Capítulo 84

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Aquí tienen el capítulo. Espero que les guste, esta vez vamos por 50 Votos y 50 Comentarios. 

—Severus...—dijo entrando Albus al despacho. — Hay algo de lo que tenemos que hablar—siguió al darse cuenta de que habia alguien con él.

—Muy bien gemelos, la próxima vez que hagan algo malo no los salvare.

—Sí, profesor.

—Más les vale, Andrew y Blake, pueden irse.

Ambos profesores esperaron a que los gemelos desaparecieran por el pasillo para entrar en el despacho y poder hablar.

— ¿Qué pasa Albus?

—Paso algo con Venus...

— ¿Qué tiene?

— ¿Recuerdas cómo me lastime la mano?

—Claro, con el anillo.

—Bueno, Venus me encontró con ese anillo y me lo quito.

—Dime que no se lo puso.

—Se lo puso, pero antes de que te alteres más. No le paso nada.

— ¿Qué dices? La maldición está hecha para que ataque a quien sea que se lo ponga.

—Al parecer a Venus no.

—Eso no es posible.

—Si lo piensas un poco lo es. Toma en cuenta de que es una parte del alma de Voldemort que es el padre de Venus. Tiene sentido que no le haga nada a ella después de todo es de la misma sangre de Tom.

—Pero no tiene su misma alma.

—Lo sé, pero de alguna manera ese pedazo de alma que hay ahí reconoce a Venus como la hija del señor tenebroso.

—Eso no puede ser posible.

—Aunque no lo creas lo es, Venus no tiene maldición alguna.

—Hablando de Horrocruxes, ella tiene uno.

— ¿Cómo?

—Si ella tiene un horrocrux, creo que es un guardapelo.

—Vaya, ¿de dónde lo habrá sacado?

-*-

Venus camino hacia las mazmorras en donde esperaba encontrar a su padrino, en unos minutos tendría clase con él así que no dudaba que lo encontraría en su salón de clases. Al llegar lo primero que vio fue el salón vacío.

Le pareció muy extraño que su padrino no se encontrara ahí. Sin embargo y sin tomarle mucha importancia tomo asiento en su respectivo lugar hasta el frente de la clase, justo donde Severus la habia sentado cuando llego.

Espero con paciencia que los demás chicos y chicas aparecieran para la clase, esta era una de las pocas que compartía con Gryffindor, así que Astrid, los Potter y su hermano estarían ahí. Hasta ese momento desde que habia llegado no la habia visto y tal vez no era el mejor momento para un reencuentro.

Venus tenía muchos asuntos pendientes con la castaña a la que habia llamado alguna vez amiga, sin embargo no pensaba montar una escena en la clase de su padrino, estaba segura de que no la regañaría pero no quería quedar mal frente a todos.

Astrid McGraw llego al aula de pociones con Hermione antes de entrar esperaron a que llegaran Potter y Weasley. Cuando ellos llegaron los cuatro se metieron en el aula de Snape. La vista de Astrid se fijó en una chica de cabello negro sentada hasta el frente.

Estaba segura de que aquel lugar le pertenecía a Venus, y también estaba segura de que nunca habia visto a esa chica. Iba de camino hacia ella cuando levanto la cara y unos ojos rojos la miraron.

Era Venus.

Con ojos rojos.

Y cabello negro.

-*-

Antes de dirigirse al salón de Snape, los tres Gryffindor terminaban su desayuno, Astrid se habia adelantado, diciendo que tenía que terminar unas cuantas cosas.

—Ahí lo tienes Harry— dijo Ron atemorizado. —Esa era la razón de porqué Snape estaba tan contento la otra noche.

—Yo no me lo creo— gruñó Harry, — ¿Fudge censura la fuga de Sirius?

— ¿Que otra opción crees que tiene? —dijo Hermione amargamente. —Él puede decir "lo siento, Dumbledore me advirtió que podía pasar, los guardianes de Azkaban, se han unido al señor tenebroso"—para de lloriquear, Ron—y ahora los peores partidarios de Voldemort se han escapado también." Esto significa, que se ha gastado seis meses en decirle a todo el mundo que tú y Dumbledore, erais unos mentirosos, ¿no es eso?

Hermione abrió el periódico y empezó a leer las noticias del interior mientras Harry miraba a su alrededor en el Gran Comedor. No podía entender por qué sus compañeros no parecían asustados ni por lo menos discutiendo sobre las importantes noticias de la portada, pero muy pocos de ellos tenían el periódico cada día, como Hermione. Allí, todos ellos estaban, hablando sobre los deberes y Quiddich y quien sabría sobre qué más, cualquier otra bobada, cuando fuera de estas paredes, diez Mortifagos más habían inflado las líneas de Voldemort.

Él hecho un vistazo hacia arriba, a la mesa de los profesores. Allí, era una historia diferente: Dumbledore y la profesora McGonagall conversaban animadamente, ambos parecían sumamente concentrados en ella.

La profesora Sprout tenía el Profeta apoyado contra un bote de ketchup y leía la portada tan concentrada, que no se daba cuenta de que amorosamente, una gota de yema de huevo de su cuchara, caía en su regazo. Entretanto, al otro extremo de la mesa, la profesora Umbridge tomaba un cuenco de gachas. Por una vez sus hundidos ojos de sapo no barrían el Gran Comedor en busca de estudiantes traviesos (vamos que pudiera castigar). Frunció el ceño cuando tragó su comida y de vez en cuando dirigió una mirada malévola hacia la mesa donde Dumbledore y McGonagall hablaban intensamente.

M>o

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora