Los brazos de Harry estaban sujetos firmemente alrededor del cuello de su caballo mientras lo incitaba para ir aún más rápido. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde que había visto a Sirius tirado en el piso del Departamento de Misterios?
¿Cuánto tiempo mas podría Sirius resistirse a Voldemort? Harry estaba seguro con todo su ser que su padrino no había hecho lo que Voldemort deseaba, y que tampoco había muerto, pues estaba convencido que cualquiera de las dos cosas le hubieran hecho sentir el jubilo o la furia de Voldemort recorrer su propio cuerpo, haciendo que su cicatriz le quemara dolorosamente como en la noche en que el Sr. Weasley fue atacado.
Siguieron volando en la creciente oscuridad; La cara de Harry se sentía tiesa y fría, las piernas entumecidas de sujetarse tan firmemente a los lados del Thestral, pero no se atrevió a cambiar de posición por miedo a resbalarse. . . estaba ensordecido por las estruendosas ráfagas de aire golpeando sus oídos, y su boca estaba seca y congelada por el frío viento de la noche. Había perdido la noción de que tan lejos estaban; toda su fe estaba en la bestia debajo de él, la cual seguía atravesando decididamente la noche, apenas batiendo sus alas mientras que aceleraba siempre hacia adelante.
Y si era demasiado tarde...
Él aún está vivo, él continua luchando, yo puedo sentirlo...
Pero si Voldemort decidía que Sirius no iba a flaquear...
Yo lo sé...
A Venus le gustaba más viajar por la tierra que por el aire, además era más seguro porque nadie cuestionaría las paradas que habia tenido que hacer. Ya casi llegaba al ministerio, el viaje justo habia sido lo que ella esperaba, ahora solo tenía que esperar a Alec.
Las brillantes y anaranjadas luces pasaban ante sus ojos de una manera increíble. De tan rápido que iban no las alcanzaba a ver por completo, y no les pudo dar una forma, las veía por todos lados; pasaba junto a ríos de luces de automóviles, que semejaban a luminosos ojos de insectos, recuadros de color amarillo pálido que resultaron ser las ventanas.
—Al fin llegan, los estaba esperando... ¿Y a donde vamos ahora? —Le preguntó ella a Harry con una interesada y cortes voz como si se tratara de un interesante paseo dominical.
—Por aquí, les dijo él. —Le dio a su Thestral una rápida palmadita, de agradecimiento y se dirigió hacia la estropeada caseta telefónica y abrió la puerta. — ¡Vamos entren! — Apuró a los otros al verlos dudar.
Ron y Ginny entraron obedientemente; después Hermione, Neville y Luna se apretaron contra ellos; Venus vio que tendrían que entrar después, sino estarían más apretados. Harry echó un último vistazo a los Thestrals, que ahora estaban buscando por algún trozo de comida podrida en el cesto de basura, y luego se forzó dentro de la caseta después de Luna.
—Quien esté más cerca del teléfono que marque, seis dos cuatro, cuatro dos. —Dijo él Ron lo hizo, su brazo se contorsiono extrañamente para alcanzar el aparato; mientras el disco giró zumbando al ponerlo de nuevo en su lugar la fría voz femenina se escuchó dentro de la caseta.
—Bienvenidos al Ministerio de Magia. Favor de indicar su nombre y asunto.
—Harry Potter, Ron Weasley, Hermione Granger, —dijo rápidamente Harry, — Ginny Weasley, Neville Longbottom, Luna Lovegood... ¡Estamos aquí rescatar a alguien, a menos que su ministerio pueda hacerlo primero!
—Gracias—dijo la fría voz de mujer, —Visitantes, favor de tomar las insignias y colocarlas al frente de sus túnicas.
Media docena de insignias se deslizaron por el canal metálico por el que normalmente salían las monedas devueltas. Hermione las recogió y se las paso en silencio a Harry por encima de la cabeza de Ginny; él echó un vistazo a la que estaba al principio y leyó, Harry Potter, misión de rescate.
—Visitantes del Ministerio, se le solicita presentarse para un reconocimiento y entregar sus varitas para ser registradas en el escritorio de seguridad, localizado al final del Atrio.
— ¡Bien! — dijo Harry en voz alta, al tiempo que su cicatriz le daba otra punzada. —¿Ya podemos seguir?
El destello de una suave luz dorada golpeó sus pies y, haciéndose más grande, les cubrió todo el cuerpo. Venus mantuvo su varita tan lista como le era posible en tan incomodas condiciones, habían tenido que bajar al ministerio con Astrid, mientras observaba por las ventanas para ver si había alguien esperándolos en el Atrio, pero este parecía estar casi vacío, si ponías total atención podías ver que Potter y sus amigos merodeaban por ahí. La luz era más débil que cuando era de día; no había fuego en las chimeneas colocadas a lo largo de las paredes, pero mientras el elevador se iba deteniendo, pudo ver que los signos dorados seguían girando sinuosamente en el techo azul oscuro.
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La Promesa De Una Weasley
FanfictionLa Promesa de Una Weasley Dos chicas: Hermione Granger, Venus Weasley. Un secreto: El de ella Una promesa: La de ella "¿Qué ella es quien? Dumbledore yo no puedo hacer nada por ella, bueno si, pero... ¿protegerla?" Segunda parte de Una Wea...