Capítulo 33

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Cumplieron la meta más rápido de lo que yo esperaba... No leemos el viernes, disfruten la lectura

Buscar fragmentos de sueños en el libro era un trabajo aburridísimo, y a Venus no le hizo ninguna gracia que la profesora Trelawney les mandara escribir durante un mes un diario de los sueños que tenían. Cuando sonó la campana, Venus y Alec fueron los primeros en salir del aula y bajar la escalera; Venus gruñía sin parar.

— ¿Te das cuenta de la cantidad de deberes que tenemos ya? Binns nos ha puesto una redacción de medio metro sobre las guerras de los gigantes; Snape quiere que le entreguemos otra de treinta centímetros sobre las propiedades y los usos del ópalo.

—Tú te puedes salvar de esa tarea del ópalo Venus, el maestro es tu padrino. Te lo va a perdonar.

—Yo no estaría muy segura, ¿puedo seguir con mis quejas?

—Claro que si— le dijo Malfoy que le pasaba un brazo por su hombro mientras ella pasaba su brazo por la cintura del rubio.

—Continuare... ¡y ahora Trelawney nos manda redactar un diario de sueños durante un mes! Mis hermanos no mentían cuando me dijeron que sería un año duro.

Cuando entraron en el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, la profesora Umbridge ya estaba sentada en su sitio. Llevaba la suave y esponjosa chaqueta de punto de color rosa que había lucido la noche anterior, y el lazo de terciopelo negro en la cabeza. A Venus le recordó a una gran mosca posada imprudentemente en la cabeza de un sapo aún más descomunal.

Los alumnos guardaron silencio en cuanto entraron en el aula, Draco soltó a Venus e hizo que se sentara con él; la profesora Umbridge todavía era un elemento desconocido y nadie sabía lo estricta que podía ser a la hora de imponer disciplina. Cabía mencionar que Venus había visto a un par de chicos rubios demasiado parecidos, ella no estaba segura de si ellos eran los chicos que serian sus tutores en posiones . Y ella tenía curiosidad por conocerlos.

—Tendrás que decirme quienes son ellos— le susurro la chica a Draco.

—Te lo diré, pero cuando termine la clase.

— ¡Buenas tardes a todos! —saludó a los alumnos cuando por fin éstos se sentaron. Unos cuantos respondieron con un tímido «Buenas tardes»—. ¡Ay, ay, ay! —exclamó—. ¿Así saludan a su profesora? Me gustaría oíros decir: «Buenas tardes, profesora Umbridge.» Volvamos a empezar, por favor. ¡Buenas tardes a todos!

—Buenas tardes, profesora Umbridge —gritó la clase.

—Eso está mucho mejor —los felicitó con dulzura—. ¿A que no ha sido tan difícil? Guarden las varitas y saquen las plumas, por favor.

Unos cuantos alumnos intercambiaron miradas lúgubres; hasta entonces la orden de guardar las varitas nunca había sido el preámbulo de una clase que hubieran considerado interesante. Venus metió su varita en su bolso y sacó la pluma, la tinta y el pergamino. La profesora Umbridge abrió su bolso, sacó su varita, que era inusitadamente corta, y dio unos golpecitos en la pizarra con ella; de inmediato, aparecieron las siguientes palabras: Defensa Contra las Artes Oscuras: regreso a los principios básicos

—Muy bien, hasta ahora su estudio de esta asignatura ha sido muy irregular y fragmentado, ¿verdad? —Afirmó la profesora Umbridge volviéndose hacia la clase con las manos entrelazadas frente al cuerpo—. Por desgracia, el constante cambio de profesores, muchos de los cuales no seguían, al parecer, ningún programa de estudio aprobado por el Ministerio, ha hecho que estén muy por debajo del nivel que nos gustaría que alcanzaran en el año del TIMO. Sin embargo, les complacerá saber que ahora vamos a rectificar esos errores. Este año seguiremos un curso sobre magia defensiva cuidadosamente estructurado, basado en la teoría y aprobado por el Ministerio. Copien esto, por favor.

Volvió a golpear la pizarra y el primer mensaje desapareció y fue sustituido por los «Objetivos del curso».

1. Comprender los principios en que se basa la magia defensiva.

2. Aprender a reconocer las situaciones en las que se puede emplear legalmente la magia defensiva.

3. Analizar en qué contextos es oportuno el uso de la magia defensiva.

Durante un par de minutos en el aula sólo se oyó el rasgueo de las plumas sobre el pergamino. Cuando los alumnos copiaron los tres objetivos del curso de la profesora Umbridge, ésta preguntó:

— ¿Tienen todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard? —Un sordo murmullo de asentimiento recorrió la clase—. Creo que tendremos que volver a intentarlo —dijo la profesora Umbridge—. Cuando les haga una pregunta, me gustaría que contestaran «Sí, profesora Umbridge», o «No, profesora Umbridge». Veamos: ¿tienen todos un ejemplar de Teoría de defensa mágica, de Wilbert Slinkhard?

—Sí, profesora Umbridge —contestaron los alumnos al unísono. A Venus ya estaba comenzando a hartarle esto.

—Estupendo. Quiero que abran el libro por la página cinco y lean el capítulo uno, que se titula «Conceptos elementales para principiantes». En silencio, por favor.

La profesora Umbridge se apartó de la pizarra y se sentó en la silla, detrás de su mesa, observándolos atentamente con aquellos ojos de sapo con bolsas. Venus abrió su ejemplar de Teoría de defensa mágica por la página cinco y empezó a leer.

Era extremadamente aburrido, casi tanto como escuchar al profesor Binns. La chica notó que le fallaba la concentración, pues al poco rato se dio cuenta de que había leído la misma línea media docena de veces sin entender nada más que las primeras palabras. Pasaron unos silenciosos minutos. A su lado, Draco, distraído, giraba la pluma una y otra vez entre los dedos con los ojos clavados en un punto de la página. Venus miró hacia en frente y se llevó una sorpresa que la sacó de su letargo.

Granger ni siquiera había abierto su ejemplar de Teoría de defensa mágica y estaba mirando fijamente a la profesora Umbridge con una mano levantada.

Pero pasados unos minutos más, Venus dejó de ser la única que observaba a Granger. El capítulo que les habían ordenado leer era tan tedioso que muchos alumnos optaban por contemplar el mudo intento de Hermione de captar la atención de la profesora Umbridge, en lugar de seguir adelante con la lectura de los «Conceptos elementales para principiantes».

Cuando más de la mitad de la clase miraba a Hermione en vez de leer el libro, la profesora Umbridge decidió que ya no podía continuar ignorando aquella situación.

— ¿Quería hacer alguna pregunta sobre el capítulo, querida? —le dijo a Hermione como si acabara de reparar en ella.

—No, no es sobre el capítulo.

—Ahora estamos leyendo —repuso la profesora Umbridge mostrando sus pequeños y puntiagudos dientes—. Si tiene usted alguna duda podemos solucionarla al final de la clase.

—Tengo una duda sobre los objetivos del curso —aclaró Hermione.

La profesora arqueó las cejas.

— ¿Cómo se llama, por favor?

—Hermione Granger.

—Mire, señorita Granger, creo que los objetivos del curso están muy claros si los lee atentamente — dijo la profesora Umbridge con decisión y un deje de dulzura.

—Pues yo creo que no —soltó Hermione sin miramientos—. Ahí no dice nada sobre la práctica de los hechizos defensivos.

Se produjo un breve silencio durante el cual muchos miembros de la clase giraron la cabeza y se quedaron mirando con el entrecejo fruncido los objetivos del curso, que seguían escritos en la pizarra.

— ¿La práctica de los hechizos defensivos? —Repitió la profesora Umbridge con una risita—. Verá, señorita Granger, no me imagino que en mi aula pueda surgir ninguna situación que requiera la práctica de un hechizo defensivo por parte de los alumnos. Supongo que no espera usted ser atacada durante la clase, ¿verdad?

— ¡¿Entonces no vamos a usar la magia?! —exclamó la rubia en voz alta.

—Por favor, levante la mano si quiere hacer algún comentario durante mi clase, señorita...

—Weasley —dijo Venus, y levantó una mano.

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora