reteniendome aquí... —Eleanor sabe dónde atacarlo—. Oye dime algo ¿Mataste a Melanie por celos? ¿Por qué al fin alguien te gano en algo?
Los dos dan vueltas en círculos lentamente. Eleanor está trastornando la mente de Esteban.
—Debió ser duro que te ganará la beca ¿Verdad? Al parecer no eres tan inteligente como aparentas.
Esteban clava su mirada de odio en Eleanor, ella le ha dado duro a su ego.
—¡¡Ella no merecía ganar!!
—¡¡Y por eso te sentiste con el derecho de matarla!!
—Nadie puede ganarme Eleanor, ni tu. Primero morirán todas antes de ganarme... Antes de ser mejor que yo... Quieres perturbarme, bien juguemos... La muerte de Melanie ¿Cómo te lo explico?, fue la más sencilla de todas, fue tan fácil drogarla, bebió toda el agua de la botella. Con un leve empujón cayó al agua, sus gritos desesperados pidiéndome que la salvará —arruga el rostro extasiado— fue reconfortante... ¿Te imaginas la desesperación que sintió al estarse llenando sus pulmones de agua? Ahora quiero escuchar tus gritos hasta que se apague tu voz...
De su bolsillo saca una navaja Esteban y la abre, el brillo de la filosa navaja pasan como un destello de luz por los ojos de Eleanor. Ella retrocede hacia atrás hasta topar con una pared que está detrás de ella. Poco a poco el miedo la domina, cae sentada al piso y esconde su cara con sus rodillas, por un costado de su pierna desliza una mano tocando su bota negra de la parte izquierda.
Se siente tan diminuta como a esa niña indefensa que Esteban perturbaba.
—Asi me gusta verte, en mis manos.
"Pelear no es nada más atacar, también es retroceder, no significa que seas cobarde, al contrario es para que apliques el factor sorpresa. Nunca olvides, Agilidad-Inteligencia es la clave" Esas palabras retumban en el interior de Eleanor.
Esteban se aproxima a ella y la levanta con fuerza de sus cabellos para cometer sus atrocidades pero sin esperarlo ella le clava una jeringa por detrás, en su espalda. Una rara sustancia.
Él agranda los ojos al sentir el piquete y el ardor de la sustancia esparciendose por su sangre.
Esteban siente que su cuerpo levemente se comienza a intumir y que un hormigueo recorre su espina dorsal.
—¿Que me inyectaste maldita perra?
Ella sonríe...
—Un dulce veneno que poco a poco te quitará tu libertad... Quedarás paralítico.
Eleanor le muestra una sonrisa tan retorcida como él le mostró una antes. Él enfurece ante tal gesto, sin esperar más tiempo retrocede su mano hacia atrás para tomar fuerza y clavarle la navaja. Sin embargo surge otro contratiempo, de repente aparece Marianne por detrás y se lanza a su espalda, quitándoselo de encima a Eleanor quien cae al piso cansada.
Eleanor se pone de pie y mira a Marianne tirada en las escaleras, Esteban la lanzo con fuerza. Él está mareado, pero aún está armado. Ellas sin desaprovechar la oportunidad huyen subiendo por las escaleras, corren tomadas de las manos.
—¿Que hacemos Eleanor? No podemos salir, la puerta está cerrada con candado.
—El arma de Esteban quedó tirada en el piso, vamos a buscarla. Debe seguir allí.
Todo está muy oscuro por lo que le es muy difícil encontrar de vuelta el camino. Escuchan unos pasos detrás de ellas, debe ser Esteban. La sustancia tarda en hacer efecto, no le quitará la movilidad de sus piernas, por ahora solo lo mareara un poco.
—Shh —le susurra Ele a Marianne, le hace una señal para que se escondan detrás de unos grandes contenedores.
Esteban lleno de irá comienza a derramar gasolina por todo el sitio. Un lugar usual para él, en el que se convirtió ideal para quitarle la vida a unas cuantas víctimas. No es de extrañar que cuente con diferentes materiales en este lugar.
—¡¡El fuego las hará salir!! Nos quemaremos vivos, será un placer morir con ustedes, es preferible una muerte atroz que ir a la cárcel. Nunca pagaré mis delitos, eso sería un bálsamo para sus familias.
El olor a gasolina inunda las fosas nasales de Eleanor y Marianne.

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Mi Maestro Es Mi Vecino
Mistero / ThrillerEleanor se esfuerza en sus estudios, cursa su cuarto semestre en la universidad. Hace unas semanas ha llegado un nuevo maestro a impartir clases, quien le desconcierta, sus actitudes misteriosas han despertado su interés sobre él. Y por si fuera poc...