Capítulo 27

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Por un momento todos se quedaron callados, nadie esperaba que una Weasley quedara en Slytherin, y si ya era extraño que la chica no se pareciera a sus hermanos, más extraño aun que estuviera en esa casa.

La chica se quitó el sombrero y lo dejo en el taburete, sus padres no estarían nada orgullosos de ella, pero a estas alturas realmente no le importaba. Con la cabeza en alto camino, vio a sus hermanos, Fred y George la miraban con sorpresa, Ron no se la estaba creyendo, y Ginevra, parecía feliz.

Claro que estaba feliz, a esa perra nunca le habia agradado Venus, a pesar de ser hermanas la muchacha pelirroja no la soportaba, tal vez era por que estaba celosa de su cabello rubio o por sus hermosos ojos grises, había pasado ya bastante tiempo y la rubia aun no sabía porque su hermana la odiaba.

Siguió su camino hasta donde se encontraban sus amigos, por alguna razón todos eran hombres, Draco le hizo un espacio entre él y Blaise, en frente de ella estaban Theo y Alec. Volteo y busco a Astrid, ya tenía con quien pasar el tiempo. Ella se encontraba hablando con Potter y sus amigos.

—A los nuevos —dijo Dumbledore con voz sonora, los brazos abiertos y extendidos y una radiante sonrisa en los labios— les digo: ¡bienvenidos! Y a los que no son nuevos les repito: ¡bienvenidos otra vez! En toda reunión hay un momento adecuado para los discursos, y como éste no lo es, ¡al ataque!

Las palabras de Dumbledore fueron recibidas con risas y aplausos, y el director se sentó con sumo cuidado y se echó la larga barba sobre un hombro para que no se le metiera en el plato, pues la comida había aparecido por arte de magia, y las cinco largas mesas estaban llenas a rebosar de trozos de carne asada, pasteles y bandejas de verduras, pan, salsas y jarras de zumo de calabaza.

—Excelente —dijo Theo con un gemido de placer; luego agarró la bandeja de chuletas que tenía más cerca y empezó a amontonarlas en su plato.

— ¿Qué decía usted antes de que se iniciara la Ceremonia de Selección? —Le preguntó Hermione al fantasma—. Eso de que el sombrero podía lanzar advertencias.

— ¡Ah, sí! —Contestó Nick, contento de tener un motivo para apartar la mirada del plato de Ron, quien estaba comiendo patatas asadas con un entusiasmo casi indecente—. Sí, he oído al sombrero lanzar advertencias otras veces, siempre que ha detectado momentos de grave peligro para el colegio. Y, por supuesto, el consejo siempre ha sido el mismo: permanezcan unidos, fortalézcanse por dentro.

—¿Cóbo va a fabeb um fombebo fi el cobefio ftá em belifro? —preguntó Ron.

Tenía la boca tan llena que Harry creyó que era todo un logro que hubiera conseguido articular algún sonido.

—¿Cómo dices? —preguntó con mucha educación Nick Casi Decapitado mientras Hermione hacía una mueca de asco. Ron tragó como pudo y repitió:

—¿Cómo va a saber un sombrero si el colegio está en peligro?

—No tengo ni idea —respondió el fantasma—. Bueno, vive en el despacho de Dumbledore, así que supongo que allí se entera de cosas.

— ¿Y pretende que todas las casas sean amigas? —Inquirió Harry echando un vistazo a la mesa de Slytherin, donde estaba Draco Malfoy rodeado de admiradores—. Pues lo tiene claro.

—Miren, no deberíais adoptar esa actitud —les aconsejó Nick en tono reprobatorio—. Cooperación pacífica, ésa es la clave. Nosotros, los fantasmas, pese a pertenecer a diferentes casas, mantenemos vínculos de amistad. Aunque haya competitividad entre Gryffindor y Slytherin, a mí ni se me ocurriría provocar una discusión con el Barón Sanguinario.

—Ya, pero eso es porque le tiene usted miedo —aseguró Ron.

Nick Casi Decapitado se ofendió mucho.

— ¿Miedo? ¡Creo poder afirmar que yo, sir Nicholas de Mimsy-Porpington, nunca jamás he pecado de cobarde! La noble sangre que corre por mis venas...

— ¿Qué sangre? —Lo interrumpió Ron—. Pero si usted ya no tiene...

—¡Es una forma de hablar! —exclamó Nick Casi Decapitado, tan enojado que empezó a temblarle aparatosamente la cabeza sobre el cuello medio rebanado—. ¡Espero tener todavía libertad para utilizar las palabras que se me antojen, dado que los placeres de la comida y de la bebida me han sido negados! Pero ¡ya estoy acostumbrado a que los alumnos se rían de mi muerte, se los aseguro!

—¡Ron no se estaba riendo de usted, Nick! —terció Hermione fulminando a su amigo con la mirada.

Por desgracia, éste volvía a tener la boca a punto de explotar, y lo único que consiguió decir fue:

«Nunfa me gío fon ga boga gena», algo que Nick no consideró una disculpa adecuada. Se elevó, se colocó bien el sombrero con plumas y se fue hacia el otro extremo de la mesa, donde se sentó entre los hermanos Creevey, Colin y Dennis.

—Felicidades, Ron —le soltó Hermione.

—¿Qué pasa? —Protestó él, indignado; al fin había conseguido tragar la comida que tenía en la boca—. ¿No puedo hacer una sencilla pregunta?

—Olvídalo —dijo Hermione con fastidio, y ambos estuvieron el resto de la cena callados y enfurruñados. — Mejor cuéntanos de ti Astrid.

—Bueno, como ya saben estudie con Venus y Alec en Beauxbatons, los tres éramos de la misma casa. Así que no entiendo porque estamos separados ahora.

—Bueno, Venus es malvada y al parecer Alec también.

—Te voy a decir que ella no era así, todo cambio cuando su madre comenzó a ser distante con ella. Quería mucho a su mama, cuando entramos en Beauxbatons ella era la niña más linda y tierna que podías conocer, todos la querían por su entusiasmo y alegría. Todo en ella comenzó a cambiar cuando regresamos a segundo, hablaba de un niño que su hermano habia llevado a casa, al principio pensé que aquel niño le habia gustado, paso el año y siguió cambiando, su madre ya no le enviaba cartas y en navidad tan solo dulces; cuando año con año, según ella, le regalaba suéteres.

<Ese niño se la estaba complicando muy feo, para cuando regresamos para nuestro tercer año, regreso más terca y fría, ya las personas la veían con miedo y la respetaban por eso. Luego siguió cambiando y para nuestro cuarto año le toco ser parte del torneo, le toco ver como su madre se preocupaba por alguien más. Le toco ver como el señor tenebroso volvía a la vida, y para terminar se enfrentó con él. Dime tu si después de todo eso no cambiarias. Porque ella lo hizo, ella dejo de lado el amor que solía tener a su madre, decía que el amor era una debilidad, y esa debilidad la hizo más fuerte.

—Yo... perdón. No sabía todo eso.

—Claro que no lo sabias, solo te encierras en tu mundo, y no te das el tiempo para conocer a las personas Venus no es la persona que tu crees, de hecho ustedes tres tuvieron mucho que ver en el cambio que tuvo.

Ninguno de los tres dijo nada, no se atrevían a hablar, a tratar de desmentir lo que la castaña acababa de decir por que en el fondo los tres sabían que lo que había dicho era cierto, Venus era quien era, por su culpa.


La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora