Capítulo 156

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 —¿Estas bien?— gritó, mientras otro hechizo pasaba a pocos centímetros sobre sus cabezas.

 —Fi—le respondió Neville, intentando levantarse. 

— ¿Y Ron?

—Creo que efta bien... todavía luchaba con el cerebro cuando lo dejé...

 El suelo de piedra entre ellos explotó cuando un hechizo lo alcanzó, dejando un agujero justo donde la mano de Neville había estado unos segundos antes; ambos se apartaron de ese punto, y Venus los vio y les ofreció una sonrisa de disculpa entonces un grueso brazo salio de la nada, levantó a Harry por el cuello y lo levanto, de forma que la punta de sus pies apenas tocaban el suelo. 

—Dámela...— decía una voz en su oído. —Dame la Profecía...— El hombre apretaba tan fuerte la garganta de Harry que no podía respirar. 

 A través de sus llorosos ojos podía ver a Sirius luchando con un mortífago a unos metros; Kingsley se enfrentaba a dos al mismo tiempo; Tonos, aún a medio camino por las escaleras, disparaba hechizos hacia Bellatrix... nadie parecía darse cuenta de que Harry estaba muriendo. Giró su varita hacía un costado del hombre, pero no tenía aliento para pronunciar un hechizo, y la mano libre del hombre se acercaba hacia la mano en la que Harry protegía la Profecía... 

—¡AAARRRGGHH!—Neville apareció de la nada; incapaz de articular un hechizo, clavó la varita de Hermione en el agujero de los ojos de la mascara del mortífago. El hombre liberó a Harry al instante con un quejido de dolor. Harry se giró hacia él y gritó: 

—¡STUPEFY!— El mortífago cayó de espaldas y su mascara se deslizó: era Macnair, el casi-verdugo de Buckbeak, con uno de sus ojos hinchados y rojos. —¡Gracias!—Harry le dijo a Neville, apartándolo mientras Sirius y un mortífago pasaban ante ellos, luchando tan ferozmente que sus varitas apenas eran visibles; entonces el pie de Harry hizo contacto con algo redondo y duro y resbaló. 

Por un momento creyó que había dejado caer la Profecía, pero entonces vio el ojo mágico de Moody rodando por el suelo. Su dueño estaba tirado de lado, sangrando por la cabeza, y su atacante estaba ahora ante Harry y Neville: Dolohov, su largo rostro pálido retorcido de alegría. 

—¡Tarantallegra!— gritó, apuntando su varita a Neville, cuyas piernas comenzaron inmediatamente a bailar un frenético zapateado, desequilibrándolo y haciéndolo caer al suelo de nuevo. —Ahora, Potter...— Hizo el mismo movimiento con su varita que había usado contra Hermione.

—¡Protego!—Harry sintió el golpe cuando algo, no alguien lo empujo tomando su lugar; su fuerza lo lanzó a un lado y cayó sobre las piernas de Neville. Dolohov alzó su varita otra vez. 

—Accio Prof...—Venus apareció de la nada, empujó a Dolohov con su hombro y lo mando volando fuera de su camino. La Profecía había volado una vez más hasta las puntas de los dedos de Harry, pero la volvió a agarrar. 

Ahora Venus y Dolohov estaban luchando, sus varitas brillando como espadas, chispas volando de la punta de sus varitas...Dolohov movió hacia atrás su varita para repetir el movimiento que había usado con Harry y Hermione. Corriendo hacia ellos, Harry gritó 

—¡Petrificus Totalus!— Una vez más, los brazos y piernas de Dolohov se juntaron y cayó de espaldas, golpeando el suelo. 

—¡Muy buena!— gritó Sirius, que veía como Venus y Harry peleaban,  obligando a Harry a agachar la cabeza un par de hechizos aturdidores volaban hacia ellos. 

—Ahora Venus quiero que salgan de...— los tres se agacharon una vez más; un chorro de luz verde falló por poco en darle a Sirius. A través de la sala Harry vio a Tonos caer desde la mitad de las escaleras de piedra, su cuerpo inerte volcado por los asientos y Bellatrix, triunfante, volviendo a la batalla. —¡Harry, toma la Profecía, agarra a Neville y corre! Venus sabes cual es tu deber.— Sirius ordenó, yendo al encuentro de Bellatrix. 

Harry no vio que ocurrió después: Kingsley se cruzó en su campo de visión, peleando contra el desenmascarado Rookwood; otro chorro de luz verde voló sobre la cabeza de Harry mientras se lanzaba hacia Neville. 

—¿Puedes ponerte en pie?— dijo en el oído de Neville, mientras sus piernas se retorcían incontrolables. —Pon tu brazo sobre mi cuello...— Así hizo Neville... Harry se tambaleo... 

Las piernas de Neville seguían volando en todas direcciones, no le soportarían, y entonces, de la nada, un hombre se lanzó sobre ellos: ambos cayeron de espaldas, las piernas de Neville agitándose en el aire como un escarabajo patas arriba, Harry levantando su brazo izquierdo en el aire tratando de salvar la pequeña bola de cristal de ser aplastada.      

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora