La verdad oculta

308 25 31
                                    

Después de proporcionar los datos de las tres, atendieron mi cortada en la palma de la mano. Se veía como un gran moretón con sangre seca sobre la piel. Mientras me limpiaban llamaron por el altavoz.
-El propietario del auto estacionado en la banqueta frente a urgencias, favor de moverlo al estacionamiento. Está obstruyendo en paso de los peatones
-Es mi auto, ahora vuelvo- dije a la enfermera que estaba a punto de vendar mi herida y en vista que no estaba de acuerdo, aclaré -. Yo tengo las llaves y no vengo con nadie más.
Salí y me metí al auto, sí que me había estacionado mal... Ya me llegarían todas las multas. Lo moví al cajón disponible más cercano a la entrada del edificio que encontré y volví adentro para que terminaran mi vendaje.
Poco después me dirigí al cuarto donde estaban mis dos amigas, ambas conectadas a máquinas y con agujas en los brazos. Brianna estaba sedada y con el brazo vendado. Vanessa aún inconsciente sin ningún otro tratamiento o atención... Se veían tan tranquilas, estaban durmiendo por mí. Tomé una silla y la coloqué en medio de ambas camillas y me senté a mirar a una y a otra, tratando de entender qué pasaba por sus mentes o por qué mi vida estaba hecha un asco en este momento.
Las horas pasaron y la primera en despertar fue Vanessa.
-¿Cómo te sientes?
-Como si un trailer me hubiera pasado por encima- sonreí, al menos seguía siendo ella -. ¿Y tu mano?
-Estoy bien, no necesité más que el vendaje.
-¿Y Bri?
-Sigue muerta, la sedaron.
-Te quiere mucho, no quiere que te vayas.
-Lo sé... Pero no puedo negarme, Helena ya no está y su familia me necesita.
-Bri también te necesita.
-Lo sé, y me quedaré hasta que ambas estén mejor, pero tendré que irme.
-Supongo que me asesinarás.
Me di la vuelta y vi a Brianna con la cabeza girada hacia nosotras y los ojos medio abiertos.
-¡Bri!- me lancé sobre ella para abrazarla -¡Tonta, casi nos matas del susto! ¿En qué estabas pensando?- dije separándome para observarla pero luego volví a estrujarla cuidando de no lastimarla -. Lo siento, esto es mi culpa... Perdóname hermana, perdón, perdón.
-Perdóname a mí, herrrmana Pietra.
Sonreí, solíamos bromear sobre los gemelos, ella era Wanda y yo era Pietro en versión mujer.
-Te quierrro pequenia herrrmana Wanda.
-Y yo a ti.
-Modo de exclusión activado- murmuró Vanessa.
-Vane, tú eres Visión.
Vanessa me dirigió una mirada de "te odio". Nos reímos y olvidamos por un momento las desgracias.
-Disculpen, sritas., tienen visitas- dijo una enfermera asomando la cabeza por la puerta.
-¿Es aquí?- dijo una voz.
-¿Luke?- nunca veía a Vanessa con tanta energía como cuando veía a su novio Luke Benward.
-¡Vanessa!- el hombre corrió hacia ella y la besó -Vine en cuanto pude, ¿estás bien?
-Ahora lo estoy.
Era lindo verla expresar sus sentimientos.
-¡Brianna!- entró al lugar un hombre corpulento y alto. Era extraño verlo sin su traje de bandera.
-¡Steve, amor!- básicamente saltó en la cama al ver a su prometido con ella en un momento tan crítico. Aunque cómo no volver a la vida al ver a alguien como Rogers. Sabía que trabajaba con los vengadores y todo eso, sin embargo nunca le había preguntado sobre el tema.
No me resultaba desconocida esa escena en que yo era quien se quedaba sola mientras ellos cuatro se besaban y abrazaban; no me incomodaba pero sería raro si me quedara observando.
Salí y me senté en una banca en el pasillo, sin mirar nada en específico.
-Srita. Logan, usted también tiene una visita- la enfermera me sorprendió.
-Oh, ammm gracias. Dígale que venga, por favor.
Se retiró y seguí en mi lugar, viendo el suelo. Pensé que era Jonathan que se había enterado que estaba ahí, debía serlo sin duda. Me quedé sin moverme ni levantar la mirada y pronto un hombre se paró junto a mí y me observó en silencio, sin moverse.
>¿Qué haces aquí John? No le dije a nadie que estaba aquí.
-Lo sé, nadie me lo dijo.
Esa no era la voz de Jonathan, miré al hombre y me levanté de inmediato.
-Loren, ¿cómo sabías...?
-Algo me dijo que estabas aquí.
Me quedé muda, ya no se veía tan decaído. Al parecer había dormido bien y su rostro tenía la misma luminosidad y vida que antes, tal como lo recordaba de años antes cuando era novio de Helena en la universidad. Me resistí a lanzarme a sus brazos, a besar sus delgados labios y mirar mi reflejo en sus ojos azules... Ambos necesitábamos consuelo, ¿por qué no hacerlo? Porque era el viudo de mi mejor amiga, fallecida hacía unos cuantos días... Por eso no cedí a mis impulsos.
-¿Necesitas algo? Porque tal vez retrase un poco el proceso. Me mudaré pero tendrás que esperar, necesito estar para ellas, están algo graves.
-En realidad, no vine a presionarte. Sólo quería hacerte saber sobre algo que Helena no te dijo y por consiguiente yo tampoco- su voz era pausada, era suave, era sencillamente hermosa.
-Te escucho.
-No aquí, ¿te parece bien si bajamos a la cafetería del primer piso a tomar un refrigerio?
-Parece importante; sí, en tanto no tardemos demasiado, tengo que estar al tanto de ellas.
-Por supuesto, espero que seas igual de devota en todo lo que haces. Necesito que estés enfocada en el tratamiento de Thomas.
Siempre tan propio, diciendo los nombres completos, hablando pausadamente y sin modismos. Era encantador, incluso había magia en él, sin mencionar su pertubadoramente sensual mirada.
Bajamos en el elevador sin pronunciar palabra. No era incómodo ese silencio sino que incluso era lindo, lleno de paz, justo lo que necesitaba en ese momento.
-Un café negro y un té negro de bergamota, por favor.
-No sabía que te gustaba el té. Vienes de Inglaterra ¿cierto?, tu acento es muy evidente.
-Podría decirse que soy extranjero, pero no exactamente de Inglaterra.
Estaba sentada frente a él, observando a ese hombre que tanto me atraía, que me causaba un revoltijo en el estómago de los nervios de hablar con él.
-De Australia entonces.
-Emm, no.
-¿Nueva Zelanda?
-¿Por qué mencionas colonias inglesas?
-Porque tienen más o menos el mismo acento, con algunas variaciones pero son bastante similares.
-Katherin- dijo adelantándose un poco sobre la mesa-, yo...
-Disculpen- murmuró la mesera colocando las tazas en nuestra mesa, dejó también el azúcar y la crema.
Preparamos nuestras bebidas y dimos un par de sorbos.
-¿Y bien?- insistí.
-¿Uh? Ah, claro... Lo diré de una forma sutil... ¿Te gustan las rosas?
-No veo cómo eso está conectado.
-Respóndeme- murmuró, sus ojos en los míos, su mirada amenazante. En lugar de intimidarme quise sencillamente darle un beso, me parecía adorable incluso serio.
-Sí, las rojas.
Tomó mi mano que estaba posada en la mesa, puso la palma hacia arriba y colocó la mano derecha sobre la mía. Estaba alucinando, de entre nuestras manos surgió un destello verde y sentí cosquillas. Lo miré y mostraba satisfacción y sonrió al ver mi reacción. Retiró su mano poco a poco y en su lugar había un botón abierto de rosa roja.
-Katherin, supongo que sabes de la mitología nórdica... Bueno, no son mitos, es real...
-¿De qué hablas?
-No soy quien dije ser todo este tiempo.
-¿No eres Loren Olsen?- susurré mirándolo.
-No... Yo soy Loki Laufeyson.

Lokison --- Terminada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora