-¿Confías en mi?-preguntó el ojimiel acariciando las mejillas de su chica.
-Si-respondió agitadamente la chica.
-Entonces agarra mi mano-sonrió el chico y la chica aun dudosa, le ofreció la mano sin saber que su vida volvería a dar otro giro inesper...
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—Justin—me quejé y este rio besando mis labios. — ¿No pensaras hacer una escena en el pasillo no?—le pregunté y este fingió pensar. –Imbécil—dije y este rio.
— ¿Por qué no?—preguntó y lo miré mal. –Riley ayer nos dio un espectáculo, ¿Por qué nosotros no?—preguntó y lo miré.
—Porque no—dije y este besó mi cuello. –Justin—susurré y este bajó su mano por mi cintura. –Tú me dijiste que no podía hacer esfuerzos por nuestro bebé—dije y este se tensó. Soltó mis manos y se alejó de mí.
—Cierto—dijo y fruncí el ceño. –Mejor vamos a ver tu sorpresa—sonrió y alcé una ceja.
—Como tu sorpresa seas algo pervertido, me las pagarás—dije y este rio alzando sus manos en forma de rendición.
—No lo es nena, al menos que tú quieras—dijo y negué haciéndolo reír. Sinceramente yo quería a mi bebé, pero estaba con Noelia. Ella quería estar todo el día con él y no pude negarme. Llevaban todo el día en la piscina y mi bebé estaba feliz. No podía negarme ante su sonrisita. –Pero no podemos, no quiero que luego te sientas mal por nuestro bebé—dijo y asentí.
—___—dijo Charlotte y nos giramos a verlas. –Carly te está llamando—dijo preocupada y asentí mirando a Justin.
—Ve, yo iré con los chicos—dijo y asentí agradecida. Debía hablar con Carly a ver si me tenía noticias. Bajé las escaleras y cogí el teléfono de Charlotte. El mío ni siquiera sé donde estaba.
— ¿Carly?—dije sentándome en el sofá con Charlotte al lado, al otro al otro lado Verónica que se había unido a nosotras y Megan al frente.
—Hola nena—dijo y reí negando. Me alegraba que estuviera de mejor humor, seguía preocupada por lo que paso con Chaz. No la quería mal, ella era demasiado fuerte para estarlo.
— ¿Me tienes noticias?—pregunté y escuché la voz de Katy. –No cuenta que Katy no ha comido nada en el día—dije y ambas rieron. Katy era tal para cual con Alfredo. Comía y comía todo el día y no engordaba. Malditos suertudos que eran.
—Escucha tú misma—dijo y fruncí el ceño. ¿Qué escuchara qué? ¿De qué estaba hablando?
—Hola ___—dijo y abrí los ojos como platos al escuchar su voz. No podía ser cierto, no podía creerlo.
— ¿Wendy?—dije y las chicas se miraron entre sí. –Dios Wendy, ¿Eres tú?—pregunté sorprendida. ¡No podía creerlo! ¡Las chicas la habían encontrado!
—Si, soy yo—dije y asentí a las chicas que celebraron. Todas estábamos emocionadas porque por fin Wendy había aparecido.
—Dios Wendy, no sabes cuánto tiempo llevamos buscándote—dije y esta suspiró.
