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Narra Vaska: 

Tocaron la puerta de mi habitación y enseguida se abrió, Leo se asomó. 

Sonreí. 

-Hola preciosa- cerró la puerta detrás de él. 

Se acercó y besó mi frente. 

Le abrí espacio en mi cama, se recostó a mi lado, puso su brazo bajo mi cabeza. 

-¿Cómo te has sentido? 

-Mucho mejor. 

Me pasó una caja de chocolates.

-Me vas a engordar... 

-Me gustas así... pareces una tierna ardillita. 

Estallamos en risas. 

-Oye, sobre el colegio...

-No quiero ir más- corté- si queremos que este bebé nazca tendré que quedarme en casa.

-No, Vas. Ana fue expulsada del colegio. Además... eso no volverá a ocurrir. Iré para todas partes contigo... 

-Pero Leo, tienes que preocuparte de tus notas, de los entrenamientos, no de andar conmigo para todas partes.

-Vaska- suspiró- andas todos los días con Juliana, con Gabriella... con Stacy. ¿Crees que Juliana dejará que te hagan algo? Ya notamos cómo es de brava... 

-Pero no depende de ellas, no quiero que todo el mundo esté siempre con un ojo encima de mi. 

-¿Y qué quieres? ¿Quedarte encerrada? ¿Perder un año escolar?

-De todos modos cuando nazca el bebé no podré ir a estudiar... 

-Los primeros meses no, pero luego si...

-Leo, da igual. No iré a estudiar.

-¿Crees que tu papá te dejará? Puede que vayas a ser mamá, pero sigues siendo menor de edad, por ende, responsabilidad de tu papá. Y si a tu papá se le da la gana te envía al colegio aunque sea con rabieta. 

Arrugué la nariz. 

-Vaska- Isabella tocó la puerta- iré al supermercado, vuelvo en una hora... o quizá más. Si necesitas algo llámame. Por favor, si algo pasa... 

-Si... tranquila.

-¡Adiós! ¡Te quiero!

Sentí que se alejó. 

Abracé a Leo, él me tapó más con las sábanas.

-Quedaré muy gorda si me sigues consintiendo tanto con mis antojos y si estoy todo el día echada. 

-¿Y qué quieres hacer?

-Comer más saludable, y estar más activa... no sé, salir a caminar. Subir las escaleras en vez de los ascensores. 

-Pero... te dan antojos de comer cosas y yo debo cumplirlos... Es mi deber... 

-Pero desde ahora sólo cumplirás los antojos que me hagan bien, sino luego seré una vaca enorme. 

Él rodó los ojos. Me senté en la cama, él me miró atentamente. 

-Si dices que cumplir mis antojos es tu deber...- mordí mi labio, él frunció su ceño. 

Me puse sobre él. 

-Oh, no... no, no... Vaska. Aquí no. 

Alcé una ceja. 

-¿Aquí no? Eso no dijiste esa noche en la fiesta. 

-Vaska, ¿Y si llega tu papá? ¿Tu hermano?... además casi tuviste un aborto. Si te dejaron en reposo es por algo... 

Me crucé de brazos. 

-Ya tendremos tiempo de sobra para eso...- sobó mi espalda. 

Y pensar que hace días estaba intentando alejarme de él, diciendo que nos odiábamos, con el corazón dañado... y ahora somos casi una pareja. Nos vemos felices. 

-¿Leo?- me miró- ¿Cuántas chicas del colegio te has tirado? 

Bufó. 

-Eso no importa.

-Dímelo... 

-Varias, Vaska. 

-Leo... 

-No lo sé, Vaska. No las cuento, no son importantes. ¿Qué importa el pasado? ¿Te gustaría que te preguntara con cuántos estuviste antes? ¿Por qué no eras virgen? ¿A quién le abriste las piernas antes?

Me sorprendí. 

-Te pasas, Leo- gruñí.

Me paré de la cama y caminé por la habitación.

Él se sentó en la cama y pasó sus manos por su cara.

-Lo siento, Vas... no supe expresarme. Pero no vuelvas a preguntarme por otras, o cuántas... eso da igual. 

-Es que no da igual, Leonardo. Porque paso que doy me cruzo con una chica que tiró contigo en alguna fiesta, o en algún lugar, y dicen que fue muy entretenido, adrenalínico... ¿Sabes lo que es para mi saber que el hombre que yo amo no es sólo para mi?

Él se sorprendió. 

-Vaska... 

-Te amo, Leonardo... así como tú aseguras que me amas. Yo te amo. Pero me duele saber que jamás seremos sólo tu y yo. 

-Somos tu y yo... y nuestro bebé- tocó mi vientre.

-No. Cada vez que vayas a una fiesta tendré que...- mis ojos se aguaron y un nudo en la garganta me cortó la respiración- aguantar cómo al otro día me dicen cómo te encerraste en el baño con una. El resto de mi vida tendré que soportar comentarios de Leonardo Moore, el chico que tenía a todas las chicas del colegio... y yo, Vaska Clark, la idiota que creía que él dejaría a las demás... 

-Vaska, suficiente... 

Narra Leonardo: 

Se largó a llorar. 

-¿Sabes qué? Da igual. Haz lo que quieras. Me da exactamente igual. Es tu vida, y sólo tenemos en común este bebé. 

-A ver... Vaska... ya me estás confundiendo... 

-¡Es que no puedo entender cómo me haces esto!

-¡Vaska!- me paré y la abracé. Intenté aguantar la risa.

-¡No te rías! ¡No es chistoso!- tomé su cara entre mis manos.

-Pero mírate... en tu vida habías sido tan bipolar como ahora... desde ahora sólo eres tú... No quiero a nadie más, mi amor. A nadie. 

-Disculpa- secó sus lágrimas y pasó sus manos por su cabello- el embarazo me tiene... 

-Lo sé... tranquila- acaricié su cabello. 

[...]

El lunes de la semana que vino caminé con ella por el pasillo. 

Le tomé la mano orgulloso de decir que ella es la chica que está conmigo, y que ninguna más estará conmigo. 

Aunque, no oficialmente. 

Pronto le pediré que sea mi novia... ahora no estoy seguro porque sé que ella no está segura. 

Cuando ella no dude de mi le pediré que sea mi novia. 

-Hola bro- Thomas se nos cruzó- Hola Vas. ¿Cómo te sientes?

-Bien, gracias- ella sonrió. 

Seguimos caminando, me siento en las nubes caminando con ella. Además de que todos nos miran. 

Pero siempre que algo va bien debe llegar algo- o alguien- a arruinarlo. 

¡No con mi hermana!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora