Capítulo 114

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Venus estaba desesperada el tiempo pasaba muy, muy lento. Y de lo estresada y aburrida que estaba se le habia olvidado que tenía que ver a su padrino. Corrió hacia las mazmorras, ella sabía que a su padrino no le gustaba que fuera nada impuntual, pero a ella como siempre no le importaba.

Sin embargo ya era muy tarde para entrevistarse con él, por estar pensando en otras cosas habia pasado ya media hora y a pesar de ser su padrino no permitió que se quedara para la entrevista, citándola para otro día.

Así que simplemente camino por todo el castillo, camino y camino, una y otra vez por el mismo lugar, esperando a que la jornada de estudios terminara, esperando la hora de que, al fin, diera comienzo su, tan ansiada, misión.

A la hora acordada ella ya estaba cerca del despacho del sapo rosa, escucho unos pasos y pronto apareció Potter, y justo como lo habían acordado venia solo.

-*-

— ¡Dumbledore se sacrificó por ti, para que siguieras en la escuela, Harry! — susurró Hermione, levantando el libro para ocultar su rostro de Umbridge. —Y si haces que te echen hoy, todo eso habrá sido en vano.

Él podría abandonar el plan, y simplemente seguir viviendo con el recuerdo de lo que había hecho su padre un día de verano, hacía más de veinte años, y entonces recordó a Sirius, en el fuego escaleras arriba en su sala común

—Eres menos parecido a tu padre de lo que yo pensaba... el riesgo era algo divertido para James...

¿Pero seguía deseando ser como su padre?

—Harry, no lo hagas, por favor no lo hagas...—Hermione le decía a Harry con voz angustiosa, cuando sonó la campana al final de la clase.

Él no contestó, no sabía que iba a hacer. Ron parecía determinado a no dar, ni su opinión, ni su consejo, no podía mirar a Harry, aun cuando Hermione abrió la boca para tratar un poco más de disuadir a Harry. Solo dijo en voz baja:

—¡Dale un descanso, ¿vale? Él puede tomar sus propias decisiones.

El corazón de Harry latía muy fuerte cuando salió del salón de clases, estaba a la mitad del largo corredor cuando escucho los inequívocos sonidos de diversión un poco apagados por la distancia, había gritos y exclamaciones que provenían de alguna parte encima de ellos. La gente alrededor de Harry que salía de clases se paraba en seco y miraban hacia el techo, temerosos. Umbridge salió de su salón de clases tan rápido como se lo permitían sus cortas piernas, sacando su varita, y se apresuró en dirección contraria,

Era ahora o nunca.

—Harry por favor. —Imploró Hermione débilmente

Pero él había tomado una decisión, enganchando su mochila más segura en su hombro se echó a correr, zigzagueando entre los estudiantes que ahora se apresuraban en dirección contraria para ver que era todo ese alboroto alrededor del ala oriental.

Harry alcanzo el pasillo de la oficina de Umbridge, estaba desierto, no, no del todo. Justo como lo habia prometido Venus estaba ahí, parada esperando a que él se reuniera con ella.

Por si las habilidades de Venus fallaban, abrió de un tirón su mochila, tomo el cuchillo que Sirius le había regalado y la capa de invisibilidad, y se arrastró lenta y cuidadosamente hasta que alcanzo a Venus, que al igual que él, se ocultó bajo la capa de invisibilidad.

Se acercaron hasta la puerta de la oficina de Umbridge y Venus con su varita recito unos cuantos hechizos que eran desconocidos para Harry y que, para sorpresa del castaño, funcionaron, la puerta se abrió en menos de un minuto.

Ellos entraron con cuidado de no tocar nada. Venus además de ayudarlo a abrir la puerta iba a cuidarle la espalda mientras hablaba con Sirius.

Harry se quitó la capa y caminó a grandes pasos hacia la chimenea, encontró lo que buscaba en pocos segundos, una caja pequeña que contenía brillantes polvos flu, se agachó delante de la rejilla vacía, y sacudió las manos, nunca lo había hecho antes, aunque pensó que sabía cómo funcionaba, pegando su cabeza a la chimenea, tomo un puñado de polvos y lo arrojo dentro de la chimenea, vio que estallaron inmediatamente grandes llamas verde esmeralda.

—Número doce de Grimmauld— dijo Harry en voz alta y clara.

Fue una de las sensaciones más curiosas que experimentó en toda su vida. Él había viajado por polvo Flu antes, por supuesto, pero entonces había sido su cuerpo entero que había dado vueltas y alrededor de las llamas a través de la red de chimeneas de la comunidad mágica del país. Esta vez, sus rodillas permanecieron firmes en el piso de la oficina de Umbridge, y sólo su cabeza fue lanzada a través del fuego esmeralda...

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La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora