Narra Vaska:
-¿Alguna vez pensaste que tu hermana se casaría con tu mejor amigo?- bromeó Jhonatan.
-No- negó Mathew- me prometí no permitirlo... y fui el primero en llegar a la iglesia cuando se casaron.
Sonreí, Leo besó mi frente.
La felicidad irradiaba de esta casa ahora. Las cosas parecían ir derechito a la perfección.
-¡Vaska!- me llamó Gabriella.
Ella, Stacy y Katrina estaban sentadas en el muelle ya construido.
Caminé hasta donde estaban, todos los demás se quedaron conversando y comiendo cerca de la parrilla.
-¡Mira lo que tengo!- chilló Katrina.
-Oh, no- reí- hace mucho no fumo marihuana... Leo me mataría.
-Ay, tontita- Gabriella rió- que seas mamá y estés casada no significa que no puedas permitirte ciertos... disfrutes del pasado.
-No- reí- Leo me va a matar. Además ya bebí un poco...
-Las niñas se fueron con Madeline. Justamente para que ustedes pudiesen consumir lo que quieran... y quizá agitar la cama después.
-Ah... no, nada de eso- dije nerviosa.
-Ven, no te hará nada.
Miré en dirección a Leo, está distraído bebiendo cerveza.
[...]
Tiramos piedras por el lago intentando hacer esos efectos raros de que la piedra salta por el agua y... mierda.
Las chicas estallaron en risas cuando caí al agua.
Narra Leo:
Miré en dirección al chapuzón.
-¿Quién se cayó?- preguntó Mathew.
Las chicas no paraban de reír.
-Vaska.
-Ay dios- murmuré.
Dejé mi cerveza en el suelo y fui hacia el lago.
Vaska flotaba mirando el cielo estrellado como si estuviese viendo miles de galaxias.
-¿Qué le pasa?- pregunté- ¿Qué le dieron?
Vi el moledor sobre las baranda del muelle, arrugué la nariz y saqué a Vaska del lago.
-No debieron darle...
-¡Ay, Leo!- gruñó Gabriella- ¡Que ahora sea tu esposa no significa que puedas mandarla!
-No me gusta que...
-¡Tú también consumías! ¡Y bastante!
-Pero ya no.
-Bueno, si tu lo dejas no necesariamente ella también... además nunca fuma, nunca bebe.
Dejé de escucharlas y entré en la casa con Vaska.
Se aferró a mi brazo y comenzó a temblar.
-Estás heladísima, Vaska- gruñí- mírate...
Llegué a la habitación y la dejé sobre la cama, intenté subir su mojada polera y me empujó.
Rápidamente entró en el baño.
-Hasta ahí, Leo. Yo puedo sola- balbuceó.
Narra Vaska: