Narra ____:
—___, háblame—pidió Chaz sacudiéndome por los hombros una y otra vez, pero nada. Sabía que estaba asustado, pero yo lo estaba aún más. Mi mirada estaba clavada, no podía apartar la mirada del muñeco, de la nota, de todo a mi alrededor. Todo a mi alrededor giraba, giraba en torno a la nota, a las gotas de sangre en el piso. A los dedos llenos de sangre marcados en la nota. No, definitivamente esto no era un sueño. Esto no era una pesadilla, una en la que pronto despertaría. Esto era más que la realidad. La realidad de que mi vida estaba en peligro, más de lo que ya lo estaba. Ahora no era solo mi vida, bueno nunca lo fue, pero ahora era también la vida de mis hijos, específicamente la de mi bebé. La vida de mis hijos estaba en peligro, más que antes. La nota lo dejaba bastante claro. Letra por letra era una advertencia de que cada vez estaban más cerca de mí, más cerca de mis hijos, de este bebé. Específicamente en este. Sollocé tocando mi abultado vientre. Ahí estaba la verdad. El turco sabia de mi bebé y venia tras él. Todos venían tras él para hacerle daño, para hacerme daño porque este bebé era la clave para todo. La clave para vengar la muerte de Ciara, la clave para matarme por haberme metido con su hija, por haberle quitado el hombre que ella amaba, por haberla metido a la cárcel, pero la más importante; la clave para vengarse de mi por haberlo metido a la cárcel, por haberle jodido los negocios. Este venía detrás de mi bebé, pero también venía detrás de mí. sollocé mirando el muñeco bebé. Ahí estaban esos ojos, esos ojos color mieles que me estaban persiguiendo con la mirada. Esos ojos mieles llenos de sangre que seguían mirándome como recordatorio de lo que podía pasarle a mi bebé, a mí. Sus ojos eran mieles por una razón. Yo sabía esa razón, sabia porque precisamente el muñeco tenía ese color de ojos. Era el color de ojos del papá, un recordatorio de Justin. Un recordatorio que no solo Justin iba a pagar, sino este bebé también. –¡Joder, reacciona!—gritó Chaz sacudiéndome y sollocé mirándolo.
—Mi bebé Chaz—sollocé aterrorizada mientras acariciaba mi vientre. Esto no podía estar pasándome, mi bebé no, mis hijos no. –Chaz, ellos vendrán y mataran a mi bebé y...—negué llorando temblando de miedo. De solo pensarlo, me aterrorizaba. No, eso no podía suceder. Ellos no iban a hacerme daño, no iban a hacerle daño a mis hijos. Pero no podía engañarme a mí misma. Esa nota dejaba claramente las intenciones que el turco y los demás tenían contra mí. Dejaba claramente escrito que venía por mí, que estaba más cerca de lo que creía y que sabían que estaba esperando un bebé. Un bebé de su enemigo, un bebé de Justin.
¡Justin!
Pensé en él y negué llorando. ¿Dónde estaba? ¿Por qué no estaba aquí conmigo? Él debía estar aquí, lo necesitaba a mi lado. Lo necesitaba para saber que todo era un sueño, una pesadilla o una mala broma por parte del turco. Lo necesitaba para sentir sus brazos alrededor de mí y sentirme segura. Porque solo con él me sentía segura, solo él podía hacerme sentir segura y hacerme saber que todo iba a estar bien. Él con sus brazos, sus susurros al oído, su cuerpo pegado al mío y sus palabras tranquilizadoras me hacían sentir segura. Lo necesitaba a mi lado para que me dijera que todo iba a estar bien, que él iba a encargarse de todo aunque eso no fuera así. Yo sabía que nada iba a estar bien, que a partir de ahora nada iba a estar bien. Nada ni nadie podía hacer que todo estuviera bien hasta acabar con el turco. Yo lo sabía y eso me aterrorizaba porque no hay nada que acabe con el turco. Mataron a su hija y él cree que fueron los chicos, que fue Justin, que fui yo porque fui la última que visitó a su hija. Todo me apunta, todo me señala principalmente a mi aunque yo no fuera. Y esta vez no había nada que pudiera hacerse, nadie podría hacer nada. Ni siquiera Justin, mi Justin.
—¡Cállate!—gritó Chaz sacudiéndome. –Nada va a pasarle a tu bebé ¿Oíste? Nada—dijo molesto, aunque su palidez delataba lo aterrorizado que él también estaba. ¿Quién no lo estaría? ¡Mandaron un muñeco de bebé lleno de sangre humana como amenaza de que algo iba a pasarle a mi bebé! –Entiéndelo ___, ni yo ni los chicos vamos a permitir que le pase algo a tus bebés ¿Bien? Nada—dijo abrazándome y asentí llorando. Quería confiar en él, de verdad quería confiar en sus palabras. En los chicos, pero sabía que eso era imposible. Nadie podrá detener lo que el turco tiene para mí, lo que el turco tiene para mis hijos. –Justin no va a permitir que le pase algo a este bebé princesa—me recordó y pensé en él. Era cierto, Justin no iba a permitir que le pasara algo a este bebé porque este era su razón de vivir. Este bebé era su esperanza, su futuro, pero sobre todo era el fruto de nuestro amor, del amor que él sentía por mí. Pero si no iba a permitir que algo le pasara, ¿Dónde estaba? ¿Por qué no estaba aquí? ¿Por qué desapareció sin decir nada? ¿Y si...?
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My Trouble Maker {#2 Trouble} {Justin}
Fiksi Penggemar-¿Confías en mi?-preguntó el ojimiel acariciando las mejillas de su chica. -Si-respondió agitadamente la chica. -Entonces agarra mi mano-sonrió el chico y la chica aun dudosa, le ofreció la mano sin saber que su vida volvería a dar otro giro inesper...