Capítulo 107

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Espero que les guste 

—¿Todo bien, Black? — dijo James, y el tono de su voz era de repente agradable, más profundo, más maduro. Y no era solo el hecho de que hablaba con una de las sobrinas favoritas de Sirius, ella, Danna le agradaba.

—Déjalo solo, — repitió Danna. Viendo a James con completo desagrado. —¿Qué te ha hecho?

—Bueno, —dijo James, aparentemente pensando el punto, —es más el hecho de que existe, si sabes a lo que me refiero...

Varios de los espectadores de alrededor se rieron, Sirius y Cola Gusano incluidos, pero Lupin, aparentemente aún metido en su libro, no se río, y tampoco lo hizo Danna.

—Crees que eres gracioso, — dijo fríamente. —Pero sólo eres un arrogante, fanfarrón, Potter. Déjalo solo.

—Lo dejo si tú haces que Evans salga conmigo. — dijo rápidamente James. —Ándale... Convéncela de que salga conmigo, y nunca volveré a poner mi varita en el viejo Snivelly.

Detrás de él, el hechizo de Obstrucción se estaba acabando. Snape se empezaba a mover hacia su varita, escupiendo jabón mientras se arrastraba.

—Ella no saldría contigo ni aunque tuviera que elegir entre tú y el calamar gigante, — dijo Danna.

—Mala suerte, Cornamenta, —dijo Sirius enérgicamente, volteando hacia Snape. —¡AY!

Pero era demasiado tarde; Snape había dirigido su varita hacia James; hubo un rayo de luz y una cortada apareció en un lado de la cara de James, salpicando su ropa de sangre. James giró; otro rayo de luz salió, entonces Snape se encontró flotando de cabeza en el aire, su ropa cayendo sobre su cabeza para revelar sus flacas y pálidas piernas y un par de grises calzoncillos. Muchas de las personas de la multitud vitorearon. Sirius, James y Cola Gusano se carcajearon.

Danna, cuya furiosa expresión se había cambiado por un instante como si fuera a sonreír, dijo.

— ¡Bájalo de ahí!

—Ciertamente, —dijo James y agitó bruscamente su varita hacia arriba. Snape se cayó en un arrugado montón en el suelo. Desenredándose de su túnica, se puso rápidamente de pie, varita preparada, pero Sirius dijo.

— ¡Locomotor mortis! — y Snape se desplomó otra vez, tieso como una tabla.

— ¡DÉJALO SOLO! — gritó cierta pelirroja que apareció de la nada. Ella venía con su varita afuera.

James y Sirius la vieron cautelosamente.

—Ah, Evans, no me hagas hechizarte, — dijo James seriamente.

—¡Entonces quítale el hechizo!

James lo pensó profundamente, entonces se volteó hacia Snape y pronunció el contra hechizo.

—Ahí lo tienes, — dijo, mientras Snape se ponía de pie otra vez, —tienes suerte de que Evans y Black hayan estado aquí, Snivellus.

— ¡Yo no necesito la ayuda de pequeñas y mugrosas Sangre Sucias como ella!

Lily parpadeó.

—Bien— dijo calmadamente. —No me molestaré en el futuro. Y yo lavaría esos pantalones si fuera tú, Snivellus.

— ¡Pídele una disculpa a Evans! — le gritó James a Snape, su varita apuntándole amenazadoramente.

—No quiero que tú lo hagas pedirme una disculpa, — gritó Lily, rodeando a James. —Tú eres tan malo como él...

— ¿Qué? — aulló James. — ¡Yo NUNCA te llamaría una tú sabes que!

—Desarreglándote el pelo porque piensas que se ve genial verse como si te acabaras de bajar de la escoba, presumiendo con esa estúpida Snitch, caminando por los corredores y hechizando a cualquiera que te cae mal sólo porque puedes me sorprende que tu escoba puede elevarse del suelo con esa cabezota encima. Me ENFERMAS.

Lily se dio la vuelta y salió corriendo.

— ¡Evans! —James gritó atrás de ella, — ¡Hey, EVANS!

Pero ella ya no volteó hacia atrás.

— ¿Qué es lo que se trae? —dijo James, tratando y fallando en parecer como si esta le fuera una pregunta sin importancia.

—Leyendo entre líneas, yo diría que ella cree que eres un poco presumido, compañero, ¿Que dices tú Danna? —dijo Sirius.

—Ella, enserio está furiosa, y va a estar más enfadada conmigo.

— ¿Qué dices Danna?

—Bien, se va a quejar, digo soy una Slytherin que se junta con una Gryffindor. Ella va a estar demasiado furiosa. En fin, me voy, tengo mucho con que lidiar.

—Bien, — dijo James, que ahora se veía furioso, —bien.

Hubo otro rayo de luz, y Snape estaba otra vez flotando de cabeza.

—¿Quién quiere verme quitarle los pantalones a Snivelly?

Pero si en verdad James le quitó o no los pantalones a Snape, Harry nunca supo. Una mano lo había tomado del brazo, agarrándolo como un apretón de tenazas. Sobresaltándose, Harry volteó a ver quien lo había agarrado, y vio, con un sentimiento de terror, un totalmente crecido y de tamaño adulto Snape parado justo detrás de él, blanco de furia y también estaba con él, el vivo reflejo de Danna Black, Venus.

—¿Divirtiéndote?

Harry se sintió elevarse en el aire. El día de verano se evaporó a su alrededor, estaba flotando hacia arriba entre una fría oscuridad, la mano de Snape aún agarrándole el brazo. Entonces, con un sentimiento de caída como si se hubiera volteado la cabeza inclinándose en el aire, sus pies golpearon el piso de piedra del calabozo de Snape, y estaba otra vez situado detrás de Pensadero en el escritorio de Snape en el sombreado y actual estudio del Profesor de Pociones.

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La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora