Capítulo 98

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Lo prometido es deuda, los amo mil, nos leemos mañana 

El mismísimo piso de la oficina tembló; Umbridge se tambaleó, agarrándose del escritorio para no caerse, viéndose impactada y dejando ver a Venus sus marcas en la mano. Aunque estaba sorprendida al ver las marcas no les dio importancia, tal vez solo era un rasguño.

— ¿Qué fue...?

Dirigió la mirada hacia la puerta; Venus, convertida en Harry, tomó la oportunidad para vaciar su casi llena taza de café en la maceta más cercana con flores secas. Se podía oír gente corriendo y gritando varios pisos abajo.

—¡Te acompaño al almuerzo, Potter! —dijo Umbridge, levantando su varita y saliendo rápidamente de la oficina. Venus le dio unos segundos a que se adelantara y después se apresuró tras ella para ver cuál era la fuente de todo ese alboroto.

No fue difícil determinarlo. Un piso abajo, reinaba el caos. Alguien (y Venus sabía muy bien quien) había prendido lo que parecía ser un enorme vehículo de fuegos artificiales hechizados.

Dragones formados completamente de chispas verdes y rojas volaban por todos los corredores, emitiendo muy fuertes y agresivos estallidos y detonaciones. Ruedas Giratorias extremadamente rosas de cinco pies de diámetro volaban letalmente por el aire como muchos platillos voladores. Cohetes con largas colas de estrellas brillantes rebotaban en las paredes.

Cohetes Chispeantes que escribían groserías en el aire por voluntad propia. Petardos explotaban como minas en cualquier lugar al que Venus viera, y en lugar de quemarse, desvaneciéndose, o hacer un extraño chiflido, estos milagros pirotécnicos parecían ganar en energía y en ímpetu mientras más pasaba el tiempo.

Filch y Umbridge estaban parados, aparentemente paralizados de miedo, a la mitad de las escaleras. Mientras Aluminé veía, una de las Ruedas Giratorias más grandes decidió que necesitaba más espacio para maniobrar; giró hacia Umbridge y Filch con un siniestro wheeeeeeeeeee. Ambos gritaron con miedo y se agacharon cuando salió zumbando por la ventana de atrás de ellos y cruzó los terrenos. Mientras tanto, varios de los dragones y un enorme murciélago morado que humeaba en gran cantidad, tomaron ventaja de la puerta al final del corredor para escapar hacia el segundo piso.

Y esa fue la señal para que Venus se escapara de ahí, era el momento de ir rápidamente por su mochila a donde se escondía con Albus, junto a sus guardianas desapareció de ese alboroto.

Albus la estaba esperando y por suerte Venus tenía un plan para que no saliera regañada, simplemente dijo que habia ido a dar una vuelta justo en el lugar por el que iba a entrar al ministerio. Si, tenía que verificar que todo estuviera bien, ella podía hacerlo apareciendo, sin embargo era muy arriesgado hacerlo, por lo que opto por entrar de la manera común.

El plan tan solo consistía en entrar, tomar los replicadores y salir.

Así de fácil era decirlo, sin embargo la chica no estaba del todo segura que funcionara a la perfección, pero conociéndola, ella no fallaría.

—Es momento de que vayas Venus.

—Lo sé, deséame suerte Albus. Espero regresar en máximo 5 horas.

—Viaje bueno Aluminé.*

Con su mochila en la espalda, y con sus guardianas protegiéndola desapareció de ahí.

*Palabras del Sombrerero Loco en Alicia En El País De Las Maravillas

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— ¡Stupefy! —Un rayo de luz roja salió de la punta de su varita y le dio a uno de los cohetes, En lugar de congelarse en medio del aire, explotó con tal fuerza que le hizo un agujero a una pintura de una bruja con apariencia estúpida en medio de una pradera esta apenas alcanzó a correr, reapareciendo segundos después apretujada en la pintura de al lado, en donde un par de magos que jugaban cartas se pararon rápidamente para hacerle un lugar.

— ¡No los aturdas, Filch! — gritó Umbridge enojadamente, como si fuera una sugerencia suya.

—¡Tiene razón, Directora! —respondió Filch, que era un Squib por lo que le hubiera resultado más fácil tragarse los fuegos artificiales que aturdirlos. Se apresuró hacia una alacena cercana, sacó una escoba, y empezó a golpear a los fuegos artificiales en el aire; en segundos la cabeza de la escoba estaba en llamas.

Harry, que llego poco después de que Venus se fue, había visto lo suficiente. Riéndose, se agachó un poco, corrió a la puerta que sabía estaba escondida detrás del tapiz un poco a lo largo del corredor y se deslizó a través de él para encontrar a Fred y a George escondiéndose detrás de él, escuchando los gritos de Umbridge y de Filch y temblando con callada alegría.

—Impresionante, — dijo calladamente Harry, sonriendo. —Muy impresionante... Ustedes van a poner al Dr. Filibuster fuera del negocio, sin problema...

—Salud— murmuró Fred, limpiándose las lágrimas de la cara causadas por la risa. — Ah, espero que trate de desaparecerlos... Se multiplican por diez cada vez que lo intentas...

Los fuegos artificiales continuaron quemándose y esparciéndose por toda la escuela esa tarde. A pesar de que causaron tanta desorganización, especialmente los petardos, a los otros profesores parecían no importarles mucho.

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La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora