Capítulo 163

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—Yo... no... bueno — dijo coléricamente Fudge, mirando alrededor como si esperara que alguien le dijera qué hacer. Cuando nadie lo hizo, dijo, —Muy bien, ¡Dawlish! ¡Williamson! Vayan abajo al Departamento de Misterios y vean... Dumbledore, tu... tu necesitarás decirme exactamente la fuente de La Hermandad Mágica ¿qué sucedió? —Agregó en una especie de gemido, mirando el piso alrededor fijamente, donde los restos de las estatuas dela bruja, del mago y del centauro estaban dispersados. 

—Eso lo podremos discutir después de que haya enviado a Venus y Harry de vuelta a Hogwarts, dijo Dumbledore. 

— ¿Harry? ¿Harry Potter?— Fudge miro alrededor y se detuvo fijamente en Harry, quien todavía estaba parado contra la pared al lado de la estatua caída que lo había protegido durante el duelo entre Dumbledore y Voldemort.— ¿Él aquí?— dijo Fudge, mirando a Harry.— ¿Porqué? ¿De que se trata todo esto?

—Te explicaré todo, —repitió Dumbledore,— cuando ellos esten de vuelta en la escuela.— Él se alejó de la fuente al lugar adonde la cabeza dorada del mago descansaba en el piso. Le apunto con su varita y murmuró, —Portus— 

 La cabeza brilló intensamente de color azul y tembló ruidosamente contra el piso de madera por algunos segundos, después volvió a permanecer de nuevo inmóvil. 

— ¡Ahora veras, Dumbledore!— dijo Fudge, mientras que Dumbledore tomó la cabeza y la llevo de regreso hacia donde estaban los chicos.— ¡Tu no tienes autorización para ese Traslador! Tú no puede hacer cosas como esas justo frente al Ministro De Magia, tu... tu... —Su voz vaciló mientras Dumbledore lo examinaba magistralmente sobre sus gafas de media luna.

—Darás la orden para sacar a Dolores Umbridge de Hogwarts, — dijo Dumbledore. —Dirás a tus Aurores que dejen de buscar a mi Profesor de Cuidado De Criaturas Mágicas de modo que pueda volver al trabajo. Te daré...—Dumbledore saco de su bolsillo un reloj con doce manecillas y lo examinó.—Media hora de mi tiempo esta noche, la cual supongo, será más que suficiente para cubrir los puntos importantes de lo qué ha sucedido aquí. Después de eso, necesitaré volver a mi escuela. Si necesitas más de mi ayuda, por supuesto, que serás más que bienvenido para contactarme en Hogwarts. Las cartas dirigidas al Director me encontrarán.

Fudge lo miro peor que nunca; tenia la boca abierta y la cara redonda creció se sonrojo debajo de su despeinado pelo gris 

— Yo... tu...— Dumbledore le dio la espalda. 

—Tomen este traslador, Venus, Harry. Extendió la cabeza dorada de la estatua y los dos pusieron una mano en ella, sinimportar que harían después o a donde irían— Los veré en media hora— dijo Dumbledore tranquilamente—uno... dos... tres— Venus sintió la familiar sensación de un gancho siendo jalado justo por debajo de su ombligo. El pulido piso de madera bajo sus pies; el atrio, Fudge y el Dumbledore todos habían desaparecido y ella estaba volando hacia adelante en un torbellino de color y sonido.

 Los pies de la chica  pegaron en el sólido suelo otra vez; vio como a Potter se le doblaron las rodillas y la cabeza del mago de oro cayó con una resonante clunk en el suelo. Ella miro alrededor y vio que había llegado a la oficina de Dumbledore. 

 Todo parecía haberse reparado por si mismo durante la ausencia del director. Los delicados instrumentos de plata estaban parados otra vez sobre las mesas, soplando y zumbando serenamente. 

Los retratos de los directores y las directoras estaban cabeceando en sus marcos, recostados en sus sillones o sobre el borde de sus retratos. Venus miro a través de la ventana. Había una fría línea de verde pálido a lo largo del horizonte: El amanecer se estaba acercando. El silencio y la calma, se rompían solo por el ocasional gruñido o resuello de un retrato dormido, era insoportable. 

Si lo que estaba alrededor de ella hubiese podido reflejar los sentimientos dentro de ella, los retratos estuvieran gritando de dolor. Ella camino alrededor de la quieta, hermosa oficina, respirando agitadamente, tratando de no pensar. Pero el tenia que pensar... No había escape...  

Sus planes no salieron como querían, él había muerto. 

Pero no era posible, todo estaba calculado, todas las posibilidades las descartaron una por una, debía haber una falla, algo que pasaron por alto, porque era insignificante para tomarlo en cuenta... 

Y fue en ese momento que las palabras de Bellatrix le llegaron como un balde de agua fría... ella había mencionado al "Animago Black" 

Y ellos en su plan nunca tomaron eso en cuenta, por más fuerte que lo ataran, si no lo habían dormido lo suficiente él podía haber cambiado de forma, provocando que las ataduras fueran inútiles y pudiera escapar.

Se sintió tan estúpida al saber que por eso, ahora estaba muerto  y ya no podía hacer nada al respecto.

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora