Capítulo 147

1.1K 111 0
                                    

Minúsculas etiquetas amarillas habían sido colocadas debajo de cada esfera de cristal en los estantes. Algunas de ellas tenían un extraño, líquido resplandeciente; otras estaban tan cerradas y oscuras como focos fundidos.

Pasaron la fila ochenta y cuatro... ochenta y cinco... Harry trataba de escuchar el más leve sonido de movimiento, pero Sirius podría estar amordazado, o bien inconsciente... o quizás, dijo una repentina voz dentro de su cabeza, él podría estar muerto... Lo habría sentido, se dijo a sí mismo, su corazón golpeaba contra su manzana de Adán, si tan solo supiera...

— ¡Noventa y Siete! —susurro Hermione.

Estaban todos agrupados, parados al final de la fila, mirando el corredor de al lado. Ahí no había nadie.

—El está justo al final, —dijo Harry, a quien la boca se le había secado ligeramente. —Ustedes no pueden verlo correctamente desde aquí.

Venus sintió alivio, Sirius estaba sano y salvo, justo como se habia planeado. Sentía la decepción de Potter, sentía su desesperación. Potter los condujo entre las elevadas filas de esferas de cristal, algunas de las cuales brillaron intensamente mientras pasaban...

—Él debe estar cerca de aquí, —dijo Harry susurrado, convencido de que a cada paso iba a aparecer la desaliñada figura de Sirius sobre el oscuro piso. —Debe estar por aquí... realmente cerca...

—¿Harry? — pregunto Hermione indecisa, pero él no deseaba responder. Su boca estaba demasiado seca.

—En alguna parte... por aquí...—dijo él.

— ¡Basta ya! Potter él no está aquí, deja de buscar donde no hay nada.

Habían alcanzado el final de la fila y salieron hacia la débil luz de las velas, no había nadie allí. Todo era un repetitivo, y polvoriento silencio.

—Él puede estar...—susurró Harry con voz ronca, mirando fijamente el siguiente pasillo—O quizá...—Y se apresuró a mirar el pasillo que estaba después.

—¿Harry? —dijo nuevamente Hermione.

—¿Qué? — gruño él.

—N. . . No creo que Sirius este aquí.

Nadie habló. Harry no quiso mirar a ninguno de ellos. Se sentía enfermo. Él no entendía por qué Sirius no estaba aquí. Él tenía que estar aquí. Aquí era donde él, Harry, lo había visto... Él recorrió el espacio al final de las filas observando cada pasillo entre los estantes, uno tras otro fueron pasando intermitentemente. No había señales de Sirius por ningún lado, ni tampoco signos de lucha.

— ¿Harry? —lo llamó Ron.

— ¿Que?

Él no quería escuchar lo que Ron tenía que decir; no quería oír a Ron decirle lo estúpido que había sido o sugerir que deberían regresar de nuevo a Hogwarts, pero el calor iba invadiendo su rostro y sentía como si quisiera esconderse ahí mismo en la oscuridad por un largo rato antes de tener que hacer frente al brillante Atrio de arriba y a las acusadoras miradas de los otros. . .

— ¿Ya viste esto? — dijo Ron.

— ¿Que? —dijo Harry, pero esta vez con impaciencia tenía que ser una señal de que Sirius había estado allí. Regreso con grandes pasos hacia donde estaban los demás, cerca de la fila noventa y siete, pero no encontró nada excepto a Ron que miraba fijamente una de las polvorientas esferas de cristal situadas en el estante.

— ¿Que? — repitió Harry abatido.

—Esta... esta tiene tu nombre escrito, —dijo Ron. Harry se acercó un poco más. Ron señalaba una de las pequeñas esferas de cristal que brillaban intensamente con una pálida luz interna, sin embargo estaba muy polvorienta y parecía no haber sido tocado en muchos años.

Venus comenzó a tomar un poco de distancia, algo no estaba bien ahí. Por algo habían coordinado que él estuviera ahí, en esa sala y en aquel pasillo.

— ¿Mi nombre? —dijo Harry inexpresivamente. Él se adelantó. Al no ser tan alto como Ron, tuvo que estirar el cuello para leer la amarillenta etiqueta puesta en el estante justo debajo de la polvorienta bola de cristal. Con una enredada escritura estaba puesta una fecha de aproximadamente dieciséis años antes, y abajo lo siguiente:

S.P.T. a A.P.W.B.D.

Señor oscuro y Harry Potter

—Por lo que más quieras no vayas a tocarla Potter...

Harry la miró fijamente.

— ¿Qué es eso? —preguntó Ron, con voz inquietante. —¿Qué hace tu nombre aquí abajo? —Y echó un vistazo a las etiquetas de las otras esferas que estaban en la misma repisa del estante. —Yo no estoy aquí, —dijo él, sonando perplejo. —ninguno de nosotros está aquí.

—Harry, Venus tiene razón no creo que debieras tocar eso, — dijo repentinamente Hermione, mientras el estiraba la mano.

— ¿Por qué no? —dijo él. —Esto tiene algo que ver conmigo, ¿no es cierto?

—No lo hagas, Harry, —dijo Neville repentinamente. Harry lo miró, la redonda cara de Neville brillaba levemente por el sudor. Y parecía como si no pudiera soportar más el suspenso.

—Tiene mi nombre, —dijo Harry.

Y sintiéndose un poco imprudente, cerró los dedos alrededor de la polvorienta superficie de la esfera.

Capítulo 148

erio޴R

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora