Capítulo 96

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Harry alzó la taza hacia sus labios y después, de repente, la bajó. Uno de los gatitos horriblemente pintados detrás de Umbridge tenía grandes y redondos ojos azules como el mágico de Ojo Loco Moody, y entonces se le ocurrió lo que diría Ojo Loco si oyera que Harry había bebido cualquier cosa ofrecida por un enemigo conocido.

— ¿Qué pasa? — dijo Umbridge, que lo seguía viendo de cerca. —¿Quieres azúcar?

—No— dijo Harry.

Se llevó la taza a sus labios otra vez y pretendió darle un sorbo, a pesar de mantener sus labios bien cerrados. La sonrisa de Umbridge se amplió.

—Bien, —murmuró. —Muy bien. Entonces ahora... — Se inclinó un poco hacia delante. —¿Dónde está Albus Dumbledore?

—Ni idea, —dijo Harry rápidamente.

—Bebe más, bebe más, — dijo, aun sonriendo. —Ahora, Sr. Potter, no hay que jugar juegos infantiles. Yo sé que sabe a dónde se fue. Usted y Dumbledore han estado juntos en esto desde el principio. Considerando su posición, Sr. Potter...

—No sé dónde está, — repitió Harry. Pretendió beber otra vez. Ella lo estaba viendo muy de cerca.

—Muy bien, — dijo, a pesar de que se veía disgustada. —En ese caso, me podría decir amablemente los quehaceres de Sirius Black.

El estómago de Harry se retorció y la mano que sostenía su taza de té se agitó de modo que la taza vibró en su platito. Movió la taza hacia su boca con sus labios apretados, de forma que el líquido caliente se deslizó hasta su ropa.

—No sé, — dijo un poco rápido.

—Sr. Potter, — dijo Umbridge, —déjeme recordarle que fui yo la que casi atrapó al criminal Black en la chimenea de Gryffindor en Octubre. Sé perfectamente que era usted con el que él se reunía y si tuviera alguna prueba usted ya se hubiera ido de aquí, se lo juro. Le repito, Sr. Potter... ¿Dónde está Sirius Black?

—Ni idea, — dijo Harry fuertemente. —No tengo ni una pista.

—La única que cuenta con esa información, querida directora soy yo...

-*-

Habían pasado ya varios días de que se habían ido de Hogwarts y la pelinegra en verdad estaba aburrida, no tenía con quien divertirse. Todas sus mascotas estaban en sus hábitats naturales.

Ella podía sentir como los 4 corazones que estaban unidos al de ella, latían con fuerza. Los sentía cerca.

De su desesperación se le ocurrió una idea, una idea un poco descabellada, si, solo algo que claro, ella estaría dispuesta a hacer. Era una locura y ella estaba dispuesta a hacer esa locura.

Se vistió adecuadamente para la ocasión, no iba a ver a cualquier persona. Se puso un vestido negro que le llegaba poco más arriba de sus piernas pálidas, que convino con un par de tacones negros y su infalible chamarra negra de cuero. Hizo que su cabello negro fuera liso y sus ojos rojos fueran del color de la sangre.

Tomo una pequeña bolsa en donde metió todas las cosas necesarias para su corto viaje, sin ayuda de la varita invoco a las malvadas guardianas. Que se acomodaron detrás de ella, y a los lados, siempre protegiéndola.

Y sin una palabra, ni un solo sonido. Desaparecieron, como si nunca hubieran estado ahí.

-*-

—Es momento de que Potter se vaya y nos deje hablando de mujer a mujer. — Harry se levantó de la silla en la que estaba, y la vio. Dándole las gracias con la mirada se dispuso a Salir de ahí. — Mándale un saludo a Astrid de mi parte...

Potter salió dejando a la señora y señorita solas. Aunque no tan solas, ya que las guardianas de Venus y los gatos de Umbridge las acompañaban.

—Pregunte lo que sea, vieja arpía.

— ¿Dónde está Albus Dumbledore?

—Espere... ¿de qué privilegios gozo como para que no me dé un jugo, o un té, o incluso un café con poción de la verdad?

—Dígnese a contestar mi pregunta.

—Pues como ve que esa es información clasificada—los ojos rojos de Venus brillaron, haciendo que Umbridge tragara. Reflejando miedo en su mirada.

—No me saques de mis casillas.

—Es su culpa completamente, le dije que me diera la poción. Aunque ni con eso podría sacarme la verdad.

Venus vio que Umbridge hacia un movimiento sospechoso, así que una de las guardianas, Darcy, se apresuró y agarro su mano, quitándole su varita. Dejándola indefensa.

— ¿Quería hacer algo con esta varita? Espero que no quisiera atacarme Dolores, mire solo vengo a decirle que tenga mucho cuidado, se ha metido con la peor persona con la que pudo haberse topado. Yo soy muy bondadosa, le perdone la vida a una traicionera. Pero no sé si le perdonaría la vida a una rata de alcantarilla, como lo es usted. Torturando a pequeños niños haciendo que ellos mismos se marquen con cicatrices. Pero no se preocupe, ahora los papeles se van a invertir.

Venus hizo un movimiento con la cabeza, haciendo con ese simple movimiento que Icy y Fizzy fueran hasta donde estaba la directora amarrándola en la silla en la que estaba.

—Vamos a jugar un rato, ¿le parece?

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La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora