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Narra Leo: 

Ni siquiera amanecía y las trompetas comenzaron a sonar dentro de la cabaña en la que todos dormíamos en camarote. 

Rápidamente todos se pararon y se pusieron frente a sus camarotes, rectos. Hice lo mismo, no quiero que me bañen con agua helada en el hielo de nuevo. 

-¡Despiértense, bellas durmientes! Estas no son vacaciones. Partiremos por desayunar. 

Miré el reloj que estaba sobre la pared de enfrente. 

¿Broma? 

¿5 de la mañana? 

-¡Desde ahora a las 5 de la mañana los quiero a todos en pie! El desayuno es a las 5:15. A las 5:45 todos en el patio para comenzar con el entrenamiento. 

Bufé. 

-¿Algún comentario, Moore? 

-No, ninguno- negué. 

-¿Cómo? 

-Ninguno, coronel. 

-Muy bien. 

Pasé mi mano por mi cabeza rapada... ay, que extraño es tener cabeza de minion. 

-¡A desayunar, rápido! ¡Y pobre de ustedes que no les guste la comida de acá! ¡Nuestras hermosas cocineras son expertas cocinando para un regimiento! 

[...]

Lo bueno que a los militares le dan mucha comida... quizá las cocineras no son unas... chefs profesionales, pero el desayuno no está nada mal. 

-¿Quién te estaba llamando ayer?- me preguntó Andrés. 

-Era mi novia...- hizo una mueca- de seguro quería saber si ya había llegado... no lo sé. 

-Los que entran con novia salen sin ella- dijo un tipo al lado mío, muy flacucho para venir al servicio, según mi juicio. 

-A lo mejor la tuya no te quería- murmuró Andrés. 

El tipo lo fulminó con la mirada. 

[...]

No sé cuánto rato nos tienen trotando, pero ya me están doliendo las piernas.

Definitivamente, el entrenamiento de fútbol es una alpargata al lado de este entrenamiento. 

-¡Vamos, nenitas! ¿Están escapando de un bebé o del enemigo? ¡Corran! ¡Corran!

-No deberíamos escapar del enemigo- murmuré. 

-¿Qué dijiste, Moore?

-¡Nada, coronel!

-Eso pensé, ¡Corre, princesa, corre! 

Narra Vaska: 

6 de la mañana y aún no sabemos nada de Bianca. 

He llorado un mar entero, ¡Si está muerta díganmelo ya! 

Prefiero la verdad a seguir llorando por no saber qué mierda pasa. 

-Tranquila, ya sabremos qué pasa...- Isabella acarició mi espalda- ¿Quieres comer algo?

-No- negué. 

Sequé mis lágrimas.

Intenté llamar a Leo de nuevo, pero me salía buzón de voz. 

-Ni siquiera sabe lo que está pasando... 

-Mejor así, hija- murmuró mi papá- sólo lo preocuparás, y no se puede devolver. 

-Supongo que dejarían que vuelva si su hija se muere, al menos para el funeral. 

¡No con mi hermana!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora