Narra Megan:
—No te ves contento—dije viendo a Riley que permanecía tecleando en la computadora. Llevaba toda la mañana tecleando mientras algunos técnicos seguían arreglando las cámaras. La conexión que tenían a la computadora y al teléfono se había perdido. Era por eso que en parte mi chico estaba de humor, pero no era mi culpa. Bueno técnicamente no lo era, ambos habíamos perdido el control anoche. En mi defensa, Riley no había podido esperar a llegar a nuestra habitación. Si hubiera sabido esperar a llegar arriba, probablemente nadie nos hubiera escuchado porque nuestra habitación era toda la planta de arriba y estaba a prueba de ruidos, pero no. Él había gruñido de excitación al verme con su camisa favorita puesta. A él le gustaba cuando estaba sencilla, natural. Siempre decía que era la mismísima diosa cuando lucia sin maquillaje y vestida con sencillez. Y debía admitir que era cierto, natural me veía mejor. Pero a lo largo de mi vida me habían acostumbrado a tener mucho maquillaje, ropa cara y extremadamente sexy. Incluso él me había conocido así aquella vez en la calle. Es más, se había comportado como un grosero diciéndome lo buen culo y piernas que tenia. Pero debía admitir que su presencia aquella noche en medio de la carretera, me había alegrado el día. Él había sido lo único bueno que me había pasado aquel día. Aunque Riley ya lo sabía, él era un ángel para mí. Yo era su ángel porque lo había flechado desde el primer momento. Si, es cierto que habíamos acordado una relación de sexo nada más, pero cuando sintió que yo era virgen la primera vez que lo hicimos, dijo que jamás podría dejarme. Eso a él lo había unido para siempre conmigo y sé que eso le encantaba. Sé que le gustaba saber que a pesar de cómo yo vestía y me comportaba era virgen. Le gustaba saber que había sido el primero en mi vida y a mí también. Tal vez había sido un poco tonto haberme entregado a un hombre que apenas había conocido, que solo lo había visto tres veces, pero esas tres veces habían sido los mejores días de mi vida. Él a pesar de su vida y todo, se había comportado como todo un caballero llevándome al cine teniendo nuestra primera cita. Aunque no lo crean, yo era una pija. Era la nena de papá, la que la consentía y mimaban hasta más no poder. ¿Qué puedes esperar si soy hija única? En mi acto de rebeldía para que dejaran de sobreprotegerme, me había vestido como una cualquiera. Incluso me había comportado como tal, pero jamás llegue a hacer algo con los chicos hasta que llegó Riley. Esa había sido la razón de porque me encontró a mitad de calle una madrugada. Había estado tomada y este chico quería aprovecharse de mí, pero al ver lo buena que era en los golpes decidió abandonarme a mitad de calle y es ahí en donde entraba mi príncipe Riley. Porque él sí que era mi príncipe y la verdad no me importaba estar en este mundo por él. Prefería mil veces este mundo que el mundo cruel, ambicioso, frio y desagradable que vivía. Probablemente se sorprendan saber mi edad, pero tenía la misma que ___ y que Carly cuando lo conocí. Tenia dieciocho años nada más. Si, es sorprendente apenas tener esa edad y salir con un chico de veintiséis años, pero en mi defensa ambos nos veíamos muy diferentes a la edad que teníamos. Yo me veía más madura para esa edad y él se veía muy joven para su edad. Nadie creería que él tenía sobrinos de mi edad. Ni yo lo creía a veces. Y si, se que probablemente piensen que nuestra historia es sacada de una novela, pero no. Así habían sido las cosas, así habían sucedido. Yo era una chiquilla para él, pero él me amaba con todo su ser. Lo sabía, sabía que daría su vida por salvarme. Después de todo estaba en deuda conmigo, según él claro. Dice que al haber sido mi primer hombre tenía que protegerme y cuidarme, pero eso solo era una excusa. La verdadera razón es porque me amaba. Lo veía en sus ojos, en cómo se comportaba y en cómo me ponía primero en todo. Aunque no todo fue sacado de una novela. También hubieron momentos feos como cuando volvimos de la casa de playa en la que nos escondimos por una semana. Tanto los chicos como él nos habían dicho a las chicas y a mí que éramos un follón nada más. Había sido realmente doloroso cuando él me había dejado en la puerta de mi casa diciéndome cosas horribles. Cosas que jamás olvidaría, pero había sido para protegerme. Lo que ni él ni yo nos esperábamos es que en tan solo dos semanas ambos cayéramos profundamente enamorados. Yo soy una chiquilla y como lo vi como un príncipe, no dude en enamorarme al tercer día de él. Pero para Riley había sido difícil aceptar que una chiquilla de tan solo dieciocho años lo volviera loco. Había sido realmente gracioso cuando minutos de haberme abandonado frente a la puerta de mi casa, había vuelto por mí. Yo sabía que él iba a volver por mí, me lo presentía y cuando oí su típica frase: "Oye princesa ¿Ya tan rápido perdió su corona?" no dudé en correr a él y trepármele encima. Desde ahí me prometí que jamás lo dejaría. Que haría lo que fuera para retenerlo y él haría cualquier cosa por cuidarme porque yo era su princesita, esa que había perdido la corona por él porque si que había perdido todo por estar con él, pero eso no importaba. Mi familia solo era puro dinero y ya. Al lado de mi chico grande tenía todo, amor y dinero. Aunque realmente el dinero no me importaba. Esta casa segundo Riley era mi castigo. Yo mandaba aquí porque la había comprado para mí. Y sé que siempre seria así. Yo mandaría en este castillo y en su corazón porque como él dice, yo lo atrapé y puedo hacer lo que quiera con él. Es por eso que entendía perfectamente el amor de ___ y de Justin. Ella amaba a Justin con la misma intensidad que yo amaba a Riley o más. Yo jamás tendría los pantalones suficientes para arriesgar mi vida por el hombre que amo como ella lo hizo. Ella casi muere dos veces por Justin y eso simplemente era de admirar. Me gustaba eso de ellos, ambos luchaban por salvar uno al otro siempre estando juntos. Su historia no había sido fácil, ambos habían sufrido bastante. Lo sabía porque Riley me lo había contado. Yo los admiraba mucho a ambos. A ___ por ser madre tan joven y salir adelante y a Justin por hacerse cargo de un bebé que no era de él. Literalmente ambos eran goals para mí. Y ni hablar de mi gordito, Andrés. Ese bebé yo me lo quería comer a besos cada vez que lo veía. Era tan adorable, tan tierno y tan risueño. Aunque soy su "Abuela" ya que Riley es su abuelo según Justin, él me quería tanto como yo a él. Cada vez que me veía, estiraba sus bracitos para que lo cargara y me cabalgaba todo contento. Sé que en parte eran por mis pechos grandes parecidos a los de ___, pero que importaba. ¡Bubu me amaba también! No veía la hora de tener hijos con Riley porque yo los quería, quería muchos hijos con él, pero eso no sería pronto. Dudaba que eso fuera a suceder. Una vez hablamos de esto Riley y yo y él me había dejado claro que esto no era un cuento de hadas. Que esto no era un final feliz en donde terminábamos con hijos y felices por siempre. Me había dejado claro que no quería pasar por lo que Justin y ___ pasaron. Y desde ahí no volví a tocar el tema. Solo me aferraba a la idea de algún día cuando al menos esto del turco acabe, podamos ser felices como siempre he querido. Creo que si de algo he aprendido todo este tiempo que he estado con él es que no había tiempo para hacer berrinches o llorar, las cosas se solucionaban al tiro o no se hacía nada. Creo que salir con él me había hecho más madura, ver todo de otra manera y enfrentar todo con valentía. Antes era una chiquilla que al primer mínimo problema que tenia, llamaba a mi papi y él resolvía, pero con Riley no era así. Con Riley aprendí a valerme por mi misma y a defenderme con todo o nada. — ¿Qué te pasa bebé?—pregunté mirándolo, pero nada. Su atención estaba completamente en la computadora. Ni siquiera se había dado cuenta que seguía llevando su camisa y que estaba trepada en el escritorio frente a él haciendo que esta se subiera y los técnicos aprovecharan a ligar, pero eso no me importaba. Yo solo tenía ojos para mi príncipe. — ¿Hice algo mal?—pregunté confundida y este suspiró.
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My Trouble Maker {#2 Trouble} {Justin}
Fanfiction-¿Confías en mi?-preguntó el ojimiel acariciando las mejillas de su chica. -Si-respondió agitadamente la chica. -Entonces agarra mi mano-sonrió el chico y la chica aun dudosa, le ofreció la mano sin saber que su vida volvería a dar otro giro inesper...