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Narra Leo: 

-Amor, Sarah llora mucho... creo que deberías darle leche. 

Ni siquiera se movió de la cama, se quedó ahí, mirando hacia el ventanal. 

-Amor...- toqué su brazo, se alejó rápido, su respiración se agitó. 

Me alejé. 

Coño... la doctora me dijo que esto iba a pasar. 

Es normal que una mujer luego de un hecho tan traumático como el que vivió se comporte de esa manera... sobre todo si acaba de parir. 

-Amor... necesito que le des leche a Sarah. 

[...] 

No le dio leche... ni siquiera quiere ver a su propia hija. 

Tuve que comprar leche para recién nacidos. 

Pero esto no puede seguir así, pedí hora para que asista a un psicólogo, probablemente es normal que por un tiempo sienta miedo de estar cerca de un hombre... ¿Pero su bebé? ¿Es normal que lo rechace? 

Como Vaska ni siquiera quiere que me acerque a ella, Isabella se ofreció para llevar y traer a Vaska del psicólogo. 

Mientras, yo tendré que cuidar de las niñas. 

El coronel apenas se enteró de lo que había pasado me dio algunos días libres para poder solucionar todo... no sé quién cuidará de Sarah. 

Isabella se ofreció para hacerlo... pero siento que ya ha hecho mucho por nosotros... 

Narra Vaska: 

-¿Y qué sientes cuando ves a tu hija? 

-¿A mi hija?

-A Sarah.

-Oh... ella...- negué- ¿Qué tendría que sentir? 

-Es tu hija... ¿Qué sientes cuando ves a Bianca?

-Amor... es lo lógico... 

-¿Sigues sintiéndolo aún después de lo que pasó?

-Un hecho así no tendría por qué cambiar lo que siento por mi hija... 

-¿Y por qué no sientes lo mismo por Sarah? 

La quedé mirando. 

Me gustaría darle una respuesta a la psicóloga.

Pero no lo sé... miro a Sarah y es como si fuese hija de otra persona... ni siquiera puedo tomar a Sarah sin que me de una angustia extrema... tanto así que me dan ganas de dejarla en otra habitación sola, sin importar que llore. 

Narra Leo: 

Tendré que sacar todas las cosas que pusimos en la habitación de Connor... si las tenemos ahí sólo prolongaremos el sufrimiento. Ya no hay nada que podamos hacer más que intentar superarlo... es la única manera de que él descanse tranquilo. 

Comencé poniendo la poca ropa que teníamos preparada para él en unos bolsos... los regalaré a caridad, ellos lo necesitan más. Lo mismo hice con los juguetes, aunque algunos Bianca los dejó para ella y su hermanita. 

-¡¿Qué demonios estás haciendo?! 

Me volteé al escuchar su voz.

-¡Deja eso así! ¡Déjalo!

-Vaska... 

-¡¿Estás loco?! 

-Vaska, hay que sacarlo... 

¡No con mi hermana!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora