Capítulo 92

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Día Tres de Diez, 45 Votos y 45 Comentarios 

—¡Oh, muy bien, Señor Ministro, muy bien! Es en este momento en el que se queda callado, necesitamos respuestas. Nadie nos asegura que usted actúa por cuenta propia simplemente para desacreditar a Dumbledore. No me decepcione así, ministro.

Harry lo hubiera pateado. Luego vio, con asombro, que Dumbledore también sonreía suavemente.

—Cornelius, no te voy a decir nada que no te haya dicho ya, o que mi gente te haya dicho. Tampoco estoy seguro, de lo que hizo Harry. Él estaba en el bar Cabeza de Cerdo ese día, y es cierto que estaba tratando de reclutar estudiantes para su grupo de Defensa Contra las Artes Oscuras. Sólo quiero puntualizar que Dolores está muy equivocada al sugerir que tal grupo era, para ese momento, ilegal. Si recuerdas, el Decreto del Ministerio prohibiendo todas las sociedades estudiantiles no entró en efecto hasta dos días después que Harry se reuniera en Hogsmeade, así que él no rompió ninguna regla en el Cabeza de Cerdo.

Percy lo miró como si le hubieran golpeado el rostro con algo muy pesado. Fudge permaneció inmóvil en mitad de su balanceo, con la boca abierta. Umbridge fue la primera en recuperarse.

—Todo eso está bien, Director — aceptó ella, sonriendo "dulcemente" — pero hace casi seis meses de la implementación del Decreto Educacional Número Veinticuatro. Si la primera reunión no era ilegal, todas las que han ocurrido desde entonces ciertamente que sí.

—Bueno — dijo Dumbledore, examinándola con cortes interés desde la parte superior de sus dedos entrecruzados — definitivamente lo serían, si hubieran continuado después que el Decreto entró en efecto. Tú no tienes evidencia de que esas reuniones continuaran, ¿verdad?

Mientras Dumbledore hablaba, Harry escuchó un susurro detrás de él y pensó que Kingley había murmurado algo. Podría haber jurado, además, que sintió algo que rozaba contra su costado, algo suave como una corriente de aire o las alas de un pájaro, pero al mirar hacia abajo no vio nada ahí.

— ¿Evidencia? — Repitió Umbridge, con esa horriblemente ancha sonrisa de sapo— ¿Acaso no me escuchó, Dumbledore? ¿Por qué cree que está aquí la Señorita Edgecombe?

— ¿Oh, ella nos puede contar acerca de seis meses de reuniones? — Preguntó Dumbledore, elevando sus cejas — Yo tenía la impresión que sólo estaba reportando la reunión de esta noche.

—La Señorita Edgecombe — replicó Umbridge de inmediato — nos dijo cuanto tiempo llevaban efectuándose estas reuniones. Querida, basta con que asientes o niegues con la cabeza, estoy segura que eso no empeorara las pústulas. ¿Esto ha venido ocurriendo regularmente durante los últimos seis meses?

Harry sintió un horrible vacío en el estómago. Esto era todo, ellos habían armado un callejón sin salida con una evidencia tan sólida que ni siquiera Dumbledore sería capaz de transformar.

—Sólo asiente o niega con tu cabeza, querida — animó Umbridge persuasiva. — Vamos, no se reactivará el maleficio.

Todos en la habitación miraban la parte superior del rostro de Marieta. Únicamente sus ojos eran visibles entre las ropas elevadas y su flequillo rizado. Quizás fuera un truco de la luz que originaba el fuego, pero sus ojos se veían extrañamente vacíos. Y entonces, ante el absoluto asombro de Harry, ella negó con la cabeza. Umbridge miró rápidamente a Fudge, luego regresó a Marieta.

—No creo que hayas entendido la pregunta, ¿verdad, querida? —Insistió Umbridge— ¿Te pregunté si has estado yendo a esas reuniones durante los últimos seis meses? ¿Lo has hecho, verdad?

Nuevamente, Marieta sacudió la cabeza

— ¿Qué significa que estés sacudiendo la cabeza, querida? — preguntó Umbridge con voz irritada.

—No es posible, que usted, siendo maestra, no entienda lo que quiere decir Dolores— Dijo con obvio sarcasmo Venus.

—No ha habido reuniones secretas durante los pasados seis meses. ¿Es eso correcto, Señorita Edgecombe? — pregunto McGonagall antes de que Venus volviera a interrumpir.

Marieta asintió.

— ¡Pero había una reunión esta noche! — Exclamó Umbridge, furiosa – ¡Había una reunión, Señorita Edgecombe, usted me lo dijo, en la Habitación de Requisitos! Y Potter era el líder, no sólo eso, Potter la organizó, Potter... ¿Por qué estás sacudiendo la cabeza, muchacha?

—Bueno, habitualmente cuando una persona sacude su cabeza— ironizó McGonagall fríamente— eso significa NO. A menos que la Señorita Edgecombe esté utilizando una forma de lenguaje todavía desconocida para los humanos.

La Profesora Umbridge aferró a Marietta, dándole vuelta para mirarla a la cara y comenzó a sacudirla muy fuerte. Una fracción de segundo más tarde Dumbledore estaba sobre sus pies, levantando la varita; Kingsley comenzó a avanzar y Umbridge brinco detrás de Marieta, ondeando sus manos en el aire como si estuvieran ardiendo.

—No puedo permitir que maltrates a mis estudiantes, Dolores— advirtió Dumbledore y, por primera vez, se veía disgustado. Las cuatro chicas que lo cuidaban se pararon a la par, Venus era la única con varita, y a pesar de eso todas se veían realmente amenazantes.

—Usted debe calmarse, Madam Umbridge— dijo Kingsley, con su voz profunda, lenta — No querrá meterse en un problema ahora.

— ¡No! —exclamó Umbridge sin aliento, mirando la imponente altura de Kingsley —Quiero decir, sí.....tienes razón, Shacklebolt.....yo.....yo perdí el control.

Marietta seguía parada exactamente donde Umbridge la había liberado. No parecía ni perturbada por el repentino ataque de Umbridge, ni aliviada por su liberación; seguía con su túnica alzada hasta sus ojos extrañamente vacíos y mirando fijamente al frente.

Una repentina sospecha, relacionada con el susurro de Kingsley y la cosa que había sentido pasar como un relámpago a su lado, brotó en la mente de Harry.

3599999h

La Promesa De Una WeasleyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora