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Narra Vaska:

-¿Cómo les fue?

Matt se encerró en el baño.

-¿Qué pasó?- preguntó mi papá.

Lo ignoré y subí las escaleras.

Me encerré en la detestable habitación rosa que tengo.

Necesito ese elegante gris... combina con mi estación favorita del año... el invierno.

Café, leer un libro, chaquetas enormes y gorros de lana...

-¿Vaska? ¿Hija?- tocaron la puerta- ¿Está todo bien?

-Si.

[...]

-Cariño... Vaska, soy yo, Isabella.

Coño, que joden en esta casa.

Me levanté de la diminuta silla del escritorio y abrí la puerta.

-Corazón, tu padre me pidió que te dijera que esta tarde irán al psicólogo- mi cara se cayó- oh, tranquila... no debes tener miedo.

-Gracias- le cerré la puerta en la cara.

Narra Isabella:

-No sé cómo ganármela- hice un puchero- te juro que quiero que ella no me odie...

-Sólo será así al principio... tiene que acostumbrarse a vivir con nosotros... luego ya te amará...- me besó- además, debes entender que su madre acaba de morir... lo que menos quiere ahora es una persona que intente ser su madre... o que le demuestre lástima.

Arrugué la nariz.

-¿Y hoy...?- cambió de tema.

-Ya me llegó- lamenté. Apretó los labios- yo creo que tengo un problema para tener hijos... desde esa vez...

Él acarició mi cara.

-Detesto a mi madre por obligarme a hacer eso- frunció su ceño al no entenderme-, David, te he contado mil veces... cuando tenía 17 años quedé embarazada y mi mamá me obligó a abortar... yo creo que por eso no puedo tener hijos.

-No creo que un aborto haga que no tengas hijos... simplemente en esa edad eras más fértil que ahora... O quizá estamos intentándolo muy seguido... pero sabes bien que no me resisto a...

-Viene Vaska- lo alejé de mi- hola preciosa... ¿Tienes hambre?

-No.

Fue hacia la sala de estar.

-¿Y Matt?

-Hoy vendrá con sus amigos... es viernes por la noche...- ella frunció su ceño- soy amigo de los padres de sus amigos... algunos viernes pedimos algo para comer y los chicos juegan videojuegos- explico David.

Rodó los ojos y subió las escaleras.

-Matt ayer llegó enojado- murmuré.

-Si- se rió- estaba enojado porque sus amigos no paraban de mirar a Vaska... Y Leonardo le prestó su chaqueta.

-Bueno, Vaska es muy bella... no me sorprende que ellos se fijen en ella- murmuré con los labios fruncidos.

-Bueno, como sea... no quiero las manos de esos chicos sobre mi hija.

-Algún día tendrá novio...

-Sobre mi cadáver...

Narra Mathew:

-Tu chaqueta- murmuré.

Leonardo se rió.

-¿Seguirás enojado conmigo?

¡No con mi hermana!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora