Capítulo 18

3.2K 336 45
                                    


Se encontró con su madre en el pasillo y tan solo la paso como si no la hubiera visto, y alcanzo a escuchar como le decía algo a Ron.

-Si me las das, iré al callejón Diagon esta tarde y les compraré los libros mientras ustedes hacen el equipaje. Ron, tendré que comprarte más pijamas, éstos se te han quedado al menos quince centímetros cortos. No puedo creer que hayas crecido tanto... ¿De qué color los quieres?

—Cómpraselos rojos y dorados para que hagan juego con su insignia —dijo George con una sonrisita de suficiencia.

—¿Para que hagan juego con qué? —preguntó la señora Weasley, distraída, mientras doblaba unos calcetines granates y los colocaba en el montón de ropa de Ron.

—Con su insignia —respondió Fred como quien quiere liquidar un asunto desagradable cuanto antes —. Su preciosa y reluciente nueva insignia de prefecto.

Las palabras de Fred tardaron un momento en llegar al cerebro de la señora Weasley, pero fulminaron su preocupación por los pijamas de su hijo.

—Su... Pero si... Ron, tú no... —Ron le enseñó la insignia y la señora Weasley soltó un chillido muy parecido al de Hermione—. ¡No puedo creerlo! ¡No puedo creerlo! ¡Oh, Ron, qué maravilla! ¡Prefecto! ¡Como todos en la familia!

—¿Y quiénes somos Fred y yo, los vecinos de enfrente? —preguntó George, indignado, cuando su madre lo apartó de un empujón y se lanzó a abrazar a su hijo menor.

—¡Ya verás cuando lo sepa tu padre! ¡Ron, estoy tan orgullosa de ti, qué noticia tan fabulosa, quizá acaben nombrándote delegado, como a Bill y a Percy, es el primer paso! ¡Oh, qué gran noticia en medio de todos estos problemas, estoy encantada, oh, Ronnie!

A espaldas de su madre, Fred y George se pusieron a fingir que vomitaban, pero la señora Weasley no se dio ni cuenta porque estaba abrazada a Ron, cubriéndole la cara de besos. Ron estaba más colorado que su insignia.

—Mamá..., no... Mamá, contrólate... —balbuceó intentando apartarla.

La señora Weasley lo soltó y, casi sin aliento, dijo:

—Bueno, ¿qué quieres que te regalemos? A Percy le regalamos una lechuza, pero tú ya tienes una, claro.

—¿Qué quieres decir? —preguntó el chico, que no podía dar crédito a sus oídos.

—¡Mereces una recompensa por esto! —afirmó la señora Weasley con cariño— ¿Qué te parece una túnica de gala nueva?

—Nosotros ya le hemos comprado una —dijo Fred con amargura, como si lamentara sinceramente tanta generosidad.

—O un caldero nuevo. El de Charlie está tan viejo que está agujereándose. O una rata nueva; siempre te gustó Scabbers...

—Mamá —aventuró Ron esperanzado—, ¿podéis comprarme una escoba? —El rostro de la mujer se ensombreció un poco, pues las escobas eran caras—. ¡No hace falta que sea muy buena! —se apresuró a añadir Ron—. Me conformo con que sea nueva...

La señora Weasley vaciló, pero acabó sonriendo.

—Claro que sí, hijo mío... Bueno, será mejor que me dé prisa si también tengo que comprar una escoba. Ya os veré más tarde... ¡El pequeño Ronnie, prefecto! Y no se olviden de hacer el equipaje... ¡Prefecto! ¡Oh, qué nerviosa estoy!

Volvió a besar a Ron en la mejilla, aspiró ruidosamente por la nariz y salió a toda velocidad de la habitación. Fred y George se miraron.

—No te importará que nosotros no te besemos, ¿verdad, Ron? —dijo Fred con una voz falsamente nerviosa.

—Si quieres, podemos hacerte una reverencia —añadió George.

—Déjenme en paz —replicó Ron frunciendo el entrecejo.

—Y si no te dejamos en paz, ¿qué? —dijo Fred dibujando una maliciosa sonrisa—. ¿Vas a castigarnos?

—Me encantaría ver cómo lo intenta —se burló George.

—¡Podría hacerlo si no se andan con cuidado! —intervino una enojada Hermione.

Fred y George rompieron a reír, y Ron murmuró:

—Déjalo ya, Hermione.

—Vamos a tener que ir con mucho cuidado, George —dijo Fred fingiendo que temblaba—, con estos dos vigilándonos...

—Sí, por lo visto se nos ha acabado lo de hacer el gamberro —añadió George moviendo la cabeza.- Venus tenía razón. Molly tiene a sus preferidos y por lo visto casi nunca son sus hijos.

Y con otro sonoro ¡crac!, los gemelos se desaparecieron.

m

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora