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Peter corría por los pasillos de la escuela, su mochila balanceándose en su espalda, el sudor acumulándose en su espalda. Iba tarde a matemáticas y su profesora de matemáticas no era precisamente del tipo de profesoras a las que les da lo mismo si sus alumnos llegan tarde o no.
Con todo esto de los sentidos arácnidos, pensaba Peter mientras corría tratando de llegar al salón lo antes posible, debería ser capaz de correr más rápido que esto.
—¡PARKER! —Peter se detuvo en seco y cerró los ojos con fuerza. No hoy día, por favor—. ¿Qué crees que estás haciendo?
El director se acercaba a él como un depredador. El bloc de notas en la mano derecha, bolígrafo azul en la otra.
—Tratando de evitarme un castigo —dijo Peter agachando la cabeza y cerrando sus manos en las correas de su mochila—, pero supongo que eso no va a pasar.
El director sonrío con como si estuviera a punto de tragarlo y digerirlo con sus jugos gástricos.
—Supones bien —dijo el director tendiéndole una hoja amarillenta y sonriendo en su dirección, para después acomodarse el cinturón debajo de su gran panza—. Castigo. Hoy. Dos horas.
—Pe-pero...
—Conoces las reglas Parker, no correr en los pasillos —insistió el calvo antes de darse la vuelta—, y si fuera tú me apresuraría a llegar a clase si no quieres que sean cuatro.
Peter bufó y caminó a pasó lento hasta el salón.
{...}
Peter llevaba alrededor de 45 minutos sentado en la misma silla, y ya sentía que su trasero era un cuadrado y el dolor en su espalda era casi insoportable.
La puerta del salón de castigo se abrió, y una muchacha de bonitos ojos ingresó a este con dos cafés del Starbucks en una mano y dos bolsitas marrones en la otra.
—¿Qué tal, Marge? —dijo la muchacha acercándose al escritorio de la profesora que debía de asegurarse que se quedaran ahí el tiempo correspondiente.
—Elizabeth —dijo esta mirando por sobre sus lentes, de su teléfono escuchó un "Sugar Crush" mientras Marge lo dejaba sobre el escritorio—, llegas tarde, otra vez.
Elizabeth dejó todo sobre el escritorio de madera y sonrio como un verdadero ángel.
—Nunca vas a creer lo que me pasó —comenzó la muchacha, tirándose el cabello hacia atrás—, atropellé a un pequeño venado, fue un completo accidente, algo para nada vegano y muy malo de mi parte, asé que me bajé de la camioneta como toda buena samaritana, y llegó la madre del venado pequeño, me empezó a perseguir, así que tuve que subirme corriendo a la camioneta y arrancar en la otra dirección. Resulta que cuando se me pasaron los nervios, me detuve y boom, sin querer lo hice en un Starbuck, así que pensé, sé lo mucho que a Marge le gusta su latte de vainilla con leche de almendras y un shot extra de expreso, y te traje esto —la muchacha sacó uno de los cafés y se lo tendió a la profesora—, tamaño venti para que veas que soy generosa. Uh y aparte, un muffin de arándanos...
—Ve a sentarte.
—Claro.
La muchacha tomó el café que sobraba y el segundo muffin de arándanos y se sentó en el último asiento a un lado de la ventana, tres asientos a un lado de Peter, quien la miraba con el ceño fruncido.
—Hola —dijo ella en dirección a Peter. Este se congeló al darse cuenta que le estaba hablando a él y ella soltó una carcajada.
—Hola.
—Tu eres uno de esos, ¿cómo se llaman? El grupo de niños inteligentes que compiten en, ¿qué son? ¿competencias científicas? O lo que sea, ¿qué haces aquí? Pensé que ustedes eran inmunes.
—Corrí en el pasillo —respondió Peter poniéndose de pie y levantándose de la silla en la que estaba para acercarse a la muchacha y así no tener que gritar.
—Ya veo... Harold puede ser un verdadero dolor en el trasero cuando se lo propone —dijo Elizabeth antes de darle un sorbo a su café—. ¿Muffin?
—No gracias. —dijo Peter mientras negaba con la cabeza, la muchacha se encogió de hombros y le dio un mordisco al muffin—. ¿Y tu que hiciste?
—Copié en un examen —respondió ella con la boca llena. Peter asintió despacio—. Así que ahora tengo que venir aquí todos los días durante dos meses, con Marge ya somos mejores amigas por siempre, ¿No es así, Marge?
—Uhmm —respondió Marge sin molestarse a levantar la cabeza para mirarla.
Peter sonrió y bajó la mirada a sus nudillos. Los tenía rojos y le dolía el hombro izquierdo.
—¡Tengo una idea! —dijo la muchacha dejando el muffin a medio comer sobre el banco—. ¿Qué tal si me das clases? La verdad es que lo que más me cuesta es biología, entonces así no tendría que copiar y no vengo más a este apestoso...
—¿Qué dijiste? —masculló Marge levantando la vista.
—Quiero decir, pintoresco y maravilloso lugar. ¿Qué dices?
Peter hizo una mueca. Sus tardes estaban colapsadas con todas las tareas que debía de hacer como spiderman, como salvar gatitos de las copas de los árboles, y ayudar a ancianitas a cruzar la calle. No tenía más tiempo.
—No se si...
—Por favor.
—Si quieres te pago para que te la lleves de aquí —dijo Marge volviendo a concentrar su mirada en la pantalla de su teléfono.
Elizabeth esbozaba una sonrisa que le pedía a gritos ayuda, y Peter tenía corazón de abuelita.
—De acuerdo.
La muchacha casi saltó de su silla de felicidad, y Peter no fue capaz de contener la pequeña risa que se precipitó desde su pecho hacia el exterior.
—Te voy a extrañar, Marge.
—Yo no —respondió Marge dándole un sorbo al café.
——————- VAN A ESTUDIAR ANATOMÍA JAHHSHSH UJUJU
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