Capítulo 162

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 Seguro que había acabado, Voldemort seguramente había decidido huir, Harry salio corriendo de detrás de la estatua que lo protegía, pero Dumbledore gritó

—¡Harry quédate donde estas! 

Por primera vez, Dumbledore sonó asustado. Harry no se explicaba por qué, el salón estaba absolutamente vacío a excepción de ellos, Bellatrix seguía sollozando aun atrapada debajo de la estatua de la bruja, y el bebé  Fawkes que graznaba débilmente en el piso.

Entonces la cicatriz de Harry se abrió de pronto y él sabía que estaba muerto, era un dolor más allá de lo imaginable, un dolor insoportable. Se había ido del salón, estaba atrapado ente los tentáculos de una criatura de ojos rojos, atado tan fuertemente que Harry no sabía dónde terminaba su cuerpo y empezaba el de la criatura, estaban fundidos en uno, atados por el dolor, y no había manera de escapar.

Y cuando la criatura habló, utilizó la boca de Harry, de modo que en su agonía él sintió su quijada moverse.

—Mátame ahora, Dumbledore.— Cegado y muriendo, cada parte de él gritaba para liberarse, Harry sintió a la criatura utilizarlo otra vez.—Si dices que la muerte no es nada, Dumbledore, mata al muchacho. — Deja que acabe el dolor, pensó Harry. —déjalo matarnos. . . acábalo Dumbledore... la muerte no es nada comparada con esto...    Y podré ver de nuevo a Sirius... 

 Y mientras el corazón de Harry se llenaba de sentimientos, los tentáculos de la criatura se aflojaron, el dolor se había ido; Harry estaba tirado boca abajo en el piso, sin lentes, temblando como si estuviera recostado sobre hielo, y no madera... 

 Y había voces que hacían eco a través del salón, más voces que las que debería haber.  Harry abrió los ojos, vio sus lentes tirados cerca el talón de la estatua sin cabeza que lo había estado protegiendo, pero que ahora reposaba completamente sobre su espalda, agrietada e inmóvil. Se lo puso y levantó la cabeza un poco para encontrarse la torcida nariz de Dumbledore a pocos centímetros de la suya. 

— ¿Estas bien, Harry?

— Sí—dijo Harry, temblando tan violentamente que no podía mantener la cabeza correctamente hacia arriba. —Si lo estoy, pero, ¿donde está Voldemort? ¿donde? ¿quiénes son todos estos?  

El Atrio estaba lleno de gente; el piso reflejaba las llamas verde esmeralda que salían del fuego en todas las chimeneas a lo largo de la pared; y al gran número de brujas y de magos que emergían de ellas. Mientras Dumbledore lo ayudaba a levantarse, Harry vio las minúsculas estatuas doradas del elfo domestico y del duende, conduciendo hasta el frente a Cornelius Fudge, que lucia como aturdido. 

— ¡Él estaba allí! —gritó un hombre de túnica escarlata y cola de caballo, que señalaba una pila de escombros dorados al otro lado del pasillo, en donde Bellatrix había estado atrapada tan solo unos momentos antes. 

—Lo vi, Sr. Fudge, juro que era Quién-Usted-Sabe, agarró a una mujer y desaparecieron. 

— Lo sé, Williamson, lo sé, yo también lo vi, —tartamudeo Fudge, que traía la pijama debajo de su capa a rayas y jadeaba como si acabara de correr varias millas. —Por la barba de MERLÍN aquí ¡aquí!  ¡en el Ministerio de Magia!  por todos los cielos, no se me hace posible  mi palabra ¿cómo puede ser esto? 

—Si te diriges abajo, al Departamento de Misterios, Cornelius— dijo Dumbledore al parecer satisfecho de que Harry estuviera bien, y caminando hacia el frente para que los recién llegados se dieran cuenta por primera vez que el estaba ahí (algunos de ellos levantaron sus varitas; otros simplemente parecían sorprendidos; las estatuas del el elfo y el duende aplaudieron y Fudge saltó tan fuerte que sus pantuflas se separaron del suelo) —encontrarás a varios Mortífagos prófugos, encerrados en la Cámara de la Muerte, atados con un hechizo Anti-Desaparición y aguardando tu decisión sobre que hacer con ellos. 

— ¡Dumbledore!— jadeo Fudge, fuera de si, y con asombro. Tú aquí... Yo... Yo...

— Ya sabemos que se equivoco...— dijo Venus recobrando un poco el aliento

Miraba violentamente alrededor, a los Aurores que había traído consigo y no habría podido estar más claro que estaba a punto de gritar.

— ¡Deténganlo!— Venus se puso enfrente de Dumbledore, sus ojos seguían rojos pero su cabello había tomado su tono natural.

—Cornelius, estoy listo para luchar con tus hombres, y ganar, de nuevo—dijo Dumbledore con una poderosa voz— hace solamente unos minutos tu viste la prueba, con tus propios ojos, de que te he estado diciendo la verdad durante un año. Lord Voldemort ha vuelto, tu has estado persiguiendo al hombre equivocado durante doce meses, y ya es tiempo de que escuches a la razón.

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora