Narra Leo:
-Cuéntame, qué pasa...
-Vengo a pedir la mano de tu hija- se sorprendió- me quiero casar con Vaska.
Se quedó ahí, estupefacto, sin habla.
-Quiero tu bendición para casarme con ella.
-Leo- pestañeó rápido- ¿Estás seguro? Aún son muy jóvenes... es decir... ¿Y si...?
-Estoy completamente seguro de que es ella con quién quiero compartir mi vida... Además, para amar a tu hija no hay edad...
Él sonrió.
-Leo- se paró de su escritorio- me gusta en el hombre que te has convertido... te juro que cuando me enteré que Vaska estaba esperando un hijo tuyo me quise morir.. dije "Ay, no... Leo tomará sus cosas y no sabremos nunca más de él"... y ahí has estado... poniendo la cara por Vaska y tu hija... protegiéndolas, esforzándote por ellas... estaría muy orgulloso de que te convirtieras en mi yerno- me extendió su mano, la estreché.
-Gracias David- asentí.
[...]
-Mira las cartas...- murmuré.
Narra Vaska:
Fruncí mi ceño.
Él las acomodó mejor. Se puso detrás de mi. Miré mejor.
Abrí mis ojos como platos.
¿ Q U I E R E S
C A S A R T E
C O N M I G O ?
Cada carta, al principio tenía una letra mayúscula.
Me volteé para mirarlo, él estaba arrodillado frente a mi.
-Cásate conmigo, Vaska.
Mis ojos se aguaron enseguida.
-Leo...- puse mis manos en mi boca.
-Sé que dijimos que empezaríamos de nuevo... Pero no aguanto más... quiero que seas mi mujer- pestañeé rápido y miré el techo, para luego volver a mirar sus ojos color azul intenso- me enamoré de ti al punto de no poder dejar de pensarte... eres en lo primero en lo que pienso al levantarme, y en lo último que pienso antes de dormir... me diste lo más importante... nuestra hija.
Tomó una de mis manos, sacó una caja de terciopelo azul marino de su bolsillo, la abrió dejando a la vista el hermoso y delicado anillo.
-¿Quieres casarte conmigo, Vaska Camille Clark?
Las manos me temblaban.
-Si- asentí- si, si, ¡Si!
Sonrió, sacó el anillo de la linda cajita y lo puso en mi dedo anular.
Se paró y me besó.
Lo abracé con fuerza mientras las lágrimas rodaban por mis mejillas.
Miré mi mano.
Él sonrió.
-Pronto serás Vaska Camille Moore.
Sonreí.
Tomé a Bianca.
-La familia Moore.
[...]
-Mañana vengo- me besó, cerró la puerta despacio.
Miré por la ventana, mordí mi labio al ver su ancha espalda.
Caminé hasta la cocina, aún con los ojos hinchados por tanto llorar. Bianca ya dormía arriba.