Narra Vaska:
Leo dejó a Sarah sobre la alfombra.
-Bianca, ve a tu hermanita, debo ir al baño.
Entró en el baño.
Sam pasó corriendo al lado de Sarah, ella se asustó y comenzó a llorar.
Apreté la mandíbula.
Me acerqué.
-Sh... hey...
Bianca se sentó en el sofá.
Narra Leo:
Mojé mi cara y bufé contra mis manos.
Esto me va a terminar matando algún día.
Sarah paró de llorar por completo.
Abrí mis ojos como platos y abrí la puerta del baño. Vaska la mecía en sus brazos.
Me quedé ahí parado para no alarmarla.
-Eso, así calladita es mucho mejor, ¿No ves? Es sólo un cachorro- se sentó en el suelo con ella.
Bianca se sentó con ellas en el suelo.
-Mira mamá, mi hermanita y yo tenemos los mismos ojos.
Vaska rió un poco.
-Si, son igualitas.
Vaska me miró, iba a dejar a Sarah de vuelta a la alfombra peluda.
-No, no... tranquila- murmuré- es tu hija- me encogí de hombros.
Narra Vaska:
-Si, la tomé...
-¿Y qué sentiste?
-Es una pequeña muy especial- sonreí- me sentí bien. La sentí como mía.
-¿Ves?- la psicóloga sonrió- ¿Y qué planes tienes con ella ahora?
-Ser su mamá- me encogí de hombros- ella me necesita, y estoy dispuesta a ser lo que debí ser desde el minuto cero.
-Muy bien, es un gran avance- sonrió satisfecha- ¿Y qué pasa con tu marido?
-Él respeta mi espacio.
-¿No han hablado?
-Sólo nos saludamos.
-¿Quieres hablar con él?
-No sé cómo hablarle...
-Como siempre- asintió- es tu marido, no un desconocido, él te conoce mucho.
[...]
-¿Cómo te fue hoy?- le pregunté tímida.
Él se volteó con el ceño fruncido.
-Eh... bien, ¿Qué tal tu día?
-Fui al psicólogo y jugué con las niñas y Sam.
-Genial- asintió.
Se quedó parado al otro lado de la isla de la cocina.
-¿Quieres comer algo?
-Yo cocino- murmuré.
-¿Quieres que te ayude?
-No, vienes cansado... tú juega un rato con las niñas y yo cocinaré algo.
Narra Leo:
¿Qué le pasó en el camino?
No sé qué le habrá dicho la psicóloga... pero me gusta los cambios que está teniendo.