Narra Vaska:
Bianca vio a Leo y me abrazó con fuerza.
Leo bufó y se sentó en mi cama. Pasó sus manos por su cabello.
-Hijita...- acarició su espalda.
Bianca comenzó a patalear.
Leo se alejó.
-Hija, es papá- murmuré.
Narra Leo:
Me miró con sus pequeños ojitos color mar, tenía un puchero y sus ojitos estaban cristalizados.
-¿Qué pasa, mi pequeña?
Le estiré los brazos, ella dudó, pero me los estiró de vuelta, la tomé y besé su frente.
-Mi pequeña princesa- acaricié su ondulado y corto cabello.
Vaska sonrió.
-Estás más delgada- murmuré- pero con buen trasero.
Ella se sonrojó.
-El gimnasio hizo efecto.
-¿Estabas yendo al gimnasio?
-No- rodó los ojos- no tengo tiempo...
-Pues ese trasero está bastante bueno- le di una nalgada- no quiero que te anden mirando en la calle.
Ella sonrió levemente.
-¿Ahora qué?- murmuró sentándose a mi lado.
-¿Ahora qué, qué?
-¿Qué hacemos ahora? En 3 meses comienzas de lleno con tu carrera militar.
-Pero es acá cerca- me encogí de hombros- no me demoro más de media hora en llegar... en auto. Tú deberías postular para entrar en la universidad.
-No lo haré- murmuró.
-Yo te pago la universidad...
-Leo, no...
-Vaska.
-No hay ninguna carrera que me guste... pero si he pensado mucho en lo que la madre de Andrés me dijo- fruncí mi ceño- abrir un salón de belleza... pero primero quiero hacer un curso de peluquería, otro de manicure, pedicure y todas esas cosas de belleza... es mucho más barato y más rápido que una universidad.
-Me parece bien- asentí- busca alguno bueno, y comienzas... yo lo pago.
Sonrió.
-Bueno.
Besé su mejilla.
-¿Qué harás en estos tres meses de vacaciones?
-No lo sé- me encogí de hombros- podríamos tomarnos unas vacaciones... ir lejos...
-Por Bianca no podemos viajar tanto... es muy inquieta.
Apretó los labios.
-¿Entonces qué se te ocurre?
Se encogió de hombros.
-No lo sé... pasar el tiempo juntos...
Narra Vaska:
-Lo siento, te juro que no los quería interrumpir- murmuró Isabella.
-Tranquila- reí.
-¿Y Leo?
-Ya se fue, hace media hora al menos.
-Oh, no me di cuenta- sonrió avergonzada.
-Ya, Isa...- reí- esas cosas pasan, no te avergüences.