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Narra Vaska: 

-Hola hija. 

-Hola papá- me tiré en el sofá.

-¿Qué pasa? Pensé que Leonardo te vendría a dejar.

-Discutimos. No quise esperarlo para que me trajera.

-Pero hace mucho frío... 

Me largué a llorar. 

-¡No puedo controlar mis putas emociones! ¡Lloro por todo, papá! ¡En la mañana lloré porque ya no quedaba cereal! ¡Leo se enojó porque soy una celosa! ¡Pero él también me está dando razones para estar celosa! 

Mi teléfono comenzó a sonar.

-Contéstale, sino, luego pelearán peor. 

-Pero no quiero hablar con él... 

-Hija, es mejor que hables con él... 

Rodé los ojos. 

-¿Aló?

-¿Dónde estás? 

-En mi casa.

-¿Por qué no me esperaste? ¿Ves el frío que hace? 

-Ya estoy en mi casa, Leo... 

-¡Pero te dije que me esperaras! 

Se me hizo un nudo en la garganta. 

-Quería venirme sola.

-Está bien que estés enojada, Vaska. Pero no por eso te mandarás a cambiar y... 

-¡Leonardo! ¡Estoy embarazada, no enferma terminal! ¡El frío no me hará mal! ¡Estoy abrigada! ¡Caminar no me hará mal! ¡Tenía pies antes de conocerte y antes de estar embarazada!

Corté. Mi papá se cruzó de brazos.

-Contrólate, hija. A los hombres se nos hace difícil entenderlas... imagínate embarazada... debes intentar ponerte neutra. 

Narra Leonardo: 

-¿Cómo está Vaska?

-Enojada... bipolar, rara. 

Mi mamá se rió. 

-Es así... y va a ser así por mucho tiempo. Está embarazada... e imagínate lo difícil que es para ella que le digan lo mujeriego que eres... o fuiste...- me sorprendí- ¿Qué? ¿Crees que no lo sé?... yo también tuve tu edad, hijo. Además, hijo, eres muy guapo. Muy popular. Eres del equipo de fútbol... y cuando una mujer está embarazada comienza a sentirse... fea. Aunque puede ser la mujer más bonita del planeta. Pero comenzará a sentirse gorda, hinchada, descuidada. Y tú debes hacerla sentir siempre genial... aunque te saque de quicio. Sé que será duro, porque ambos tienen una personalidad fuerte. Y toda su vida chocarán por eso.

[...]

-¿Aló?

-¿Sigues llorando? 

-No... 

Sonreí.

-Te conozco Vaska...- se quedó en silencio- ábreme la puerta. 

-¿Estás afuera?

-No, en el colegio- dije en tono obvio- obvio estoy afuera... 

Me cortó y en menos de 30 segundos abrió la puerta. 

Saltó a abrazarme.

-Perdón- dijimos al unísono. 

-Sé que soy una celosa y bipolar y todo lo que digas... 

¡No con mi hermana!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora