Narra Vaska:
-¡Rápido niñas, se va el bus escolar!
Las niñas tomaron sus bolsas de almuerzo y salieron corriendo.
-¡Adiós, mami!- gritó Sarah.
-Adiós mamá- murmuró Bianca.
-¡Adiós niñas, cuídense! ¡Las amo!
Se subieron al bus escolar y Sarah se despidió por la ventana, Bianca, al estar entrando a la pubertad ni siquiera se volteó a mirarme, pero eso es normal.
-Ya me voy amor- murmuró Leo, besó mi frente- ¿A quién le toca cocinar hoy?
-Creo que a ti- sonreí.
-Bueno.
-¿Quién pasará a dejar a Anthony a la guardería?
-Yo iré a dejar a mi campeón- Leo lo tomó en brazos.
-Cuídalo, recuerda que es un bebé, no un soldado.
-Ah, no seas aguafiestas. Es el bebé más duro de todos, apuesto a que él es el bebé que está mordiendo a todos en la guardería.
Estallé en risas.
-Ya, capitán... ve a dejar a tu hijo.
-Te equivocas, Teniente Coronel.
-Oh, disculpa- reí.
Llevó a Anthony hasta el auto y lo puso en su sillita del auto.
-¿Te das cuenta de que me hiciste prometerte, hace 7 años, que no volveríamos a tener hijos? Y ahora me mandas a dejarlo a la guardería.
-Fue tu culpa, te dije que dejaría de tomar pastillas hasta que pudiese operarme.
-Se me fue- rió y me besó- te amo.
-Te amo mucho más.
Se subió en su auto.
-Recuerda que hoy te toca a ti ir a buscar a las niñas al colegio.
-Si- asentí.
En las tardes no nos gusta que vengan en el bus escolar ya que se hace muy tarde.
Me subí a mi auto y lo seguí de cerca, hasta que él tomó el camino a la guardería infantil y yo seguí hasta el centro. Estacioné afuera del salón de belleza.
-Hola a todas- sonreí.
-Hola jefa- me saludó Raquel- hoy tenemos copadas todas las horas.
-Oh- revisé la agenda, todas las peluqueras y manicuristas estaban ocupadas.
-Bien, desempolvaré mis tijeras- le sonreí.
[...]
-Eres perfecta- aduló la abuela- ¡Me dejaste con 20 años menos!
Reí.
-Me encanta que le haya gustado.
-¿Qué días está abierto acá?
-Todos los días, pero yo no estoy siempre acá, pero sin falta todos los días abierto de 10 de la mañana a 7 de la tarde.
-Genial- sonrió- traeré a mis hijas acá.
-Que esté muy bien, cuídese- le sonreí.
-¡Vas!- Nancy entró en el salón de belleza- ¡Al fin pasó!
-¿Al fin pasó qué?
Me mostró su anillo.
-Tu hermano me pidió matrimonio... ¡Al fin!