Capítulo 57

2.7K 260 31
                                    


Dumbledore estaba ahora revolviendo en un armario detrás de Harry y Ron. Emergió sacando una vieja tetera ennegrecida, que puso cuidadosamente en su escritorio. Levantó su varita y murmuró, —¡Portus! — Por un momento, la tetera tembló, brillando con una extraña luz azul; luego se puso a descansar, tan sólidamente negra como siempre.

Dumbledore marchó hacia otro retrato, esta vez de un mago de apariencia inteligente con una pronunciada barba, que había sido pintado vistiendo los colores de Slytherin de verde y plateado y estaba aparentemente durmiendo tan profundo que no podía oír a Dumbledore cuando intentaba despertarlo.

—Phineas. Phineas. —

Los sujetos de los retratos que revestían la habitación ya no pretendían estar dormidos; se estaban moviendo alrededor en sus cuadros para ver mejor lo que pasaba. Cuando el mago de apariencia inteligente sigo fingiéndose dormido, algunos de ellas gritaron su nombre también.

— ¡Phineas! ¡Phineas! ¡PHINEAS! —

No podía fingir por más tiempo; dio una sacudida teatral y abrió bien sus ojos.

— ¿Me llama alguien? —

—Necesito que visites tu otro retrato otra vez, Phineas, —dijo Dumbledore. —Tengo otro mensaje.

— ¿Visitar mi otro retrato? — dijo Phineas con voz aflautada, dando un largo bostezo falso (sos ojos viajaron alrededor de la habitación y se detuvieron en Harry). —Oh, no, Dumbledore, estoy demasiado cansado esta noche.

Algo de la voz de Phineas le era familiar a Harry, ¿dónde la había escuchado antes? Pero antes de que pudiera pensar, los retratos de las paredes cercanas rompieron en una tormenta de protestas.

-*-

—Maldita sea Alec, tenemos que recoger todas las cosas Dumbledore nos espera.

—Hago todo lo que puedo Venus, no puedo hacerlo más rápido.

—Bien, bien, hagamos las cosas bien y tranquilos,,,

Los chicos tomaron sus cosas podo a poco, en el poco tiempo que llevaban con la Manticora habían hecho un tremendo desastre. Toda la ropa que sacaron se encontraba tirada en el suelo. Cobijas por aquí. Trastes por allá. Un par de botas al lado de la puerta...

La Manticora hacia todo lo posible por ayudar a su dueña, recogiendo todo lo que estaba en el baño, y en sí, recogiendo todo lo que estaba en su cueva.

Casi media hora después habían terminado, las dos mochilas estaban llenas de todas sus cosas, y la puerta que Dumbledore les habia dicho seguía en donde apareció. Listos para lo que les esperaba, se despidieron de la Manticora y abrieron la puerta.

-*-

En el ya conocido despacho de Dumbledore de la nada apareció una puerta negra, que se abrió haciendo que la habitación tuviera más iluminación. Dos personas salieron de ahí, una chica rubia que se habia ido hacia dos meses y su amigo castaño que la siguió en sus aventuras.

Ambos cargaban sus respectivas mochilas, se veían cansados y despeinados, ambos necesitaban una ducha Venus se veía preocupada, los presentes nunca la habían visto así de preocupada, ni siquiera cuando se habia tenido que enfrentar a un dragón.

— ¡Venus! Al fin llegas y... ¿Tienes dos tatuajes?

—Sí, bueno... lo denominamos marcas. ¿Qué es lo que esta pasando? ¿Por qué la urgencia de traerme hasta acá?

En ese mismo momento la puerta del estudio se volvió a abrir. Fred, George y Ginny Weasley fueron introducidos por la Profesora McGonagall, los tres estaban desarreglados y shockeados, todavía en sus ropas de dormir.

—Harry, ¿qué sucede? — preguntó Ginny, que parecía asustada.

—Harry. ¿Qué sucede? — imito la rubia con voz chillona.

—La Profesora McGonagall dice que viste a papá ser herido... — dijo la chica ignorando a Venus

—Su padre ha sido herido en el curso de su trabajo para la Orden del Fénix,-- dijo Dumbledore, antes de que Harry pudiera hablar. —Ha sido llevado al Hospital San Mungo para Enfermedades Mágicas. Los enviaré de vuelta a la casa de Sirius, que es más conveniente para el hospital que La Madriguera. Se encontrarán con su madre allí.

—¿Cómo iremos?-- preguntó Fred agitado, —¿Polvos Flu?

—No, — dijo Dumbledore, --Viajar por Polvos Flu no es seguro en este momento, la Red está siendo vigilada. Tomarán un Portkey. —Indicó la tetera yaciendo inocentemente en su escritorio. —Esperaremos a que regrese Phineas Nigellus... quiero estar seguro de que no hay moros en la costa.

Hubo un centelleo de flamas en la mitad de la oficina, dejando atrás una pluma dorada que flotó suavemente hasta llegar al piso.

—Es el aviso de Fawkes, — dijo Dumbledore, tomando la pluma cuando cayó. —La Profesora Umbridge ya debe saber que no están en sus camas... Minerva, ve y haz que se valla, invéntale cualquier historia.

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora