Narra Vaska:
-Oh, vamos, te afectó que no te haya saludado- murmuró Juliana.
-No, ¿Por qué me afectaría?
-Porque te gusta- sonrió- te tiene loca... en lo poco que te conozco, puedo notar que estás decepcionada... y mucho.
Miré a otra parte.
-Ya, tranquila, nos vemos mañana.
-Adiós, Juliana.
Caminé por el parque en dirección a mi casa.
Una pareja se besaba en las bancas y reían coquetos entre ellos.
Otro par de parejas estaban tiradas en el césped, haciendo lo mismo.
Una niña jugaba en los juegos del parque.
-¡Mira, mami! ¡Mira! ¡Mírame!
-¡Si cariño, te ves genial!
La mujer ni siquiera la miró.
-¡Mírame, mami!
-¡Lo estoy haciendo, cariño!
Un nudo se me hizo en la garganta.
Admito que muchas veces mi madre hizo eso, uno nunca sabe qué tan ocupada puede estar una madre... pero, estoy segura de que aunque su vista no esté en ti, siempre te está viendo.
Caminé más rápido, con la cabeza gacha para dejar de observar parejas y niños con sus madres.
Choqué con alguien.
Toqué mi frente rápido.
-Oh, lo siento, ¿Estás bien?- el chico rió.
-Eh, si... perdón por golpear tu... pecho.
-No es nada... no me fijé que venías...- se produjo un silencio incómodo- soy Hans.
Sonreí.
-Vaska.
-Vaska... bonito nombre...
Por un momento pensé que él diría "¿Vaska? ¿La hermana de Mathew?"
Pero no, al fin alguien que no conoce a mi hermano.
-Oye... ahora me tengo que ir, pero qué te parece si me das tu número y así salimos algún día.
-Me parece bien.
[...]
Abracé el cojín y aguanté las lágrimas.
-¿Hola? ¿Hay alguien en casa?
Demonios.
-Oh, hola hija- sentí que besó mi cabeza- ¿Estás bien?
-Extraño a mamá...
Se sentó a mi lado.
-Lo sé, mi vida... yo también la extraño mucho, aunque no lo creas... Ella y yo seguíamos siendo muy amigos a pesar de todo lo que pasó. Siempre hablábamos, siempre nos contábamos nuestras cosas...
-¿Por qué las personas buenas siempre se van?- sollocé.
Las lágrimas cayeron.
-A todos nos llega nuestra hora en algún minuto de nuestra vida... lamentablemente ella no se fue como merecía. Pero ya está descansando. Y a ella le gustaría verte feliz, no triste...
-Merezco llorarla.
-Si, lo mereces... pero no siempre. ¿Quieres comer algo?
La puerta se abrió, escuché risas.